Convoca a involucrarse, a estar en acción, a dar algo al respecto, y de diferentes maneras trata de marcar la importancia de la singularidad que lo pregona. El hecho de encuadrar acarrea tantas significaciones que invita a sumergirse en el mismo, dado que a su manera impacta cotidianamente en cada vida. Para situar un acontecimiento hay que identificar las variables que lo hacen posible. El conocimiento es un factor decisivo para poder entender las razones por las cuales ha sucedido o acontece en el presente. Es que al conocer, por ejemplo, se pueden establecer las condiciones que se requieren para asumir un compromiso o para realizar una actividad específica. Todo apunta a que al encuadrar se puede ordenar algo que así lo requiere. Pero para que ello sea factible hay que tener claro qué se quiere asignar de tal forma. Es una tarea que necesita dedicación temporal porque se asienta en las intenciones que llevan a encasillar tal o cual quehacer. No hay que temerle al asunto de circunscribir lo que se quiere y sí hay que valorar el alcance de las precisiones que permitan darle solidez estructural.
Para poder interpretar hay que considerar la existencia de la flexibilidad. Por eso palabras como encuadrar, situar, establecer, ordenar, asignar y circunscribir pueden ser elementales para darle espacio y protagonismo a ensanchar, agrandar, extender, ampliar, acrecentar o, de acuerdo a la cuestión que se trate, quizás sea apropiado achicar, acortar o disminuir; unos y otros vocablos pueden darle un cause diferente a lo que se estipuló inicialmente o a lo que hasta ahora está pasando. Paul Watzlawick, (1921-2007), filósofo y psicólogo austríaco, consideraba vital la posibilidad de reencuadrar un episodio a través de la modificación del ángulo por el cual es percibido, facilitando de esa forma la construcción de otro marco que permita darle un nuevo sentido.
A veces en la vida un pequeño desplazamiento puede generar un gran cambio, por lo que para ser flexible no es necesario abandonar o menospreciar lo hecho, es que se trata de aceptar que se puede seguir aprendiendo. Y en ese constante crecer es prácticamente inevitable reencuadrar criterios y modos conductuales. Aquí vale decir que en ocasiones los antónimos de encuadrar serán una opción a tener en cuenta, es el caso de los términos desarmar o salirse. En cada fenómeno que acontece es amplísima la gama de consecuencias que pueden ocurrir.
Hay encuadres que duran toda una vida. En algunos casos los momentos tratan de ser recordados a través de un cuadro que enmarca una imagen, una frase o una situación que han quedado simbolizados por medio de ese ornamento visible que se muestra en algún espacio determinado. También estos enmarcados ayudan a reencuadrar aquellos episodios y sirven para estimular lo que se vive y lo que se aspira vivir.
Este artículo recorre sucintamente algunos de los tópicos en los cuales se basan las jerarquizaciones lingüísticas con el fin de desmontar algunos prejuicios comunes en torno a la aptitud de las lenguas y sus hablantes.
Uno de los pilares teóricos en que se ha fundado el imaginario hegemónico sobre el estatus de las lenguas es la hipótesis de Sapir-Whorf, derivada de las ideas de los lingüistas estadounidenses Benjamin Whorf y Edward Sapir. Según estos autores, el lenguaje determina los modos de pensamiento. A partir de esto se sostiene que cuanto más expresiones tenga una lengua más apta será para generar formas complejas de pensamiento y, en contrapartida, la ausencia de una palabra para nombrar algún concepto imposibilita la capacidad de pensar tal o cual representación lógica.
Esto directamente implica hacer una jerarquía entre las lenguas en proporción a su repertorio léxico. Esta posición, a la que se conoce como determinismo o mentalismo lingüístico, sostiene que la lengua constriñe el pensamiento a tal punto de que al carecer de determinadas expresiones esos conceptos serían impensables dentro de ese universo, puesto que las gramáticas conducen los procesos mentales.
Sin embargo, en oposición a esto podemos notar que muchas sociedades que no conciben la autonomía del campo artístico no poseen una palabra para nombrar el arte, lo cual no significa que no realicen asociaciones o vivan experiencias asimilables a un tipo de goce estético.
