Es importante asociar aquellos significados vivenciales que representan estímulos valiosos y al relacionarlos potenciar el desarrollo de las experiencias que se construyen diariamente. Mientras se produce un diálogo pueden incorporarse ideas que en el devenir del intercambio natural de pareceres van surgiendo y dándole contenido a lo que se ha constituido como eje por el cual se está compartiendo el momento. En ese tiempo de palabras que van y vienen, lo que en el interior de los interlocutores se encuentra latente puede manifestarse como una oportuna posibilidad de ampliar los criterios que se exponen.

Por lo que una palabra utilizada para valorar un hecho concreto puede ser el nexo apropiado para darle paso al aliento que apoya lo que a continuación está por suceder. Es en la asociación poderosa de hechos y palabras en donde se dan los mejores instantes. Hay que detectar, reconocer, admirar, disfrutar y practicar en el espacio temporal de cada segundo lo que acontece cuando se juntan las acciones y sus dichos. De esa mezcla nacen las fortalezas.

Se ejemplifica y se simplifica algo cuando se lo vive siendo consciente que pasará. Es paradójica esa rara sensación que une lo intenso con lo pasajero, aunque también es fenomenal para entender la fuerza del presente y su impetuosa vitalidad. De manera que en la generación de las vivencias todas las emociones están dispuestas a participar, dependiendo de quienes hacen y dicen dentro de los contextos que se encargan de crear. En los mismos las apreciaciones personales tienen su impronta, dado que es el ser humano el que decide cómo quiere idearlos y vivirlos.

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Lo que fortalece está destinado a compartirse. Por eso los ejemplos que entusiasman están cobijados por la presencia de las pluralidades, para lo cual hay voluntades que se especializan en testimoniar el sentido de equipo, de trabajo en conjunto, de respeto colectivo a las normas que organizan la convivencia. En esos escenarios las capacidades individuales aprenden a expresarse ante los demás. Y aportan mancomunadamente lo suyo.

Al socializar las condiciones que cada cual posee se da el testimonio viviente de lo que representa el ser ciudadano. Es en ese obrar donde lo que se transforma en palabras tiene un vigor social. Y su alcance es integral, es que donde hay una vida hay familia, afectos, tierra, cultura, experiencias, realizaciones, enseñanzas y proyectos por lograr.

Se sostiene lo que hace bien a quienes afecta. Para que así sea hay que tener claro qué y por qué se quiere emprender una determinada misión, por eso es clave hablar tantas veces como sea necesario, teniendo en cuenta el impacto que los términos pueden ocasionar. Dando lugar a que impere el compromiso hacia el otro, permitiendo producir las circunstancias para componer las partituras que le den vigor a las conductas.

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