- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
El modelo de gestión de un buen estadista debe estar orientado a priorizar a los sectores más carenciados y fomentando nuevas inversiones a nivel país que vayan generando fuentes de trabajo ante los elevados niveles de desempleo que seguimos teniendo, en un país como el nuestro donde la población económicamente activa sigue siendo la mayoritaria y la que más sufre por carencia de trabajo.
Una de las principales prioridades del futuro gobierno de Santi Peña deberá estar enfocada a dar continuidad en forma dinámica y profesional a la construcción de más viviendas sociales y económicas en los distintos departamentos del interior de nuestro país para las clases más vulnerables, pues se constituye aún en uno de nuestros principales déficits a nivel país.
El Ministerio de Urbanismo, Vivienda y Hábitat (MUVH) deberá continuar con su programa de construcción de viviendas en toda la geografía de nuestro país.
El rango denominado de viviendas económicas ofrece a los adjudicados una reducida cuota mensual pagadera a plazos que exceden los 10 años, adecuándose a la capacidad de repago de los mismos.
No obstante, se siguen observando niveles de morosidad por encima de los rangos normales, donde parecería que los adjudicatarios acceden a las mismas cumpliendo con “su sueño”, paga unas cuantas cuotas y luego “se olvidan” de ir honrando regularmente en forma mensual por su techo propio, debiéndose llegar en muchos casos a sentencia de remate, que permitan adjudicarlos a otros potenciales interesados a pesar de los esfuerzos realizados por la institución refinanciando o reestructurando sus deudas, con tal de que no pierda su casa.
En estos últimos 10 años se han construido y adjudicado miles de viviendas económicas y sociales. El MUVH está abocado a que la gente de clase media que cuenta con ingresos mensuales entre 2 y 7 salarios mínimos puedan acceder a viviendas más amplias y confortables dentro de la Gran Asunción a través de financiaciones a largo plazo otorgadas por instituciones financieras y cooperativas, estando la construcción a cargo de desarrolladores inmobiliarios del sector privado, lo que ha permitido ampliar y diversificar el abanico de oferta de sus productos que lleven al cumplimiento cuali/cuantitativo de sus objetivos y metas y que deberá continuar.
Era una necesidad postergada por años que podría permitir en el corto/mediano plazos que cientos de familias puedan tener en sus manos las llaves de su propia vivienda, a precio de alquiler, con lo cual se seguirá cubriendo una ingente necesidad teniendo en cuenta que, según estimaciones técnicas a nivel país, el déficit habitacional superaría los un millón de viviendas (incluidas las que precisan de reformas de orden cualitativo).
El gobierno recientemente electo para el período 2023-2028 tiene entre sus planes prioritarios continuarlo con fuerza y convicción, puesto que está contemplado entre las promesas realizadas en campaña.
Un país de economía emergente como el nuestro precisa de una persona que no solo gobierne, sino que también posea un buen don de mando junto a un conocimiento profundo del manejo de la función y políticas públicas, además de una sólida formación académico-profesional que le permita representarnos dignamente cuando tenga que entrevistarse con mandatarios de países de primer mundo y de economías muchísimo más desarrolladas que la nuestra. Y sobre todo que “no le tiemble el pulso” cuando tenga que tomar decisiones en bien del país sin ninguna distinción de banderías políticas.
Paraguay precisa fortalecer la construcción de una economía desarrollada. Solo será posible lograr con personas que tengan carácter, capacidad, idoneidad, trayectoria profesional, visión de futuro y patriotismo.
Hemos elegido al candidato que a nuestro criterio podría cumplir con lo que el país necesita y que dentro de la función pública la ciudadanía pueda encontrar la excelencia en servicio y no la “odiosa” burocracia observada en casi todas las instituciones, donde lamentablemente siguen predominando la politiquería y el amiguismo, antes que la meritocracia, idoneidad, capacidad y trayectoria profesional de nuestros servidores públicos.