• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

En la semana anterior se vio una reacción que, para quienes estamos en el rubro de la política y la comunicación, es una cuestión cíclica que se pone de manifiesto generalmente luego de las primarias, ya sean estas municipales o para cargos nacionales y departamentales. Estamos hablando del momento de histeria colectiva en el que entran grupos de medios de comunicación, sus principales referentes y, obviamente también, líderes y candidatos de la oposición, cuando el Partido Colorado empieza a curar las heridas que dejaron sus internas, se dan el tan reconocido abrazo republicano e inician el proceso de unidad rumbo a las próximas elecciones donde van a medir fuerzas frente a los demás partidos o alianzas.

Para algunos grupos de poder económicos con capacidad de lobby, de medios de comunicación, de periodistas, de políticos de cualquier otro signo político y de candidatos, configura un auténtico escándalo que los colorados tengan la capacidad de iniciar un proceso de diálogo luego de (y se volvió a ver en la última ocasión) las internas más competitivas del Paraguay. Hasta el último eslabón de la estructura de la Asociación Nacional Republicana sabe que en sus primarias siempre se decide en gran medida a quienes comandarán los destinos de nuestro país los próximos cinco años. Es justamente esa vocación de poder, el hecho de que es mejor dejar de lado las diferencias y enfocarse en las coincidencias, unas internas donde la excepción han sido las dudas sobre algunas mesas y sus consecuentes resultados para algunos cargos, lo cual otorga a los electos la legitimidad suficiente para liderar y encarar procesos, apenas algunos de los puntos que hacen que, para todos los demás, la unidad sea presentada como algo inaudito, impensado.

Paradójicamente; quienes no encuentran fórmulas para dirimir sus diferencias de manera a transmitirle al electorado la necesaria capacidad de gobernabilidad y que las mismas no terminen dinamitando a su administración, como efectivamente se vio la última vez que lograron acceder al gobierno, sobre quienes pesa la casi nula competencia electoral en sus internas, y que cuando sucede, llueven las denuncias de fraude e inclusive de nulidad de elecciones, los mismos que están tan pendientes de la ANR y que generan tan poco contenido en sus propios discursos, fortalezas y plataformas que vuelven al colorado céntrico a todo el ecosistema político, económico y social del Paraguay, quienes siguen sin entender al electorado colorado y se pasan cuestionándolos por las decisiones que toman y a la par de tratarlos de estúpidos o malos electores les piden su voto, ellos son quienes construyen toda una narrativa contraria a la unidad. Más ironía e hipocresía no se puede pedir porque no se encuentra.

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La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, nos exige exponer cuestiones como la descripta en esta columna y hacerlo de la manera que amerita, con coraje y convicción. En la seguridad de qué decir y escribir, lo políticamente incorrecto es con mayor asiduidad un asunto de valentía y obviamente también de honestidad intelectual y creatividad.

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