Según estudios realizados en los últimos años por organismos multilaterales internacionales, los niveles de gasto público realizados anualmente en nuestro país en investigación y desarrollo (I&D) se mantienen entre los más bajos de la región, ubicándonos apenitas por encima de países centroamericanos como Nicaragua, Honduras y Guatemala, en tanto que Brasil sigue liderando el ranking de país latinoamericano que más recursos invierte en ello, siendo China continental de lejos el líder a nivel mundial seguido por los EEUU.

Nuestro país invierte no más del 0,2% del PIB en investigación y desarrollo, una pobrísima cifra en términos relativos.

En muchas estadísticas figuramos como uno de los países de la región en donde el clima de negocios sigue siendo positivo, pero en contrapartida seguimos “coleros” en innovación y competitividad.

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Según los análisis e investigaciones realizados por estos organismos multilaterales, en lo que atañe a los índices generales de inversión, advierten que los sectores críticos que siguen limitando nuestro crecimiento son cinco: innovación, integración, educación, mercados financieros, infraestructura y fortalecimiento institucional.

“La estabilidad macroeconómica es un buen punto de partida para lograr que la economía avance. Pero para crecer más vigorosamente, necesitamos invertir más y más productivamente, y atacar los cuellos de botella que limitan el crecimiento.

En lo que refiere al ámbito fiscal, es necesario que nuestras autoridades económicas se enfrasquen en idear estrategias que apunten a potenciar la recaudación haciendo mucho mejor uso de los ingresos fiscales, que hasta ahora siguen absorbiendo en su mayor porcentaje los gastos rígidos o corrientes (sueldos y otros beneficios de funcionarios públicos).

En cuanto a los niveles de productividad parte del déficit del cual seguimos adoleciendo tiene que ver con la magnitud y carencia de dinamismo de las empresas de la región, siendo las principales causales las siguientes: imperfecciones del mercado financiero, impuestos desiguales, bajo cumplimiento de las regulaciones del mercado laboral, elevados trasuntado en una cada vez mayor informalidad.

Si bien en los próximos años la mayoría de los países de la región tendrían mejores perspectivas de crecimiento económico, luego de la crítica pandemia sanitaria que hemos soportado por más de 2 años, no sería aún suficiente para poder satisfacer las aspiraciones de la población.

En nuestro país la clase media se ha visto seriamente golpeada en su economía, por diversos factores, pasando incluso muchas de ellas a clase media-baja, y los que están en línea de pobreza, tienden a ser cada vez más pobres, agudizado por un crítico nivel de desempleo, sin que la generación de nuevas fuentes de trabajo, hayan dado respuesta a la creciente demanda que cada vez supera más y más a los niveles de oferta.

Nuestro mundo se muestra totalmente globalizado. Vivimos en el siglo de los avances tecnológicos en donde todo lo tenemos a mano y al alcance de un clic. Pero nosotros muy poco hemos avanzado en estos últimos 4 años.

Si no nos disponemos a realizar las inversiones necesarias en investigación y desarrollo, probablemente seguiremos rezagados sin saber aprovechar la riqueza en recursos naturales que poseemos y nuestra privilegiada ubicación geográfica.

De nada valdría que apoyemos a los emprendedores que son los generadores de mayores fuentes de trabajo si solo nos enfocamos en algunos temas y dejamos de lado la importancia primaria de la I&D que está presente en todos los ámbitos y empresas sean del porte y segmentos de negocios que los fueren.

Esperemos que el próximo gobierno cambie el “chip mental” dándole de una vez por todas la importancia estratégica que el mismo se merece, para que podamos aspirar a un crecimiento integral, ser rentable y competitivo y paralelamente facilitar la venida de más inversionistas extranjeros, que generen fuentes de trabajo, pues precisamos no menos de 100.000 por año.

Hagamos el máximo esfuerzo posible por alcanzar el grado de inversión en nuestra calificación de riesgo-país, por el cúmulo de facilidades y ventajas que traerá aparejado a nuestro crecimiento económico y social y niveles de competitividad.

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