- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Si bien este gobierno que ya está de salida ha realizado en los últimos 5 años algunas obras de infraestructura a nivel país, no obstante es dable reconocer que seguimos adoleciendo de muchas otras que puedan tener un efecto multiplicador dentro de nuestra microeconomía y que ojalá el próximo gobierno pueda llevarlo a cabo en forma inteligente y dinámica.
La limitada disponibilidad de recursos económicos generados por el fisco a través del cobro de impuestos y otros tributos por parte de la ciudadanía hicieron que nuestros niveles de endeudamiento se incrementaran en forma exponencial para hacer frente a las ingentes necesidades vía préstamos canalizados a través de organismos financieros multilaterales (BID, Banco Mundial, CAF, entre otros), además de los derivados de las emisiones de bonos soberanos en el mercado externo, como también a nivel doméstico.
Independientemente a todos los problemas y discusiones que acarrea la aprobación del Presupuesto General de la Nación (PGN) en el Parlamento cada año derivado de cuestiones políticas antes que técnicas, hace que sigamos tropezando con las mismas dificultades de siempre, pues bien sabemos que las necesidades son y seguirán siendo ilimitadas, pero por el contrario los recursos disponibles son finitos o limitados.
Es de esperar que el equipo de transición del nuevo gobierno pueda participar activamente en todas las instituciones del Poder Ejecutivo, en la elaboración del anteproyecto del PGN 2024, para que los planes del gobierno para el último trimestre de este año y del próximo puedan cumplirse en tiempo y forma.
La calidad del gasto público debería ser objeto de una reingeniería a fondo que permita tener un PGN más equilibrado, puesto que de lo contrario no quedaría otra alternativa más que la de tener que seguir asumiendo deudas externas para poder hacer frente a obras de infraestructura que son muy necesarias para una mayor competitividad de nuestro país, a nivel regional y de extrarregión.
El problema de nuestra educación es de carácter estructural, no siendo fácil superar todos los grandes obstáculos que venimos arrastrando desde hace décadas, pero que en algún momento habrá que tomar “al toro por las astas” y buscar la forma de darle una solución integral, ya que con los niveles mínimos de inversión realizados vs. el PIB (el más bajo de toda América Latina) dentro de un mundo cada vez más globalizado, exigente y competitivo jamás podremos darle la verdadera solución que esperamos en lo que a calidad educativa atañe.
Resulta triste cuando muchas veces salimos al exterior a hacer cursos de posgrado dado nuestra limitada formación académica, nos vemos en la necesidad de hacer previamente cursos de pregrado de nivelación, pues universitarios de otros países de la región nos siguen superando “por varios cuerpos” y en algún momento el proceso de enseñanza-aprendizaje a nivel país debería ser del nivel de calidad comprobada.
De muy poco valdría enfocarnos en más obras de infraestructura a nivel país si en contrapartida carecemos de niveles de salud y calidad educativa que nos permitan poder desarrollar nuestras aptitudes y conocimientos y aprovechar las ventajas comparativas y competitivas.
Como país de economía emergente que somos, seguimos esperando a que nuestro nivel de calidad educativa sea mucho mejor, puesto que es bien sabido que si un país no cuenta con la infraestructura vial que precisa y escuelas y colegios en buen estado, definitivamente en pleno siglo XXI no será competitivo a nivel regional y mucho menos con países de extrarregión, por lo que las inversiones en educación dentro de los ciclos primario, medio y superior, incluido la reparación urgente de miles de aulas maltrechas que tenemos en todo el país, obligando en muchos casos que nuestros niños y jóvenes sigan dando clase en pleno siglo XXI debajo de los árboles, seguirá siendo una limitante primaria.
Confiamos en que el próximo gobierno tome el tema educación como uno de sus principales ejes estratégicos de trabajo, ya que si no lo hacemos sería poco o nada lo que podríamos aspirar a futuro y nadie pensará dos veces en “pasarnos por encima” porque hoy día “el que no corre vuela”.