- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Los tradicionales almacenes de barrio constituyen un modelo de negocio que perdura en el tiempo, más allá de la gran variedad de cadenas de supermercados y tiendas de conveniencia que fueron ampliando la gama de ofertas.
Si bien no poseen el tamaño de estas, se constituyen en uno de los segmentos de negocios tradicionales de mayor arraigo en los distintos barrios de Asunción y Gran Asunción, y también en todo el interior de nuestro país, donde seguimos recibiendo de parte de sus propietarios una atención personalizada para la adquisición de los productos de consumo que precisemos, sin necesidad de acudir a los súper y así estamos apoyando a nuestros emprendedores.
Mucha gente sigue prefiriendo a los viejos almacenes de barrio, donde cuando preguntamos por tal o cual producto, de inmediato tenemos la respuesta de su dueño, con quienes de paso también aprovechamos muchas veces para charlar unos minutos, lo cual la estructura y las “frías estanterías” de los supermercados no los permiten.
Al no contar estos pequeños establecimientos con la misma infraestructura que los de mayor porte, los ingresos masivos de productos de contrabando golpean fuerte a su gestión económica-financiera, pues ante la negligencia y falta de control de nuestras autoridades “se dieron el lujo” de instalarse en plena vía pública pequeños “negocios” con productos ilegales, haciendo dumping en precios a los que se rompen el lomo día y noche por ser emprendedores formales.
El día del Censo, que fue declarado feriado nacional laboral, ha ocasionado pérdidas económicas a estos emprendedores, pues no han podido generar ingresos, salvo algunos que otros pequeños almacenes y despensas que funcionan dentro de la misma residencia de sus propietarios, pudiendo en forma aislada generar una pequeña facturación, pero insuficiente, considerando los costos y gastos operativos diarios.
Nuestros viejos y emblemáticos almacenes de barrio no deberán desaparecer, puesto que forman parte de nuestra rica historia, y de nuestro folclore ciudadano donde muchos de ellos ya son atendidos hoy día por la tercera generación.
Si bien su tamaño reducido no les permite competir en precios con los grandes supermercados, las facilidades que representan tenerlos cerca de nuestras casas y a sabiendas de que encontraremos lo que precisamos, siempre preferiremos seguir yendo al almacén de nuestro barrio, donde se respira un aire de mayor familiaridad, además del trato personalizado que recibimos influyendo positivamente en nuestra inteligencia emocional.
El modelo de negocio de estos almacenes ojalá pueda seguir teniendo continuidad en el tiempo, al ser un prototipo de trabajo diferente en el que las personas se pueden surtir de forma inmediata, con buen trato y sin mucha demora, donde el factor tiempo es fundamental, ahorrando lo que nos insumiría yendo a un supermercado.
Se hace necesario que estos emprendedores puedan recibir apoyo técnico, logístico y financiero de nuestras autoridades, permitiéndoles aggiornarse a los nuevos tiempos, incorporando tecnología, ya que los almaceneros de nuestros barrios son muy apreciados por todos, donde incluso a la medianoche, pulsando el timbre de sus casas, sabemos que el dueño nos atenderá y tendremos la opción de reaprovisionarnos con una fría y deliciosa cervecita u otro producto que pudiéramos precisar.
También siguen teniendo vigencia las famosas “libretas de almacén”, que nos permiten poder “rayar” durante el mes y una vez cobrado nuestro sueldo, vamos y cancelamos nuestra cuenta con don Juan o doña Sofía, pues los propietarios conocen a sus clientes dado que la mayoría son del barrio, manteniéndose en muchas de ellas inalterable la vieja costumbre de las “folclóricas ventas a crédito”, que contribuyen a fortalecer sus flujos mensuales de ventas.
Uno de los problemas más acuciantes en nuestro país es la falta de trabajo, y a través de estos almacenes barriales hacemos posible que sigamos teniendo a muchos emprendedores dentro del rubro pymes, que sigue siendo a nivel mundial el generador de mayores fuentes de trabajo y que tenemos que preservarlos y potenciarlos, manteniendo así viva la memoria de nuestros padres y abuelos.