- Por Eduardo “Pipó” Dios
- Columnista
Los unos son progres, honestos, transparentes, inteligentes, intelectuales, críticos y, más que nada, inclusivos, demócratas fervientes y amantes de la libertad y los derechos.
¿Los otros?, retrógrados, conservadores, cavernícolas, fascistas, homofóbicos, machistas, heteropatriarcales, bandidos, ladrones, sumergidos en religiones que son “el opio de los pueblos”, antiderechos, enemigos de la democracia y la mar en coche.
Los otros se juntan en partidos, hacen movimientos internos, se pelean, hacen campañas, se tiran de todo, van a elecciones internas durísimas, votan más de un millón de personas y cuando terminan, salvo excepciones, reconocen al ganador, cierran filas y a pelear las generales como si se amaran profundamente, la “vocación de poder” que le dicen.
¿Los unos?, nooo, ni ahí, ellos hacen una lista de amigos y compinches leales, dentro de partidejos vacíos de afiliados y de contenido, definen a los “otros” como el “enemigo demoniaco” al que hay que derrotar como sea... ¿para qué? y no sé, pero eso lo vemos después, en todo caso. Y al que se hace el loquito y quiere competir lo sacan a patadas, mientras los “dirigentes impolutos” y sus ejércitos de cuentas truchas en redes sociales los tratan de “funcional a los otros”.
Los unos se cuelgan de alguna ONG o fundación para vivir del dinero de los otros, u ocupan cargos públicos donde haya algún recoveco, desde alguno electivo, al que entran por alguna ventana, con un puñado de votos y financiados por quién sabe quién ni para qué, trafican influencias a todo dar, votan al mejor postor, tranzan cargos y sobres o maletines de dinero, dependiendo de la “ocasión”; hasta algún zoquetito en algún municipio amigo, alguna gobernación perdida o algún arreglo con los “otros” por parte de sus “líderes”.
¿Los otros?, sí, muchos de ellos también hacen lo mismo, pero como son millones, no alcanza para todos y laburan, pagan impuestos y buscan mejores opciones que un grupo de oenegeros iluminados que nunca trabajó en su vida.
Los unos se ubican en las listas sábana, simulan internas en una oficina de 3x3, para que luego, cagándose en la voluntad popular, un delincuente luego, les regale los lugares por ser sus serviles de turno que tienen menos votos que un delegado de curso, dejando de lado a dirigentes de base reales, con miles de votos. Total, “los otros no piensan, son ignorantes, no saben votar, hay que llevarlos de la manito como a idiotas”.
Eso sí, después cuando a los “unos” les va mal, la culpa es de los “otros”, los “ignorantes que no saben votar y no ven la maravillosa oportunidad de elegir” a esta casta de iluminados que bajó del Olimpo. Y así les va... menos mal.