- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
El próximo gobierno deberá abocarse con seriedad y profesionalismo a la implementación de reformas estructurales, dada la debilidad observada incidiendo negativamente en nuestra macro y microeconomía.
Este gobierno ha tenido la brillante oportunidad de hacerlo, pero dada la escasísima capacidad de gestión demostrada ya no le queda tiempo.
Se hace necesario que la próxima administración pueda realizar de una vez por todas la depuración cualitativa de los servidores públicos debiendo quedar solo aquellos que demuestren meritocracia, idoneidad, capacidad y patriotismo, pues en plena era de la tecnología no se justifica tener la superpoblación actual, generando una altísima erogación mensual de gastos rígidos (superior al 75%) para el pago de sueldos y otros beneficios, en detrimento de nuestra educación y salud pública.
Si bien macroeconómicamente seguimos mostrando números relativamente razonables, el próximo gobierno también deberá abocarse con fuerza y convicción a ir reduciendo el actual déficit fiscal (superior al 3,6%) a lo que estipula la LRF de que no debe exceder del 1,5%/PIB.
Necesitamos ser mucho más proactivos, puesto que nuestra microeconomía también sigue arrastrando una gestión económico-financiera negativa, ya que la pandemia sanitaria nos ha “pegado duro y fuerte”, y mucho dependería de las proyecciones de crecimiento económico en los próximos dos años para lograr una mayor estabilización.
Las condiciones climáticas adversas (sequía) se constituyeron en el 2022 en otro gran “problemón” golpeando seriamente a nuestra agroexportación de granos, que sigue siendo el rubro generador de mayor flujo de divisas a nivel país.
Para que podamos ser competitivos no es suficiente una buena infraestructura física si no contamos con capital humano que demuestren los atributos precedentemente expuestos, conocimientos técnicos, preparación académica y mucho talento, capacidad innovativa y creativa y actitud positiva ante las coyunturas desfavorables que se presentan, pues los factores incontrolables siempre están presentes.
Debemos poner especial énfasis en investigación y desarrollo, puesto que hasta ahora lo que se invierte a nivel país vs el PIB en este rubro es ínfimo, a sabiendas de que se constituye en uno de los principales motores del crecimiento/desarrollo económico.
No contamos con recursos genuinos para financiarlos en un 100% con ingresos generados por el fisco obligando a recurrir a fuentes externas (vía emisión de bonos soberanos y/o préstamos de organismos financieros multilaterales), haciendo que nuestros niveles de endeudamiento se hayan incrementado en más del 85%, cifra antes nunca alcanzada.
Seamos realistas y definamos lo que queremos. Seguir rezagados o ir revirtiendo gradualmente el déficit arrastrado desde hace casi 4 décadas en sectores prioritarios como lo son salud pública, calidad educativa e infraestructura física.
Urge incrementar los niveles de inversiones, pero no contamos con suficientes recursos económicos, ya que el Estado sigue siendo un mal administrador, por lo que seguimos recurriendo a financiaciones de mediano y largo plazo, pues lo que el fisco recauda continúa orientado en su mayor porcentaje a la cobertura de gastos rígidos que muy escaso valor agregado aportan.
La calidad de nuestra salud pública sigue siendo deficiente. Lo mismo ocurre con nuestra educación a nivel primario, medio y superior dejando mucho que desear tornando poco halagüeño lo que podríamos lograr dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.
En pleno año lectivo 2023 seguimos con cientos de instituciones educativas maltrechas en todo el país, con lo que la calidad educativa se torna en misión imposible.
Nuestro mercado laboral sigue siendo ineficiente, marcado por alta informalidad de varios segmentos de negocios (principalmente pymes) donde miles de funcionarios tan siquiera pueden acceder al salario mínimo legal.
Nuestro país está a un peldaño de poder alcanzar el grado de inversión en la calificación de riesgo-país, pero si no nos disponemos en tiempo y forma a realizar toda la reingeniería necesaria, y lo que se debe corregir cualitativa y cuantitativamente, seguiremos “en la dulce espera”.