Argentina continúa sin liderazgos. Nada nuevo, desde largo tiempo. La carencia–esa carencia–se percibe y se siente. Las tres patas sobre las que se sostiene el oficialista Frente de Todos (FdT), Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa–cuando faltan 377 días para que finalice el gobierno, el 10 de diciembre del año que viene–evidencian tener objetivos bien diferentes y casi ninguna idea los acerca. “Están todos peleados”, se dice en la calle. La incertidumbre se expande con cada amanecer. ¿Cómo resolverlo? Felipe González, ex jefe de gobierno en España durante 14 años, enfatiza–palabra más palabra menos–en que la función de un líder es la de proveer de certidumbre al conjunto social.

Pese a tal afirmación, no escapa al análisis de González que, en su parecer, la única certidumbre epocal es, justamente, la incertidumbre. En ese contexto, la sociedad que observa a líderes y lideresas sienten y verifican que, con inflación creciente, inseguridad ciudadana, desempleo, bajos salarios, degradación educativa, ineficiencia judicial, corrupción estructural, falta de futuro para sus hijos e hijas, por mencionar solo algunas preocupaciones sociales, la certeza que esperan y demandan, no les es provista. En consecuencia, sociedad, ciudadanía, pueblo y política, claramente, se desacoplan. En esa línea, la ciudadanía no tiene respuesta cuando se plantea quién lidera en la Argentina. La economía no evoluciona positivamente. El valor del dólar en el mercado ilegal, en el mercado negro, en el blue–como quieran llamarlo–es el termómetro que da cuenta clara, día tras día, de que la gestión del ministro Sergio Massa, un abogado sin antecedentes profesionales en el rubro económico ni el mundo de las finanzas, no evoluciona positivamente. Cada unidad monetaria norteamericana se transa a US$ 320.

Las reservas que atesora el Banco Central (BCRA), durante el presente mes de noviembre que aún no finaliza, cayeron en US$ 1.000 millones. El periodista Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación de Buenos Aires, sostiene que “el ‘plomero del Titanic’ (Massa) rompe más cañerías que las que arregla”. Mientras la marcha de la economía continúa en deterioro, como problema previo, la relación de la sociedad con las y los actores públicos, desde muchos meses, se encuentra en peor situación y no se perciben acciones desde la política para iniciar un proceso de saneamiento que subsane el quiebre. Según una encuesta que desde muchos años realiza la Universidad de San Andrés, el presidente Fernández, en la actualidad, solo cuenta con 11% de valoración social positiva. La misma investigación reporta también que poco más del 80% de la gente, respecto del Estado, se siente insatisfecha. Cuando se le consulta sobre el Poder Ejecutivo, la satisfacción apenas llega al 14%. Los mismos guarismos se verifican en relación con el Poder Judicial. Sobre el Poder Legislativo–el Congreso Nacional–el 25% de las respuestas se manifiesta “algo insatisfecho” respecto del Senado de la Nación, que lidera la vicepresidenta Cristina Fernández, en tanto que el 55% asegura estar “muy insatisfecho”. La Cámara de Diputados también está socialmente cuestionada. Franco deterioro institucional, claramente. En ese contexto, no es difícil comprender por qué Cristina F., la segunda al mando, trata de despegarse del gobierno de Alberto F. para llegar lo mejor posible al desafío de las urnas en agosto y octubre 2023. Pero, cuando la encuesta de la Universidad de San Andrés va por las personas, la situación no mejora. En el rubro “evolución de imagen”, que se construye restado a la imagen social positiva la negativa, las y los principales eventuales postulantes a la presidencia arrojan resultado negativo.

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El jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el opositor Horacio Rodríguez Larreta–el que tiene mejor evaluación–da -8%. Otros opositores, como es el caso de Patricia Bullrich, presidenta del Partido PRO que fundara Mauricio Macri, tiene -16%; el libertario Javier Milei, que se presenta y es presentado como antisistema, -26%. El ex presidente Macri (2015-2019), promedia -33% y un 41% de ciudadanos y ciudadanas aseguran que “nunca” lo votarán. A la vicemandataria Cristina F., 61% de la gente sostiene que “nunca” la votará. A Alberto F., al mandatario, el 54% va en la misma dirección que los dos anteriores. Con esos números es totalmente comprensible que tanto Mauricio como Cristina no digan si serán candidatos presidenciales o no porque no solo los números no les dan para triunfar en primera vuelta, sino que, de llegar a un segundo turno, interpretan que no podrían alcanzar la victoria porque los unos y las otras se reunirán para ir todos en contra de algunos de los dos o contra los dos. ¿Esperar para decir lo que quieren hacer los preservará? Habrá que esperar para saberlo. Pero, mientras, en la encuesta comentada, con dudas y aún con percepciones altamente negativas, cuando se mide intención de voto, emerge como preferente Rodríguez Larreta con 43%. El 44% le daría la espalda siempre. Así y todo, aparece como al que eventualmente–si las elecciones fueran hoy–mejor le iría. ¿Qué podría pasar con las eventuales candidaturas de alguna de las tres patas del Frente de Todos, la coalición gobernante en segundo turno? Según la encuesta de la Universidad de San Andrés, a Alberto F. “no lo votaría” el 67%; a Cristina F., el 66%; y, a Sergio Massa, el 60%.

Por cierto, que el humor social, en el inicio de esta semana, se encuentra mucho más alto que en la pasada después del triunfo de la Selección de Messi sobre México por 2 goles contra 0. Pero así y todo, está claro que el problema de la Argentina no es el fútbol, aunque no son pocos los y las funcionarias que imaginan a Alberto, a Cristina y a Massa, por separado, recibir a Messi con la Copa para levantarla juntos.

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