EL PODER DE LA CONCIENCIA

Con el Domingo de Ramos, mañana se inicia oficialmente la Semana Santa, celebración que según los historiadores se remonta a casi 1.700 años atrás, a instancias del emperador romano Constantino, porque fue en junio del 325, cuando fue convocado el primer concilio de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa en la ciudad de Nicea de Bitinia, todavía en la época del Imperio romano. Para felicidad general, allí se fijó por primera vez la fecha de la Pascua.

Fue un acontecimiento muy importante porque ese fue el puntapié inicial para que hoy podamos dejar de trabajar nada menos que durante cuatro días seguidos, desde el Jueves Santo hasta el domingo de Pascuas, un domingo muy especial desde que se volvió tradición regalar los deliciosos huevos de chocolate.

Indudablemente que en el Concilio de Nicea nadie pensó en cómo terminarían tantos buenos deseos de los delegados católicos y ortodoxos: en hacer chipa, sopa, ryguasu ka´e, asado de cerdo y todo lo que entre en el tatakua; en preocuparse en llenar de cerveza la conservadora para que no falte “combustible” durante el viaje obligatorio al interior y olvidarse de los problemas del mundo.

Pese a que la Semana Santa ya no es como hace 50 años cuando en Paraguay estaba prohibido siquiera hacer ruido un Viernes Santo y que era “pecado mortal” comer carne o no rezar el rosario sin el velo sobre la cabeza, hoy persisten algunas costumbres como la representación del vía crucis o la plañidera procesión de los estacioneros, actividades a las que ahora se suma la visión artística de Tañarandy.

En el fondo, casi todo es un show, un espectáculo para atraer a la gente y no precisamente para reflexionar sobre cuestiones trascendentes de nuestra vida, como sería la intención original del concilio.

Se sabe que antes del concilio el pueblo judío ya celebraba la Pascua, puesto que recordaban “el paso” a través del mar Rojo, cuando guiados por Moisés, escaparon de la esclavitud de los egipcios. Sin embargo, tras el concilio, el significado de la Pascua cambió y hoy se conmemora “el paso” de la muerte hacia la vida con la resurrección de Jesucristo.

Hoy, además de pensar en cuestiones profundas como lo que nos espera espiritualmente en el más allá, debemos reflexionar sobre lo que se viene el 30 de abril, las elecciones generales para las cuales escuchamos todo tipo de promesas y hasta planteamientos absurdos como aliarnos a la China de Xi Jinping y traicionar a Taiwán, que desde hace décadas coopera con Paraguay.

Pocos saben, por ejemplo, que hoy día son más de 600 los jóvenes paraguayos que estudian gracias a Taiwán. Pero no cualquier cosa, sino lo nunca imaginado, tecnología que tardó Taiwán 50 años en crear nos la traspasan en 5 años mediante la Universidad Politécnica, en la que los alumnos dan clases en inglés, con profesores taiwaneses que tienen nivel de PHD.

Los jóvenes compatriotas reciben capacitación en Paraguay durante tres años, y luego viajan a Taiwán y continúan sus estudios durante un año y medio más. El nivel recibido es tan alto y la transferencia de conocimientos tan importante que los estudiantes reciben ofertas de trabajo en empresas del extranjero.

Hoy nos toca decidir sobre la Pascua, sobre “el paso” que debemos dar en el futuro: o elegimos la incertidumbre de la expansión de la China de Xi Jinping o aprovechamos el conocimiento gratuito e invaluable que brinda Taiwán y prepara a Paraguay para dar el salto de calidad que tanto necesita.

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