Ni remotamente pretendo hacer de este espacio un culto a la religión, pero tras leer la prensa en los últimos días, al menos entra la duda sobre la existencia del diablo.
La llegada del otoño no solo es un aviso del cambio de estación y de que pronto vendrá el duro tiempo de invierno, sino que también que ha pasado un año más de vida, lo que invita a reflexionar acerca de experiencias más trascendentes. Y puesto que desde niños nos implantan el chip de que “el diablo” existe, que es muy malo, y que con su arte nos quiere engañar para llevarnos al infierno, la respuesta para salvarnos del fuego eterno está en la Semana Santa y en la Resurrección.
Dicen que es el príncipe de las mentiras y que es tan hábil que puede convencer hasta al más incrédulo. Ya la Biblia cuenta incluso sobre su desfachatez cuando menciona las tres tentaciones que le hizo nada menos que al propio Jesús cuando este se encontraba en el desierto.
En esa época no había diarios como hoy, que hacen que la información llegue al instante; por lo tanto, nos enteramos, por ejemplo, sobre la Auditoría General del Poder Ejecutivo –en época de Fernando Lugo– que saca a luz el perjuicio de US$ 37 millones que produjo Efraín Alegre en el MOPC.
De origen hebreo, pocos saben que Efraín se traduce al castellano como “Fructífero”, pero la pregunta en este caso es, ¿fructífero para quién? El informe escondido intencionalmente durante una década revela casos de “planillerismo, obras paradas, rapiña de combustibles, maquinarias y licitaciones amañadas”. ¿Dónde está todo ese dinero?
Pero el diablo no actúa solo, tiene a sus demonios como ayudantes. ¿Cómo podría esconder él solo semejante informe de 245 páginas? ¿Quién se encargó de que esa información “se perdiera”? ¿Por qué no fue procesado? ¿Quién lo encubrió? ¿Acaso “Fructífero” pagó por el silencio? ¿A quién?
“Fructífero” vive rodeado de demonios que lo protegen, que no ven el mal que hace, que se callan por conveniencia. Tal vez todos esperan su tajada, como corresponde. Tiene su gran costo mantener a todos contentos. Sus medios amigos insisten en que él es el mejor, el sacrosanto, el impoluto que tiene derecho a hablar de mafias, puesto que, evidentemente, entiende muy bien de ellas. De patriotismo nada.
Hoy, “Fructífero” tiene otras cuentas que rendir y como es su costumbre tampoco les hace mucho caso. Desde su partido lo denunciaron hasta el cansancio por todo el dinero que recibió de la Justicia Electoral y que no saben en qué fue a parar. O de cheques de combustible, algo normal para él.
Llega la Semana Santa y seguidamente las elecciones generales, es tiempo de decisión. Para finalizar, transcribimos dos cortos fragmentos bíblicos que invitan a la reflexión. El primero, casi desconocido del Antiguo Testamento, en el que ya menciona a nuestro “Fructífero” personaje haciendo de las suyas: “Cuando Efraín hablaba, cundía el temor, y fue exaltado en Israel, pero por Baal cayó en pecado, y murió”. Oseas 13:1.
Y el segundo, más conocido y que no necesita explicación: “El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es honrado en lo poco tampoco lo será en lo mucho”, recuerda Lucas 16:10. ¡Y Efraín pretende gobernar nuestro país!