- Por Pastor Emilio Daniel Agüero Esgaib
Dándole una oportunidad a Dios.
Lucas 5:1-11
Quiero quitar unos principios de esta historia, que pueden cambiar el resto de tu vida.
Jesús le dice a Pedro que se adentre en el mar. Pedro le responde que trabajó toda la noche y no pescó nada, pero que en su Palabra echaría de vuelta las redes al mar.
Lo que Pedro no entendió es que estaba hablando con el que creó todos los peces del mar. Dios mismo estaba en su barca.
Pedro convirtió su humilde barca en un púlpito donde Jesus predicó la Palabra de Dios. Pedro puso lo suyo en las manos correctas (las de Jesús) y eso cambiaría toda su historia. Si nos animamos a entregarle a Dios todas las áreas de nuestra vida y a consagrarle todas nuestras posesiones, Él sabrá, de seguro, qué hacer con ellas y cómo recompensarnos.
Pedro era un pescador profesional. Él le podría haber dicho a Jesús: “Tú eres predicador y carpintero; gracias por el consejo, pero no creo que sepas más que yo”. Muchas veces, tenemos esa soberbia para con Dios, haciendo las cosas a nuestra manera y no a la suya, pero quiero decirte algo: “Anímate a creerle a Dios, es el mejor atajo que puedes tomar para terminar con tu escasez, sea cual sea esa escasez”.
Pedro nos da una lección de humildad: “Mas en tu palabra echaré la red”. Acá vemos a un hombre humilde que no cree saber más que Dios, una persona obediente y susceptible a la enseñanza. Solo una persona que tenga la capacidad de oír y que sea lo suficientemente humilde para recibir una enseñanza puede aprender y cambiar su realidad.
Es imposible caminar la vida cristiana sin seguir las órdenes del Maestro. Tenemos que animarnos a vivir una vida de obediencia y entrega. Solo así veremos los verdaderos frutos que Dios quiere que tengamos. Toda obra hecha con nuestras fuerzas y criterios solo nos llenará de cansancio e insatisfacción. Vemos eso por todos lados: personas que han logrado y obtenido mucho sin Dios y siguen sintiéndose vacías.
Es mejor pescar de noche que de día, ya que los peces suben a la superficie de noche para alimentarse. Si no se pescó nada por la noche, menos habrá algo que pescar de día. Eso es lo lógico, esa es la experiencia, pero Dios muchas veces nos quitará de la lógica y dejará a un lado nuestra experiencia para hacer algo extraordinario.
Durante toda la noche, vez tras vez, varios hombres trabajaron tirando de una pesada red para no quitar nada, pero Jesús llegó y lo cambió todo. La noche era larga, oscura, estaban cansados, no pescaron nada, procuraron mucho y no hubo resultados, pero quiero decirte hoy que: “Muchas veces, Dios nos llama en la turbación para hacer un milagro extraordinario en nosotros”.
Hay veces que pasamos semanas, meses e incluso años en la frustración y la derrota hasta que aparece Cristo, le creemos, le obedecemos y cambia el curso de nuestra historia. Y quiero decirte algo de manera personal, a vos que estás en un tiempo de frustración, desánimo y derrota, te digo que: “El mismo que estuvo hace dos mil años en esa barca está contigo hoy y Él es el mismo, ayer, hoy y por los siglos”.
Jesús llega a la vida de Pedro en un momento difícil. Esa es la capacidad de Dios, cambiar en un instante un momento de derrota en uno de victoria. Recuerda: “Dios puede transformar tu vida en un instante”.
Jesús solo necesitó unos minutos en la barca de Pedro para cambiarle la vida. Él solo necesita eso para cambiar la tuya.
Jesús le dice a Pedro: “Boga mar adentro”. Ellos tiraron las redes durante doce horas, pero no pescaron nada y Jesús le dice: “Vuelve a intentarlo, vuelve a intentarlo porque ahora el resultado será diferente”. No olvides esto: “Dios te va a dar una oportunidad más.
“Pedro nos da una lección de humildad: “Mas en tu palabra echaré la red”. Acá vemos a un hombre humilde que no cree saber más que Dios, una persona obediente y susceptible a la enseñanza. Solo una persona que tenga la capacidad de oír y que sea lo suficientemente humilde para recibir una enseñanza puede aprender y cambiar su realidad”.