• Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
  • Capuchino.

La pregunta de Juan Bautista a Jesús, me parece muy oportuna para nuestra vivencia del adviento. Aún más que en otros tiempos, ahora a causa de los medios de comunicación social, que todos los días nos presentan reportajes con musulmanes, budistas, confucionistas, animistas y muchos otros, también en nosotros surgen preguntas y dudas:

¿Será que realmente Jesús es el único salvador del mundo?

¿Será que el cristianismo es la verdadera revelación de Dios?

¿Vale la pena seguir una religión y pautar la vida según los valores religiosos?  Y otras...

Creo que es natural tener estas dudas en algún momento de nuestra vida. Todos tenemos el derecho de evaluar nuestra fe y preguntar si de verdad ella corresponde a lo que promete. Lo que no podemos es permanecer siempre en la duda: pues ella nos inmoviliza, nos hace perder energías, nos tiene inútiles. También Juan Bautista se preguntó: ¿es Jesús de verdad el Salvador, o aun tenemos que continuar esperando?

Jesús no tiene miedo de esta pregunta, al contrario, cuando es hecha con sinceridad, cuando es hecha por alguien que realmente está buscando el camino cierto, le hace vibrar de alegría, pues le da la posibilidad de encontrar un nuevo y verdadero discípulo.

Si miramos atentamente, la respuesta de Jesús no es caracterizada por argumentos filosóficos o teológicos: su respuesta no es una teoría. Su respuesta no es violenta o amenazadora: no quiere forzar la adhesión de nadie.  Él sencillamente invita a mirar su vida: sus acciones y sus palabras. “Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una buena nueva llega a los pobres.” Jesús no responde ni con un sí, ni con un no. Él reenvía a Juan Bautista la decisión. Él está seguro que si Juan Bautista acoge las señales de su vida, tendrá todas las condiciones necesarias para saber que Él es el salvador prometido por Dios.

Las dos características de la respuesta de Jesús son muy importantes: no es fruto de un trabajo intelectual ni está fundamentada en la violencia. Existen muchas religiones que poseen un rico patrimonio intelectual: son autenticas filosofías de vida, cargadas de mucha sabiduría y con consejos prácticos muy interesantes y validos. Otras están arraigadas en la fuerza, recurren a la violencia y a la amenaza, constriñen muchas veces los fieles a ciertas prácticas y rehúsan la libertad personal. Estos dos estilos de religiones, aunque puedan lograr buenos resultados en la organización de una sociedad o puedan generar personas maravillosas que viviendo con convicción los valores propuestos dan un bello testimonio, creo yo, no poseen aquel don de más que solo Dios mismo podría dar y que lo hizo en Jesucristo.

Por eso, a todos aquellos que tienen dudas sobre la persona de Jesús, y quieren saber cual es su verdad, Él mismo invita a aproximarse a él y a conocerlo mejor. La convicción cristiana  solo puede nacer de la experiencia hecha con el Señor. El cristianismo no es una teoría, es la vida de una persona, que siendo el propio Dios humanizado, es el paradigma para todos. El cristianismo no es coerción, no se funda en la violencia, en el miedo o en la amenaza, es adhesión personal, libre y responsable.

El adviento es pues, un tiempo muy oportuno para este encuentro personal, para sanar estas dudas. Dios mismo se mueve, Él es el primer interesado en este encuentro, por eso toma la iniciativa y viene en nuestra dirección. Todavía, respetando siempre nuestra decisión personal, se quedará en la puerta y en la esperanza esperara a que le abramos.

No podemos quedarnos con las dudas para siempre. Pues como ya dijimos ellas nos paralizan.

Existen muchas personas que eligieron esta cómoda vía: dicen siempre tener dudas y por eso no se comprometen con nada. Tengo pena de ellas, pues la vida pasará sin que ellas se den cuenta, y porque siempre se escudan en la duda, no crecen ni encuentran el camino de la autentica felicidad.

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la PAZ.

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