Dios es un Dios de promesas y bendiciones para con aquellos que confían en Él. De esas promesas está saturada la Biblia. Dios ama, bendice, provee, sana, libera, salva, trae plenitud, protege. Todo eso dice la Biblia y todo eso es verdad.
Sin embargo, sufrimos. ¿Por qué?
Muchos creen que es contradictorio que un Dios de amor permita el sufrimiento. Sin embargo, la Biblia también es muy clara en que, por distintos motivos y a veces misteriosos, ajenos a nuestro entendimiento y solo explicables en la soberanía y la providencia de Dios, los creyentes tienen que sufrir.
La Biblia no esconde esa realidad. Podemos ver a lo largo de todas las Escrituras cómo hombres y mujeres piadosos, amantes de Dios y de una fe férrea han sufrido. Es más, creo que ni uno se salva de pasar por penurias.
Tal vez el libro más antiguo de las Escrituras, el de Job, ya afirma que “el hombre nacido de mujer es corto de días y hastiado de sinsabores” (Job 14.1).
Jesús nunca manipuló a sus seguidores presentándoles una vida lejos de las aflicciones. Él dijo en Juan 16.33: “Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo”.
Pero, ¿es realmente necesario el sufrimiento? Tenemos que creer y entender de manera profunda la promesa del Señor de que “todo ayuda a bien a los que aman al Señor” (Ro 8.28), y que todo en la vida del creyente tiene un propósito de santificación, purificación y dependencia profunda hacia nuestro Dios.
La Biblia nos muestra varios motivos por los cuales Dios permite el sufrimiento en sus hijos y cómo utiliza esas circunstancias para acercarnos a Él. Estas circunstancias con su gracia nos ayudan a confiar y tener paz en su Soberanía.
Encontramos que el apóstol Pablo sufrió una tribulación física, una enfermedad, y con oración y ayuno pidió a Dios lo librase de esa aflicción y Dios le dijo sencillamente: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Co. 12.9). O sea, el poder de Dios adquiere más relevancia en nuestra humillación y dependencia que cuando nos sentimos fuertes y autosuficientes.
Tenemos que entender aún que el motivo básico del sufrimiento es el pecado. Estamos en un mundo caído y este seguirá así hasta la redención plena, que se dará en el futuro. Por lo tanto, el sufrimiento, la enfermedad, la traición, la injusticia, el dolor y la muerte seguirán siendo parte de esta humanidad. Podemos estar de acuerdo con eso o no, pero es lo que la Biblia dice y la realidad lo confirma.
Estos son algunos, pero de seguro no todos los motivos por los cuales Dios permite el sufrimiento en sus hijos.
1) Dios utiliza el sufrimiento para pulirnos, perfeccionarnos y fortalecernos. También esto hace que por medio del sufrimiento evitemos el pecado. Salmos 66.10-12 y Hebreos 2.10.
2) El sufrimiento permite que la vida de Cristo, que estuvo llena de sufrimientos, pero así también de victorias, se manifieste en nosotros (2 Corintios 4.7-11). También este pasaje nos enseña que lo mejor en la vida cristiana no es la ausencia de dolor, sino el parecernos más a Cristo.
3) El sufrimiento doblega el orgullo humano y nos hace humildes y dependientes de Dios. El mayor obstáculo para creer, crecer y santificarnos es el orgullo, y la tribulación lo derrota (2 Co 12.7-9).
4) El sufrimiento en la vida de un verdadero cristiano le hace tener la misma actitud de Cristo, o sea, forma su carácter a un carácter santo, manso, humilde y lleno de gracia (Filipenses 2.1-11).