Esto más bien refleja que el arte no era una actividad separada de la vida y que, por lo tanto, no se precisaba abstraerse de él para nombrarlo, puesto que tan arraigado se encontraba con la existencia cotidiana que pasaba como un aspecto más de ella. Además, por supuesto, de la fuerte vinculación del arte con la ritualidad religiosa a tal punto que resulta difícil desvincularlos.
NECESIDADES Y CAPACIDADES
Así también, existen lenguas que no tienen términos para números superiores al cinco y esto se ha presentado como un indicio de supuesta precariedad lingüística. El antropólogo Marvin Harris, al interrogarse sobre la posibilidad de que existan lenguas superiores, analiza las necesidades culturalmente establecidas en cuanto a la disponibilidad de fórmulas que especifiquen o generalicen las cantidades numéricas.
Ante el hecho de que muchas sociedades preindustriales hayan agrupado las cantidades en denominaciones genéricas tales como “poco”, “mucho” o “demasiado” y que, en contrapartida, las lenguas europeas cuenten con sistemas más específicos, se han construido nociones de prestigio social sobre las que Harris afirma:
“Estas evaluaciones no tienen en cuenta que hasta donde un discurso es específico o general refleja la necesidad culturalmente definida de que sea específico o general, no de la capacidad de la propia lengua para transmitir mensajes sobre fenómenos específicos o generales (...). La ausencia de cifras elevadas normalmente significa que existe poca necesidad y pocas ocasiones en las cuales es útil especificar de manera precisa estas grandes cantidades. Cuando estas situaciones se hacen más corrientes cualquier lengua puede solucionar el problema de la numeración repitiendo el término mayor o inventando nuevos términos”, expone en su obra “Antropología cultural”.
Para ejemplificar esto último, el autor menciona que un individuo de una sociedad simple puede nombrar e identificar entre 500 y 1.000 especies de plantas, en tanto que una persona de la ciudad apenas de 50 a 100, pues el repertorio de esta versa más bien sobre denominaciones genéricas como planta, árbol, flor, etc.
BILINGÜISMO Y DIGLOSIA
Ahora bien, tomando como punto de referencia el uso de las lenguas se ponen de manifiesto algunas de las principales asimetrías en el seno de nuestra sociedad. El castellano es considerado el karai ñe’ê, “la lengua del señor”, y el guaraní es el ava ñe’ê, “la lengua del indio”. Y ava es un término despectivo, algo que se asocia a todo lo indeseable. Como sociedad colonial sigue fuertemente arraigada la idea de que para ser “civilizados” hay que dejar de ser “indios”.
En este sentido, Bartomeu Melià sostiene que en nuestro país no existe bilingüismo, pues este no implica la sola coexistencia de dos lenguas y que, por lo tanto, lo que se verifica efectivamente es diglosia. En un contexto más general, también se registran casos de poliglosia o multiglosia, puesto que dentro de las propias lenguas indígenas existe una hegemonía del guaraní en relación con otras que incluso están al borde de la desaparición.
Por ello, Melià asevera que “el estado de las lenguas en América es uno de los mejores indicadores de lo que ha pasado con las sociedades americanas”. Si la conquista empezó por la ocupación del territorio, la ocupación de la lengua es, en última instancia, su culminación definitiva. Más aún, para este autor ningún proceso de dominación es tal en tanto no se constituya en una dominación por la lengua y a través de la lengua.
Este autor advierte sobre el ejercicio de la dominación sobre una lengua a partir de la limitación de su uso a los contextos coloquiales y su exclusión de los ámbitos de la cultura.
“La moderna lingüística estructural admite generalmente que nosotros no hablamos una lengua, sino que somos hablados por la lengua. En consecuencia, un pueblo que se des-lengua es un pueblo que se des-piensa, se des-dice y, finalmente, se des-hace (...). Ahora bien, el alingüismo es por desgracia un fenómeno posible. (...) Una lengua pasa a ser dominada cuando se la relega al coloquio íntimo y se le niega vigencia en lo que se ha dado en llamar el mundo de la cultura”, escribe en “Una nación, dos culturas”.
