Casi concluidas todas las etapas electorales; a estas alturas lo que falta es la proclamación de las autoridades electas, que según cronograma se dará el 9 de junio, todo el foco está puesto en el proceso de trabajo iniciado por el equipo de transición. A los pocos días de su contundente victoria, la dupla Santiago Peña y Pedro Alliana presentaron a Lea Giménez y José Alberto Alderete. Por el lado del actual Ejecutivo, el actual jefe de Gabinete, Hernán Huttemann, es el confirmado, aunque aún sin haberse emitido el decreto oficial y que bien podría ayudar a agilizar las cosas.
La semana que concluyó tocó tener una extensa entrevista en el programa “Duro de Callar” con la doctora Lea Giménez; en la misma se plantearon un par de elementos que consideramos de relevancia digna de darles algo más de profundidad. Más allá de lo expuesto a través de sus voceros, hasta ahora los hechos dan indicios de que el actual Ejecutivo no tiene predisposición de que la transición se lleve dentro de circunstancias llevaderas. A las denuncias ya publicadas del concurso de Itaipú, los acelerados pagos que se están dando en el MOPC y la acumulación de intereses moratorios se van a sumar otros hechos más en el transcurso de las siguientes semanas de que en varias instituciones se esta llevando un proceso de dejarle la caja vacía al gobierno entrante.
En este punto, se suman dos elementos más: por un lado, las expectativas con las que asumirá la administración del presidente electo, Santiago Peña, y por el otro, lo vital que será la comunicación gubernamental que transmita el estado en el que encuentra la casa. Una victoria electoral como la obtenida por la Asociación Nacional Republicana trae consigo enormes expectativas ciudadanas que hay que tener talento para administrar. A eso hay que sumarle las urgencias que efectivamente tiene la población, lo cual hace que el desafío sea aún mayor. En lo que hace a la comunicación gubernamental hay dos vertientes, una que dice que en lo posible no se debe comunicar cuestiones negativas, esa es la vieja escuela, ya perimida. La otra, y a la cual adscribo, prefiere un equilibrio. No esquiva transmitir cuestiones negativas sin que por eso se deje de imponer el llamado al optimismo, a la esperanza. Eso hace que la calidad de la información a la que accede el ciudadano se eleve, por añadidura, sirven como base en la construcción de acuerdos para arribar a consensos que además de ser trascendentales son la quintaesencia de la Comunicación Gubernamental.
Se precisa de talentosos equilibristas que logren administrar la balanza entre las expectativas ciudadanas y la realidad de los números de las instituciones con los que se encontrará la administración entrante. La mejor herramienta para lograrlo radica en la comunicación política, específicamente en su vertiente de la comunicación gubernamental, con eso se afianzará la confianza entre gobernados y gobernantes. Y de confianza también se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.