Apenas faltan 58 días para que llegue el 30 de abril, fecha en la que toda la ciudadanía deberá volcarse a las urnas en unas elecciones generales que decidirán quiénes serán los responsables de dirigir el destino del Paraguay, de toda la gente que habita dentro de sus fronteras, y de ofrecer medidas serias y profesionales para salir del oscuro panorama productivo y de endeudamiento que deja Mario Abdo Benítez.

Con una deuda récord del Estado paraguayo que sobrepasó los 15.000 millones de dólares en el 2022, con sicarios matando narcos en supermercados de Asunción, con el contrabando fuera de control que daña seriamente la industria nacional, con instituciones de gobierno que no cumplen su cometido y dejan, por ejemplo, la salud, la educación y la justicia en situación deplorable, es hora de tomar muy en serio el voto que tendremos en nuestras manos y que decidirá el bienestar o las penurias de nuestros compatriotas por los siguientes 5 años.

El país necesita un líder positivo, con formación y estudios especializados que dirija el esfuerzo colectivo en pos de la generación de fuentes de trabajo, que tenga detrás un equipo con sólidos conocimientos de economía y finanzas capaz de revertir el enorme déficit actual y cumplir el compromiso asumido con acreedores nacionales e internacionales, además de un gran espíritu patriótico que defienda realmente los intereses nacionales como la renegociación de Itaipú, un tema clave que hasta ahora fue encarado con pusilanimidad y entreguismo por el gobierno saliente.

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A nivel internacional vemos que, a dos meses de asumir la Presidencia de Brasil, Lula da Silva fue invitado por el mandatario estadounidense Joe Biden, quien el 10 de febrero lo recibió en la Casa Blanca, lo que algunos analistas políticos consideran una preocupante apertura del socialismo en la región tras el fin del aislamiento internacional de la era Bolsonaro.

Sin mucho ruido hasta ahora, Argentina también prepara sus elecciones presidenciales para el 22 de octubre y como candidatos suenan los nombres de Eduardo de Pedro, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta, del ex presidente Mauricio Macri, así como el del actual mandatario Alberto Fernández y de Javier Milei, quien en cada presentación hace mención acerca del peligro del avance del socialismo y sus nefastas consecuencias.

Pero la preocupación en este sentido no solo es de Milei, sino que en el Paraguay hace unos días el ex fiscal general del Estado Óscar Germán Latorre advirtió que “la Concertación, encabezada por la dupla presidencial Efraín Alegre-Soledad Núñez, tiene como único objetivo convertir a los paraguayos en un capital electoral, sin medir las graves consecuencias económicas que podría ocasionar al país en el caso de ser implementados sus proyectos políticos, calificados por expertos como populistas”.

Recordó que esa fórmula es la que llevó a Venezuela, Argentina y Brasil a conceder subsidios a millones de personas que pasaron a convertirse en un importante capital electoral, cuya subsistencia depende de mantener en estado de pobreza y permanente necesidad a los beneficiarios de esos subsidios. “Solo se generará un déficit fiscal que se convertirá en un problema económico y financiero irreversible”, sentenció.

El candidato a senador por la ANR, ingeniero Luis Pettengill, también expresó su preocupación por el peligro que representa el populismo, puesto que nuestro país está rodeado de países de tinte populista, cuya denominación fue cambiando a través de los años. Desde la década de los años 50 fue conocido como comunismo, luego su denominación fue cambiada a socialismo del siglo XXI y en la actualidad se le llama progresismo.

Tras reafirmar que el populismo atenta contra el desarrollo real de un país, opinó que lo que se necesitan son políticas públicas enfocadas en la producción, en la inversión, la salud y la educación.

En 58 días podremos decidir si salimos adelante con esfuerzo y trabajo digno o si preferimos hundirnos en el espiral mortal del nuevo “progresismo”. Pero en 59 días será tarde para arrepentirse.

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