DESDE MI MUNDO
- Por Carlos Mariano Nin
- Columnista
Los medios de prensa (y me incluyo porque trabajo en uno) muchas veces cometemos el error de condenar sin dar oportunidad a la defensa. Muchas veces sacrificamos “la presunción” a favor de nuestra propia impotencia o sobrepasados por situaciones que atentan contra nuestro entendimiento. Entonces, priman las emociones por sobre la razón.
Y, aunque está mal, trato de justificarme en que somos humanos, trabajamos cada día en mejorar eso. Pero nada justifica un mal paso.
La semana pasada nos tocó muy de cerca. El abuso es, sin dudas, el crimen más horrible y condenable. No existe perdón ni castigo que borre la huella que deja el abuso. No se discute.
El titular daba cuenta de que una mujer había sido abusada por un chofer de plataforma. La madre de la chica hacía la denuncia con total seguridad. Muchos medios condenaron al hombre. En las redes se pasó de la condena a la lapidación. Saturados por la tecnología, la información se masifica en un tiempo récord. Vivimos tiempos frenéticos.
Pero el denunciado dio la cara. Culpó a la mamá de querer perjudicarlo por un viejo pleito y así, de la nada, ya hubo otra historia. Pero quién va a creerle ahora. Su foto fue publicada en noticieros y portadas de diarios.
El caso me recordó a otro un poco más grave en Uruguay. Hace unos años una nena fue encontrada muerta. Una pediatra aseguraba entonces que había sido violada al confundir una pomada para las paspaduras de la colita con semen. Un periodista encendió la mecha y el padre salió en todos los medios como sospechoso del terrible crimen. No hizo falta más.
La autopsia develó el error, pero ya era tarde para el padre de la nena. Muchas veces puede que las situaciones no nos dejen lugar a dudas, pero la presunción es un derecho universal. “Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario”… pese a que todo nos lleve a pensar que sí.
Una vez que apretamos el gatillo, la bala no va a detenerse.