- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
Derrotados los candidatos y precandidatos oficialistas promocionados por las corporaciones mediáticas con aspiraciones hegemónicas (o de perdidas hegemonías), el siguiente plan era aburridamente predecible: cambiar de cabalgadura. Tampoco resultó un acertijo que el sorteado fuera el postulante de la Concertación Nacional opositora, Efraín Alegre, con quien, al parecer, estos medios se sienten ideológicamente cómodos. De manera que, desde el lunes 19 de diciembre, al día siguiente de los comicios internos simultáneos, han procurado presionar para establecer una polarización ficticia entre el titular del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el representante de la Asociación Nacional Republicana (ANR), Santiago Peña, mirando las elecciones generales fijadas para el 30 de abril de este año. Deliberadamente invisibilizaron el tercer frente liderado por el socialdemócrata Euclides Acevedo. Así como deliberadamente están sepultando bajo el peso de la omisión las denuncias de fraudes en las internas del radicalismo auténtico. O el fraude previo que fue el pacto con sectores minoritarios de la Concertación, mejor guardado que el tratado de la Triple Alianza, para otorgar lugares de privilegio en la lista de senadores a personas sin ningún caudal electoral, siguiendo la modalidad de los partidos de cuadros, si es que alguna virtud intelectual hubiera en los designados por el autocrático sistema del dedazo.
Opinólogos variopintos, analistas de copetín, periodistas de diversos pelajes, sociólogos de café, comentaristas de radio y televisión, politólogos con títulos, pero sin formación, y politólogos con formación, pero con camiseta, han diseñado el paisaje imaginado sin más instrumentos que sus propios deseos o tirrias personales, con pronósticos desquiciados de los que nadie toma apuntes documentados, por lo que algunos, a pesar de sus pifias, reiteradamente son reclamados por los medios de comunicación como si fueran monjes del Oráculo de Amón o pitonisas del Templo de Delfos. Así sus errores emocionales y sesgadas apreciaciones son enterrados bajo el anuncio de nuevas profecías de dudoso cumplimiento, como ha quedado registrado en los medios escritos cuyo archivo (personal) constituye la espina dorsal de mi divertida versión de chambonadas predictivas que merecen la categoría de libro. Algunas profesionales respetadas y serias, como Milda Rivarola, suelen utilizar el gozne de la absolución previa mediante la salvedad: “Puedo estar equivocada”. Fue cuando arriesgó que “el colorado no suele apostar dos veces por un candidato que ya perdió”, refiriéndose a Santiago Peña. El resto, en su mayoría, pontifica con la otrora infalibilidad de los Papas, acollarada con la venta de indulgencias.
Sospecho que, en el fondo, el apoyo al aspirante presidencial por la Concertación, de parte de las cadenas mediáticas de Natalia Zuccolillo y Antonio J. Vierci, respectivamente, es más una campaña en contra de la Asociación Nacional Republicana que a favor de Efraín Alegre. De ahí la necesidad de reducir la disputa electoral a dos candidatos. Concentrarse exclusivamente en Efraín Alegre como el elemento que pueda aglutinar los votos de la oposición, preferentemente los rabiosos anticolorados. Euclides Acevedo podría resultar una molesta grieta para ese propósito. Por eso la estrategia de desplumar electoralmente al “Gallo” con la indiferencia. Invisibilizarlo. Como si no existiera. El peligro real es que este veterano y talentoso político, con raíces en el Partido Revolucionario Febrerista (PRF), pueda atraer a los simpatizantes de la izquierda paraguaya, hoy fracturada, que se cobijaron bajo el conglomerado multicolor encabezado por Alegre, aunque este se declare públicamente de “centroizquierda”. En la otra vereda, el propio Acevedo refuerza su tesis de que “va a ganar y gobernar con colorados, así como con liberales”. Una propuesta por demás atractiva.
Esta estrategia mediática para anular políticamente a Euclides Acevedo tiene un segundo paso. Como si las elecciones se ganaran en los medios. De ser así, Arnoldo Wiens sería candidato de la ANR y Mario Abdo Benítez, presidente de la Junta de Gobierno. Tras este breve paréntesis, diremos que la intención es llevar contra las cuerdas al aspirante al sillón de López por La Nueva República. Desde ahí tratarán de estigmatizarlo como “funcional” a los intereses del Partido Colorado. Entonces, aparecerá alguna encuesta tempranera que lo ubicaría en las profundidades de las preferencias electorales. Si Euclides persiste, ya habrá tiempo para corregir y ajustar los números. La prioridad es conseguir que Acevedo desista de su proyecto antes de los debates. En ese escenario, la polarización cambiará de protagonistas. Y el que quedará rezagado sería Alegre. Naturalmente, como suele decir mi politóloga preferida: “Puedo estar equivocado”.
Por el sector de Santiago Peña, el senador Óscar “Cachito” Salomón fue el que mejor bosquejó el ambiente de la unidad republicana: “Cada uno aportará lo suyo, algunos con su silencio, con la calma y otros trabajando en forma activa” por los candidatos del Partido Colorado. En este caso, hay ausencias y silencios que suman. Y presencias repulsivas y voces estridentes que restan. Buen provecho.