- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Los significados ayudan a comprender aquello que se presenta. La visión acerca de lo que sucede requiere de la ampliación emotiva que se apropia del quehacer. Lo que se valora tiene una extensión cuyos parámetros suelen ser inconmensurables. De alguna forma, siempre se manifiesta lo que impulsa a avanzar. La máxima expresión significativa es la vida misma.
Para el maestro Viktor Frankl (1905-1997), el hombre no se centra en sí mismo, sino en algo o alguien a quien servir o amar. En su obra titulada “El hombre en busca del sentido último”, expone en el capítulo 8 la teoría de la motivación que pregona la logoterapia, siendo esta la tercera escuela vienesa de psicoterapia, que propone que la voluntad del sentido es la motivación primaria del ser humano.
En la búsqueda de significados, se encuentra una de los más nobles desafíos de vivir. Es en esa profunda raíz desde donde surgen las consecuencias futuras. Al darle atención al otro o a lo que se hace, uno se olvida de sí mismo, generándose la entrega hacia esa tarea o sujeto, aunque al decir de Frankl cuanto más se implique o se deje absorber por algo o alguien diferente a sí mismo, más se vuelve él mismo. Y cita un ejemplo concreto: “Es el del niño que, absorto en su juego, se olvida de sí mismo y en el momento de hacerle una foto; si esperas a que el niño se dé cuenta de que le estás haciendo una foto, congelará su cara, mostrando una autoconciencia totalmente innatural en lugar de su gracia natural”.
Lo que es simple y no forzado tiene un impacto sin igual entre quienes socializan. Esta coloquial influencia produce razones constantes para entablar nuevos vínculos. En ese foco especial abocado al otro o a algo se materializa la realización del existir. Es ahí donde el sujeto se siente vivo entre sus contemporáneos y decide involucrarse, aprender y crecer.
El doctor Frankl sostiene que esa entrega dirigida hacia algo o alguien es una característica de la existencia humana y la llamó autotrascendencia, y consideró que la autoactualización es el producto final no intencionado de la autotrascendencia. Y ahonda sobre el tema expresando: “Así como la autoactualización solo puede obtenerse a través de un desvío, a través de la satisfacción de un significado, la identidad solo está disponible a través de la responsabilidad, siendo responsable de esa satisfacción de significado”.
Se siembra con vitalidad en territorios afectivos donde se fomenta de forma espontánea, llana y abierta el respeto hacia el otro, el estímulo positivo de sus proyectos, la admiración de sus actos y la colaboración en los entornos donde se habita.