Ha’e, “ser” y “decir” en guaraní. Palabra y alma, una misma entidad. Por consiguiente, negar el uso de la palabra propia mediante la asimilación forzada y la imposición de una lengua ajena es negar el mismo derecho a la existencia a estas sociedades.
Los significados ayudan a comprender aquello que se presenta. La visión acerca de lo que sucede requiere de la ampliación emotiva que se apropia del quehacer. Lo que se valora tiene una extensión cuyos parámetros suelen ser inconmensurables. De alguna forma, siempre se manifiesta lo que impulsa a avanzar. La máxima expresión significativa es la vida misma.
Para el maestro Viktor Frankl (1905-1997), el hombre no se centra en sí mismo, sino en algo o alguien a quien servir o amar. En su obra titulada “El hombre en busca del sentido último”, expone en el capítulo 8 la teoría de la motivación que pregona la logoterapia, siendo esta la tercera escuela vienesa de psicoterapia, que propone que la voluntad del sentido es la motivación primaria del ser humano.
En la búsqueda de significados, se encuentra una de los más nobles desafíos de vivir. Es en esa profunda raíz desde donde surgen las consecuencias futuras. Al darle atención al otro o a lo que se hace, uno se olvida de sí mismo, generándose la entrega hacia esa tarea o sujeto, aunque al decir de Frankl cuanto más se implique o se deje absorber por algo o alguien diferente a sí mismo, más se vuelve él mismo. Y cita un ejemplo concreto: “Es el del niño que, absorto en su juego, se olvida de sí mismo y en el momento de hacerle una foto; si esperas a que el niño se dé cuenta de que le estás haciendo una foto, congelará su cara, mostrando una autoconciencia totalmente innatural en lugar de su gracia natural”.
Lo que es simple y no forzado tiene un impacto sin igual entre quienes socializan. Esta coloquial influencia produce razones constantes para entablar nuevos vínculos. En ese foco especial abocado al otro o a algo se materializa la realización del existir. Es ahí donde el sujeto se siente vivo entre sus contemporáneos y decide involucrarse, aprender y crecer.
El doctor Frankl sostiene que esa entrega dirigida hacia algo o alguien es una característica de la existencia humana y la llamó autotrascendencia, y consideró que la autoactualización es el producto final no intencionado de la autotrascendencia. Y ahonda sobre el tema expresando: “Así como la autoactualización solo puede obtenerse a través de un desvío, a través de la satisfacción de un significado, la identidad solo está disponible a través de la responsabilidad, siendo responsable de esa satisfacción de significado”.
Se siembra con vitalidad en territorios afectivos donde se fomenta de forma espontánea, llana y abierta el respeto hacia el otro, el estímulo positivo de sus proyectos, la admiración de sus actos y la colaboración en los entornos donde se habita.
Arroceros desvían lagunas y arroyos a sus cultivos, violando ley de impacto ambiental
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Luego de que pobladores de la localidad de Santiago, en el departamento de Misiones, denunciaron que dos de las nacientes más importantes de la zona se estaban secando, el Ministerio del Ambiente decidió visitar el lugar y descubrieron que arroceros estaban desviando los cauces.
Durante esta semana, fiscalizadores del Mades llegaron hasta el lugar y detectaron que una naciente que corresponde a la laguna Tesoro y al arroyo Atinguy –ambos desembocan en el río Paraná–, eran desviados a tres establecimientos que se dedican al cultivo del arroz.
Ante esta problemática, se intervinieron los tres lugares por generar un posible impacto negativo en los cursos hídricos.
“En las mencionadas propiedades se encontraron irregularidades como desvíos de nacientes, como la laguna Tesoro, a través de canales secundarios que se dirigen hasta los distintos cultivos o parcelas de arroz”, resalta el informe técnico y agrega que se pudo corroborar que algunos de los reservorios encontrados estaban secos.
Así también, comunicaron que estas canalizaciones realizadas en forma ilegal provienen del humedal y están enlazadas a las lagunas Tesoro y Lobo, por lo que podrían estar alterando las condiciones naturales de los cursos hídricos.
Fueron intervenidos tres establecimientos. Foto: Ilustrativa.
