- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Hemos atravesado por una dura pandemia sanitaria por más de 2 años que ha afectado sensiblemente a nuestro crecimiento económico debido a una debilitada evolución de la gestión económica de empresas no solo del segmento corporativo, sino también pymes (siendo estas últimas las más golpeadas), dado que no cuentan con la misma “espalda” de una compañía de estructura organizacional más sólida y desarrollada, obligando a muchas de ellas tener que “bajar las persianas”, pues ya no tenían capacidad tan siquiera de cobertura de sus gastos rígidos básicos.
Nuestro país en vías de desarrollo no ha escapado a la influencia negativa producida por dicha coyuntura, pues el nivel de dependencia de importaciones del petróleo sigue siendo elevado, además de otros tipos de bienes de capital incorporados, afectando a nuestra balanza comercial, donde el impacto negativo de la disminución de los volúmenes exportados de granos en estado natural, en 2022, debido a factores incontrolables (sequía), determinaron un flujo global de ingresos de divisas muy inferior a años anteriores.
Si bien somos un país generador de abundante energía limpia, que pueda dinamizar y diversificar a nuestro proceso de industrialización, seguimos muy dependientes de lo que nos genera la producción agropecuaria.
Se hace necesario que podamos perfilar un cambio estructural cualitativo dentro de nuestra producción agrícola y de otros rubros, avanzando hacia un proceso fabril que pueda dar un mayor valor agregado a nuestros productos y la posibilidad potencial de obtener precios de ventas más remunerativos, puesto que somos un país productor de alimentos, que todos los países seguirán demandando en forma creciente.
Contamos con plantas industriales procesadoras de granos con tecnología de punta además de molinos harineros y otras plantas fabriles que procesan diversos tipos de productos, como para que vayamos dándole cada vez mayor fuerza al proceso de industrialización, que es lo que se precisa para un crecimiento más fortalecido que coadyuve a la generación de más fuentes de trabajo a nivel país.
Uno de los factores que más preocupa se refiere a la caída del consumo, por la disminución de las facturaciones en diversos sectores, haciendo que la capacidad adquisitiva de nuestra gente también se haya visto resentida en forma pronunciada ante una mayor disminución/poder de compra del segmento medio/medio-bajo.
Se vieron afectadas la venta de alimentos, bebidas y ropas, además de la disminución en los niveles de comercialización de más de una decena de productos siendo el segmento de prendas de vestir uno de los más golpeados, ya que ante coyunturas económica negativas, pasan a convertirse en bienes no muy imprescindibles.
Para poder enfrentar con posibilidad de éxito estas dificultades coyunturales debemos encararlos estructuralmente, pues hasta ahora un gran porcentaje de nuestro crecimiento económico como lo señalamos más arriba sigue sustentada en la actividad agro-ganadera.
Si hasta ahora nuestro país ha logrado avanzar gracias a su potencial agropecuario, llegó el momento de bosquejar otro modelo económico debido al agotamiento del actual y la necesidad imperiosa de crecer cuali/cuantitativamente a través de un mayor proceso de industrialización de nuestros productos.
Transitemos organizadamente hacia las sendas de la producción fabril, transformando los productos primarios que permitan generar más fuentes de trabajo mediante nuevas opciones económicas.
El modelo agropecuario está llegando a su fin, por lo que urge bosquejar un nuevo prototipo para aprovechar mejor sus potencialidades.
El Estado debe propiciar el sistema necesario con la infraestructura tecnológica que se requiere, otorgando los elementos de seguridad física articulando las condiciones legales para la transformación.
Se hace necesario optar por un nuevo modelo económico y del papel que le corresponde, lo que no implica desechar la experiencia de la producción primaria, sino de complementarla con la industrialización, en un paso adelante hacia el nuevo prototipo que requiere actualmente nuestro país si pretendemos superar la franja de pobreza y extrema pobreza.