Estamos en un mes en el que muchos aprovechamos para tomar vacaciones del trabajo o de las tareas del hogar. Es un tiempo de reencuentro con la familia o las personas con las que convivimos, y en el que recargamos energía para afrontar lo que resta del año de la mejor manera. Pero ese volver a encontrarnos fuera de la rutina puede implicar momentos de tensión por la propia ansiedad de que todo vaya según los planes, de no “perder” esos valiosos días de descanso, de intentar acomodarnos para tomar la mejor foto de un instante feliz. Y es posible que, casi sin querer, esos días que anhelábamos tanto tener tras un año cargado de sacrificios y duro trabajo se traduzcan en discusiones, en conflictos estériles, en frustraciones.

Recuerdo una pareja amiga que planeó durante mucho tiempo un viaje a Disney con sus hijos. Ahorraron el dinero, buscaron las fechas adecuadas, contagiaron a los chicos con la aventura y diseñaron cada minuto de esas vacaciones. Cuando llegó el momento de viajar, una serie de imprevistos trastocaron esos planes. Tuvieron horas de espera en un aeropuerto por inconvenientes con la aerolínea, el hotel no les ofreció todo lo que esperaban, y las caminatas y largas filas dentro del parque irritaron a los niños, transformando la aventura que tanto querían tener en casi una pesadilla. En ese punto, en lugar de quedarse con la sensación de que todo había salido mal, buscaron alternativas para pasarla bien. Porque no se trata de conformarse, sino de hallar la vuelta para controlar las dificultades desde una perspectiva positiva. Hablaron con los encargados del hotel, eligieron otros paseos y pensaron en actividades creativas para sus hijos en caso de una nueva espera durante el viaje de regreso. Frente a los obstáculos, eligieron tomarse las cosas con calma, con despreocupación, con la visión de que a pesar de todo iban a pasar un tiempo de calidad en familia.

Y es que el descanso es una parte fundamental del éxito, la salud y la felicidad. Vivimos en medio de muchas distracciones en este mundo digital y desconectar es vital para la salud a largo plazo. Nuestro cuerpo está hecho para prosperar en una serie de carreras cortas. Por eso, tomarse un descanso y disfrutar ese descanso es primordial. Las pausas favorecen la salud mental, impulsan la creatividad, aumentan la productividad, promueven el bienestar, reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo y fortalecen las relaciones. Un descanso adecuado ayuda al cuerpo a repararse y recuperarse. Sabemos todo lo que puede ocasionar el estrés en nuestras vidas. Para algunos puede actuar como un estimulante, pero para otros, se siente más como una carga muy pesada.

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Por eso, te invito a que en estos días o en los momentos en que puedas tomarte un descanso, vivas ese tiempo de manera intensa y significativa. Que tomes conciencia de la importancia de desconectar, del valor de ese reencuentro con la familia o tus afectos, del privilegio de conocer nuevos sitios, experimentar otras emociones y compartirlas. Y que pienses menos en las agendas, en llegar a tiempo, en que todo salga perfecto. Dejar atrás el estrés de tener una foto perfecta y tomarnos la que podamos, así como salga. Lo esencial es que todos tengan una sonrisa genuina por estar viviendo el momento que realmente quieren vivir.

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