La población del electorado en el Paraguay está cambiando. Y hoy el voto joven está más movilizado con una mayor participación de las decisiones futuras, y al parecer apoyando temas como la gobernabilidad democrática, el clima, el género y los derechos reproductivos. Esperemos que esto se traduzca en un efectivo impulso de estas agendas a nivel interno, pero también a nivel internacional.
El peso que tendrá la juventud paraguaya en este proceso electoral es, sin duda alguna, relevante en término numéricos. De acuerdo con datos electorales los jóvenes representan un tercio del total de los ciudadanos que podrán votar en las próximas elecciones. Además hablar de las y los jóvenes en nuestro país resulta importante por las características que comparte dicho grupo con información en tiempo real. Pues vive en un sistema político competitivo y democrático, y cuenta con diversas formas de comunicación gracias a herramientas como el internet.
El ciclo electoral en Paraguay se inicia con la renovación de las autoridades políticas, configurando una nueva geografía político-electoral. Este ciclo se da en uno de los momentos más complejos desde el regreso de la democracia, signado por la crisis de salubridad, la acelerada recesión económica y, paradójicamente, la erosión de la confianza en la democracia. Los votantes deben expresar su opinión sobre la democracia y las amenazas a los derechos políticos fundamentales. La democracia está literalmente en la papeleta.
El Paraguay tiene varios desafíos por delante en el 2023. El gobierno enfrentará escenarios complejos que han sido provocados por diversos factores externos, como la elevada inflación y recesión mundial causadas por la guerra en Ucrania, y por los coletazos de la pandemia del covid-19, de la cual la región aún no logra recuperarse. A nivel político se observó en el 2022 la presencia de movimiento con aires transformadores y retos que esperan mayor impacto en la gobernabilidad democrática regional.
También la Justicia Electoral tendrá una función muy importante de supervisar el proceso electoral y, sobre todo, proteger los derechos y la participación en elecciones libres y justas.
La consolidación de nuestro proceso democrático es fundamental. Para ello necesitamos una gran concurrencia del electorado y, así también, el adecuado ejercicio de su voto mediante la decisión consciente, voluntaria y autonomía. En ese sentido, las campañas electorales deben servir para analizar muy bien a los candidatos, sus propuestas y capacidades. El futuro del Paraguay depende, en gran medida, de que tengamos en el Ejecutivo y en el Congreso personalidades ilustradas, patriotas e idóneas.
Ello, porque el desarrollo en democracia y para todos ya no puede esperar.