“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- Por Pablo Alfredo Herken Krauer
- Analista de la economía
- Email: pabloherken@yahoo.com
Según una encuesta especializada, para Juan Pueblo la peor enfermedad económica sufrida en el muy difícil 2022, y que aún se extiende con problemas de todo tipo, fue la “inflación”, o como dicen comúnmente, la suba de los precios de la canasta familiar, o la plata que cada vez valía menos para comprar: “Antes salíamos del supermercado con una bolsa en cada mano; hoy la realidad es otra, dura y dolorosa, llevamos a casa una bolsa con una de las dos manos, y no alcanza. Con el Jesús en la boca para comprar lo más que se puede, y a Jesús rogando para que la familia se satisfaga aún con lo poco puesto en la mesa de la casa”. Sí, categórico, la encuesta no miente, lo que más le dolió a la gente fue la inflación. Claro que también dolió la falta de empleo, el bajo salario, las menos horas de trabajo, las condiciones más desfavorables para trabajar, la caída de las ventas y las producciones, el comercio muy venido a menos (micro, pequeñas y medianas empresas, cuentapropistas, formales e informales, vendedores ambulantes, personal doméstico) y el ambiente de incertidumbre, hasta de miedo por el presente y el futuro.
El Banco Central del Paraguay (BCP) nos informó que cerramos diciembre y en consecuencia el año 2022 con una inflación del 8,1% –versus el 6,8% del 2021– y en la canasta los precios de los alimentos subieron 9,2% (sin frutas y verduras 8,8%), los de las frutas y verduras 11,9% y lo de los combustibles 27,5%. Desde esta perspectiva final, punta a punta, como decimos vulgarmente en economía, es decir, diciembre del 2021 a diciembre del 2022, el 8,1% no parece tan malo ni grave, Aun sabiendo que ese 8,1% final del 2022 fue la inflación más alta desde el 2006, cuando se registró una del 12,5%. Pero en economía, los buenos profesores nos enseñaron que en términos de inflación también hay que calcular la llamada inflación promedio del año en cuestión con sus 12 meses. En este caso la inflación promedio del 2022 fue del 9,8% contra el 4,8% del 2021. Ya hay una diferencia mucho mayor entre ambos períodos. El antecedente más inmediato es del 2008 con 10,2%. La inflación promedio del 2022 permite no olvidar que tuvimos seis meses con una inflación interanual o de doce meses del 10% y más, con la mayor en abril del 2022 con 11,8% (la superior también desde el 2006).
También en ese mismo mes de abril las frutas y verduras habían subido en 43,9% y los combustibles con un alza del 53,3%, siempre en términos interanuales. Desde un punto de vista más concreto, veamos lo que ocurrió específicamente con la canasta de alimentos. Terminó el 2022 con un alza de precios del 9,2%, pero en abril experimentó un salto interanual del 19,8%. El promedio de inflación alimentaria fue del 15% el año pasado versus 9,2% en el 2021. Este es el dolor más agudo en el dolor global: 26% de encarecimiento en los alimentos en dos años, sin punta a punta, ni variaciones interanuales. Por ello, cuando se señala a la peor enfermedad económica del 2022 a la inflación o al alto costo de vida la gente no mira el final de los indicadores del BCP como medida real del sufrimiento. A la gente la inflación alta y la inflación promedio es la que golpeó y golpea. Es bien cierto que se desaceleró la inflación del 11,8% al 8,1%. En mucha menor medida se desacelera el dolor continuado de la inflación alta o las inflaciones altas. En el papel es una cosa, en la realidad en la que se vive y sobrevive es otra. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.