• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

La semana que pasó se dio un hecho que era aguardado por muchos. Político, desde todo punto de vista: la despedida de Sandra Quiñónez del liderazgo del Ministerio Público. Una gestión de cinco años, marcada por cinco juicios políticos; uno en el 2020, y nada más y nada menos que cuatro en el 2022. En promedio, un juicio político por año. Algo que no ocurrió con ningún otro fiscal general del Estado.

Quiñónez además soportó múltiples recortes en el de ya de por sí escuálido presupuesto de la institución. Las veces que solicitó el aumento del mismo o que al menos le devuelvan lo que en algún momento tuvo se le fue rechazado por la mayoría de una clase política que veía en ella a una enemiga declarada. A alguien a la que había que asfixiar económica y logísticamente hasta lograr arrodillarla a las poderosas facciones que se veían incomodadas por fiscales con la suficiente autonomía e independencia para investigar e impulsar causas a ambos lados de la brecha política paraguaya. Al punto de llegar a sentar en el banquillo y conseguir condenas para personas que en su vida se imaginaron que les llegaría ese momento. Y Sandra y algunos agentes fiscales lo pagaron caro. Un Jurado de Enjuiciamiento convertido en la santa Inquisición, con varios de sus integrantes dispuestos a hacer las veces de Tomás de Torquemada para cumplir con los mandatos que venían de fuerzas que no se animaban a mostrar sus rostros, apenas el largo de sus tentáculos y cómo sabían usar su insaciable guillotina.

A pesar de todo esto; de sufrir momentos durísimos como lo fue el asesinato de Marcelo Pecci, basta observar los números de estos cinco años en lo que hace a allanamientos, detenidos, el golpe económico que significaron varios operativos como “A Ultranza” y otros más. Las multimillonarias cifras en lo que hace a recuperación de activos, comiso de bienes e incautaciones. Senadores, diputados, intendentes, ministros, presidentes de entes, fueron cinco años donde el poder no pudo dormir tranquilo. Hasta colegas fiscales fueron investigados, procesados e imputados. Quiñónez tuvo más reconocimiento en el exterior que en su propio país. Los paraguayos nos caracterizamos por ser una sociedad que prefiere castigar antes que alentar a los que hacen bien su tarea. Por citar ejemplos, Unidades como la de Delitos Económicos, Narcotráfico, Crimen Organizado, Delitos Informáticos, Asuntos Internacionales, Trata de Personas fueron apenas algunas que tuvieron destacada tarea. Sin olvidar áreas como la de Niñez o Maltrato Animal.

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Alguno podrá decir que Quiñónez solo estaba haciendo su trabajo, que no hay por qué significar ni darle demasiada importancia, otros dicen que fue la peor fiscal general del Estado (casualmente lo dicen aquellos a los que incomodó, que rezaban para que llegue el día que se vaya por las buenas o por las malas y a los que nunca permitió que le marquen la agenda). Pero no, Quiñónez y sus fiscales no solo estaban haciendo su trabajo. Hicieron mucho más que eso por la Nación. Y de eso también se trata la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.

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