Hoy faltan 321 días en la Argentina hasta el 10 de diciembre venidero, fecha en que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández terminarán sus mandatos, como lo establece la constitución nacional. Ambos dos, sin embargo, podrán presentarse para una reelección que los habilitaría para otro período de cuatro años. Pero, para ello deberían ocurrir, por lo menos, dos cosas: 1) que decidieran hacerlo, ya que Alberto F. y Cristina F. no tienen ningún legal impedimento; y, 2) que así lo desearan. Si así fuera, las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) -con las que la ciudadanía elegirá quiénes serán las y los candidatos que podrán presentarse ante el pueblo- se realizarán el domingo 13 de agosto.
Dentro de 202 días. En ese contexto, los días 8 y 15 de octubre, las y los postulantes para la Presidencia deberán participar de sendos debates televisivos en que harán conocer sus proyectos de gobierno para que el 22 de octubre de este año las y los ciudadanos decidan quiénes sucederán a Alberto y a Cristina. Faltan 272 días. Si nadie de quienes postulen alcanza más del 50% de las voluntades electorales o más del 40% con una ventaja de más del 10% de quien se ubique en segundo lugar, el balotaje -segunda vuelta o segundo turno- será el domingo 19 de noviembre. Faltan 300 días. Si nada cambia, este cronograma extraoficial que se hizo público en la semana que pasó, la Cámara Nacional Electoral (CNE) lo confirmará para oficializarlo no más allá del 23 de marzo próximo. Los almanaques suelen ser impiadosos.
Mientras, la política al igual que la economía se tensionan más y más y los resultados de esas tensiones desgastan la vida cotidiana de la sociedad en su conjunto y la gestión de quienes tienen la responsabilidad de gobernar. Como cada enero en el hemisferio sur, en la Argentina, las vacaciones llegan a su fin. Las y los actores públicos vuelven a lo de ellos y ellas que es, por sus decisiones, lo de todos y todas.
Alberto F., con la Fabiola, su compañera y Francisco, el pequeño hijo de ambos, por unos pocos días descansó en la residencia de los presidentes en Chapadmalal -unos 26 km al sur de Mar del Plata- casi sin actividad. Sin embargo, luego una sola salida social, para cenar en familia y un par de amistades en el restaurante Casa Pampa, propiedad del publicitario Roberto Fiocca, en cuyo local con amable paciencia se fotografió con el propietario y el personal de ese centro gastronómico de moda con alta cocina, fue suficiente para que en la mañana del día después inspectores de la seguridad social (Anses) y de la Administración Nacional de Ingresos Públicos (Afip) auditaran a fondo ese comercio para verificar si se encuentra a derecho. Los resultados de esas inspecciones se desconocen. Todos las y los involucrados en esas fiscalizaciones negaron que los operativos fueran resultado de la cena presidencial. Sin embargo, portavoces gubernamentales, con reserva de sus identidades, recordaron a este corresponsal que “la Anses y la Afip son áreas a cargo de funcionarios y funcionarias que no responden a Alberto”. El impacto en tierras marplatenses fue alto y tuvo efectos inesperados. A tal punto, que una fiesta ampliamente publicitada que se planificaba desde muchas semanas para realizar en el mismo lugar donde se concretó la cena presidencial para cerca de la medianoche del pasado sábado 21, fue suspendida.
El oficialista Frente de Todos (FDT), como se recordará, se apoya sobre tres patas bien diferentes: Alberto F.; Cristina F. y el diputado Máximo Kirchner; y, el ministro de Economía, Sergio Massa. ¿Hay relación fluida entre ellos? No es sencillo saberlo.
Cristina F. regresó desde la patagónica localidad de El Calafate -su “lugar en el mundo”, como alguna vez lo revelara públicamente- en la provincia de Santa Cruz, donde gobierna su cuñada Alicia Kirchner. De su vuelta se supo porque, a través de su cuenta en la red Twitter, @CFKArgentina, retomó sus temas desde muchos años, como mirada muy crítica. Volvió hacer foco sobre la Corte Suprema de Justicia (CSJ), las oposiciones, los medios hegemónicos. Siempre más de lo mismo. Como siempre, desde siempre. Dicen quienes dicen estar en las cercanías de la vicemandataria que, “aunque no lo mencione taxativamente por respeto a su investidura, Alberto F. debería saber que las críticas de Cristina lo involucran por acción u omisión”. ¿Será así? Con mucho menos circulación de mensajes en las redes que la vicepresidenta, el diputado Kirchner, también orada a la gestión presidencial en múltiples reuniones partidaria que organiza La Cámpora, la línea interna que lidera desde su juventud, y que desde muchos meses no acompaña a Alberto F. en los actos públicos que el presidente lidera. El ministro Massa, cuando nadie lo ve, es otro de sus blancos políticos internos.
A este panorama complejo, en la semana que corre, las tensiones serán más vigorosas porque desde mañana sesionará en Buenos Aires la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) por lo que arribarán aquí, entre otros, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; el de Cuba, Miguel Díaz-Canel; el de Nicaragua, Daniel Ortega; el de Bolivia, Luis Arce; el ex mandatario de ese país, Evo Morales Ayma; y, el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. La presencia de Maduro, Díaz-Canel y Ortega, sobre todos, genera mucho ruido en ecosistema político local con proyección internacional. La grieta entre democracia y antidemocracia está en carne viva. Por si algo faltara, los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden; de China, Xi Jinping; y, de México, Manuel Andrés López Obrador, invitados muy especialmente por Alberto F., presidente temporal de la Celac, no concurrirán. La vicepresidenta Cristina F., en ese contexto, claramente, ocupará todos los espacios.