Dios hizo todas las cosas, todo el universo y también todas las personas. Todos nosotros llevamos en nosotros mismos las marcas de Dios. Todas las culturas buscaron y buscan encontrarse con un ser superior, que invita a trascender los límites de la existencia terrena y que le llenan de sentido.
Por eso, ya que era muy difícil que el hombre por sí mismo llegara a comprender el misterio de Dios en su amplitud, Dios decidió entrar en nuestra historia y revelar su misterio. El pueblo judío fue el elegido para ser el medio concreto de esta revelación a todas las naciones. Sin embargo, preocupados con tantas otras cosas, ellos infelizmente no fueron capaces de acoger al Mesías. Tenían todas las indicaciones, pero fueron sorprendidos. El texto de Mateos nos dice que Jerusalén se quedó convulsionada, con la presencia de los magos y con su pregunta: “¿Dónde está el rey de los judíos?”
Como el recién nacido no era solamente el rey de los judíos, sino también el Señor de la historia y de todos los pueblos, estos tres magos vienen en nombre de todas las razas, a manifestar la apertura de todas las culturas al Dios que nos viene al encuentro.
Ciertamente es esto quiere significar el número tres, que en la Biblia siempre nos da una idea de totalidad. Interesante mirar atentamente los gestos de estos tres magos: “entraron en la casa”, revela todo el movimiento de ellos. Entraron en el ambiente de Dios. Dios viene a nosotros, pero también nosotros tenemos que entrar en el lugar de Dios. No somos totalmente pasivos, quien se queda con los brazos cruzados, quien no se mueve, no puede encontrar al Señor.
“Vieron al niño con María, su madre”, el niño era el objetivo de los magos, pero ellos no lo encuentran solito, Dios siempre se presenta por medio de los hombres y con ellos, Jesús está con su madre.
Ciertamente el evangelista quiere destacar la importancia de María y en ella el sí de humanidad a Dios. “Se arrodillaron delante de Él”, arrodillarse es un gesto de profundo reconocimiento y de sumisión. Los magos están diciendo con este gesto, que mismo no siendo de los judíos, ellos se someten a la presencia de Dios, con sus culturas, con sus diferencias, con sus características.
“Lo adoraron”, adorar manifiesta el reconocimiento de su divinidad. Aquellos magos vieron en aquel niñito al Dios hecho carne.
“Abrieron sus cofres”, la realidad de Dios exige abrirse. Abrir los cofres, manifestar lo que está escondido, presentar los dones sabiendo que son nuestros, porque Dios nos dio, pero debemos recolocar a su disposición.
“Le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”, dar un presente es un gesto muy significativo y revelador, pues cuando debo elegir un presente para alguien manifiesto lo que pienso de aquella persona: esto le gustará, esto le servirá o esto es una cosa de su estilo. También los magos con sus regalos revelan la persona de Jesús. El oro manifiesta que Él es rey, el incienso manifiesta que Él es Dios y la mirra (que se usaba para ungir a los muertos) que Él es mortal, y prefigura ya su donación total en la pasión.
La fiesta de la Epifanía nos invita a ir hasta Jesús, siguiendo las estrellas de la vida que Dios pone en nuestros caminos, a entrar en su casa, a encontrarlo con María, a arrodillarnos delante de Él y adorarlo, a abrir nuestros cofres y darles nuestros regalos, que significarán quien es Jesús para nosotros.
El Señor te bendiga y te guarde.
El Señor muestre su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la paz.