“Mantendremos los topes de la ley de responsabilidad fiscal. Aseguraremos la estabilidad macroeconómica, fortaleceremos los ingresos. Utilizaremos parte de los recursos de Itaipú para las inversiones, contendremos los gastos corrientes con austeridad presupuestaria”, dice uno de los tantos posteos que sus asesores le escriben al candidato de la Concertación Efraín Alegre.
Y sigue, ningún niño estará en la calle, educación sin barreras. Oportunidades para trabajar y progresar. Un país con medicamentos esenciales y seguros. No faltará comida en la mesa de ninguna familia paraguaya”, etc., etc.
Ningún candidato presidencial podría estar en contra de esto. Ninguno. Es lo que todos queremos. El punto está en cómo lo logrará. Podría pasarme todo el día pontificando en las redes del ideal de país que quiero, pero la pregunta es ¿cómo lo haré? Aquí está el mayor desafío. En Paraguay conocemos de memoria nuestros problemas, no necesitamos que estos meses de campaña electoral nos vengan repitiendo. Queremos saber cómo harán para resolver nuestros problemas.
Un ejercicio simple pero absolutamente válido es el siguiente; si una persona que nunca trabajó en serio, que siempre vivió colgado del salario del Estado, que hasta llegó a ocupar un cargo de ministro y no marcó la diferencia, sino que saltaron en su gestión denuncias de mala administración y pedidos de coimas para pagos a empresas constructoras. ¿Por qué cambiaría en el milagroso caso de que llegue a la Presidencia de la República? Llegaría a la silla de López y, de pronto, se iluminará su mente, tendrá ganas de trabajar y le lloverá un manto de honestidad y sabiduría. Imposible. No existe tal cosa.
Y siguiendo con el ejercicio simple, cuando vamos a contratar en la casa a una persona que se encargue de los quehaceres domésticos, por supuesto la persona que quiere el trabajo nos dirá que es capaz de convertir nuestra casa en la más limpia y ordenada del mundo. ¿Qué hacemos? Pedimos referencias.
¿Por qué somos tan estrictos con una cosa, pero a la hora de votar a quien administrará nuestro país podrían elegir hasta a un haragán?
Sería bueno que hagamos ese ejercicio. Si una persona estuvo 10 años al frente de la conducción de un partido, recibió millones de guaraníes en concepto de subsidios y aporte del Estado y fue incapaz de administrarlos correctamente, ¿les parece que podría administrar un país? Si esa misma persona ni siquiera pudo honrar la deuda, por la compra de la sede de su partido, a una familia que reclama lo que corresponde, ¿podría generar empatía con los problemas de la gente?
Pequeños gestos que marcan la conducta de las personas. ¿Podría una persona que destila odios y resentimientos en sus discursos tener la capacidad de construir entre todos los paraguayos un país mejor? ¿Podría una persona que se autopercibe impoluta y honesta, que excluye a quienes piensan diferente a él, que no condena el pedido de censura a las libertades conquistadas en democracia tener la capacidad de gobernar para todos?
Cuidado con estas personas que venden espejitos. Basta mirar de dónde vienen y qué han hecho en el pasado. Llegar al poder no los convertirá en mejores, serán lo que siempre fueron. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.