- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Al contar lo que ha sucedido se revive de alguna forma lo vivido. A través de las palabras se trata de llegar a describir lo que produce un hecho acontecido. Se cuenta lo que se ha sentido ante algo o alguien con el cual se ha realizado una actividad. Se expresa una sensación, se comunica lo observado, se comparte lo escuchado, en cada eslabón sensorial hay un espacio para decir lo que fluye al vivir. Es en la manera de contar por donde pasa la particularidad del narrador. El acto de relatar requiere la facultad de contemplar, de apreciar y de conocer. Esta secuencia forma parte del proceso de racionalización que distingue al ser humano.
Es posible asociar la narración con los deseos. Entonces, la proyección aspira concretarse en el futuro. ¿Qué quisiera enunciar en el inminente devenir? ¿Hacia dónde destina la apetencia que mueve su voluntad? ¿Qué quiere conversar con los afectos en un tiempo determinado? ¿Cómo cree que será aquello que quisiera hacer realidad? Puede imaginarlo. Incluso no hay impedimentos para darle identidad a través de los detalles que considera fundamentales para notar la presencia pensante abocada al asunto. La creación de los anhelos en algún momento debe ser manifestada.
Y si se atreve a narrar pensando en lo que vendrá, qué quisiera escribir… qué le gustaría vivir… Es que mientras haya salud hay un margen valioso que está al alcance de cada uno, y que está representado en el ejercicio responsable de la libertad. Las potenciales narraciones alternativas esperan su protagonismo. Son las potentes exposiciones que serían factibles de vivenciar. Es en ellas donde aparece la poderosa potestad de elegir.
Se crean conexiones permanentes durante el paso del tiempo, por lo que lo hecho tiene su valor y también su influencia. Habrá que plantearse qué frases le darán sostén a lo querido. Cuáles harán énfasis en la coherencia, en la honestidad, en la humildad, en la empatía, todas relevantes para desarrollar la integridad del relator. Hay muchas hojas en blanco por lo que los ejes valorativos mencionados forman parte de una clasificación meramente enunciativa.
Hay palabras que estimulan el trayecto propuesto. Son las que generan los mejores desenlaces. Abundan en el diccionario. Esperan su uso, su apego, su práctica en cada instante. Son las que le dan apertura al siguiente renglón por desarrollar. Esto marca la resonancia del presente, de lo que es, de lo que está materializándose en las acciones del ahora. Es en este lapso momentáneo y transitorio por donde pasa la línea de lo que se comunica. De manera que indefectiblemente afecta a lo que inmediatamente sucederá. Así la causalidad se inmiscuye en el veredicto acerca de la veracidad de lo que se pretende contar. De lo que se quiere vivir.