“En una de las propiedades se encontró además de la canalización el taponamiento de un canal principal que desemboca al arroyo Atinguy. Dicho canal se encuentra conectado al canal principal que cruza por la propiedad vecina, que está conectada a la laguna Tesoro”, manifiesta el documento.
De esta forma, los intervinientes labraron acta para entregar a la Asesoría Jurídica del Mades todo lo documentado. Agregan que al menos en el momento de la intervención ninguno de los establecimientos contaba con la declaración de impacto ambiental (DIA). Todos estarían cometiendo la infracción a la Ley N° 294/93 De Evaluación de Impacto Ambiental y la Ley N° 3239/07 De los Recursos Hídricos del Paraguay.
El terrorismo no tiene justificación ni razón de existir
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Los hechos acontecidos en Francia en los últimos días constituyen un nuevo episodio de una misma interminable serie sobre el terrorismo en el mundo.
Estos hechos suponen –una vez más– la necesidad de que la humanidad encuentre una cura para la violencia por cuestiones étnicas, nacionalistas, religiosas o de la etiqueta que fuera por el mismo camino urgente y sin demoras como la búsqueda de una vacuna contra una enfermedad mortal.
No es saludable convivir con formas de terrorismo eternizándose en el análisis de las razones de la existencia del odio, tratando de encontrar justificaciones como el contexto de un mundo injusto, etc.: el terrorismo no tiene justificación porque no puede ser analizado desde ningún patrón racional. Ante ello, la mejor estrategia es asumir que necesitamos un mundo en paz en el que el terrorismo no forme parte y ese es un asunto militar.
La identificación de la criminalidad del terrorismo con las razones del odio religioso no hace sino dar una supuesta moral de venganza a lo que no tiene razón alguna de existir. El terrorismo en una rama que se sostiene de un árbol que merece ser derribado definitivamente porque va a contramano de los avances y el caminar de la humanidad, que ha definido un mundo en paz como el mejor contexto para desarrollar la civilización y sus altruistas metas.
Las mismas razones se pueden usar en el caso del EPP en el Paraguay. No existe nada que justifique su existencia. No tiene otra razón que el odio o la muerte.
No representan la venganza de nada contra nada; son simplemente todo aquello que significa odiar a los seres humanos, secuestrarlos, matarlos y representar con ello un ritual de terror. Construir con base en ello un mito de razones de rebelión de determinados sectores postergados contra otros dominantes, etc., es una trampa cazabobos que –como también es el caso del terrorismo internacional– constantemente explota en las manos de los que quieren encontrar alguna razón que justifique a este pernicioso grupo criminal que opera en el norte.
El terrorismo de adentro o de afuera es un cáncer con el que convive la humanidad sin encontrar, ella, hasta hoy, maneras de extirparlo. Sin embargo, deben enfocarse esfuerzos para lograrlo antes de que se termine entendiendo que “convivir” con el terrorismo y el terrorista es parte del funcionamiento del mundo. La normalización en este caso no tiene otro nombre que la paralización ante el terror.
Que los hechos de Francia sirvan para la reflexión al respecto de una salida que desactive permanentemente el EPP (la más genuina representación del terrorismo en el Paraguay) y ponga a sus componentes ante una Justicia férrea.
Los muertos y secuestrados, sus familiares sufrientes y el pueblo paraguayo de pie en contra del odio dan fe de la importancia de este proceso.
Pero, al mismo tiempo, cortar con las acciones terroristas en el Norte constituirán una forma de evitar que se inserte en los jóvenes de tal zona una cultura de justificación del terror como fórmula de sobrevivencia atendiendo que hoy ya son irrefutables los datos sobre el uso de jóvenes, incluso de comunidades nativas, para servir a las misiones criminales del EPP a cambio de una paga. La prosperidad del negocio del terror que vive de la extorsión está en potencial peligro de ir creciendo sin control.
Este es un proceso sobre el cual debería debatirse con mucha mayor profundidad, ya que el factor reclutamiento no solo supone un permanente fortalecimiento del grupo terrorista, sino la posibilidad de su expansión territorial.
Queda en manos de las autoridades reflexionar sobre las fórmulas, pero la puesta de toda forma de criminalidad en manos de la Justicia es una obligación ineludible e impostergable.