Los indicadores económicos y sociales sobre el panorama que nos espera en lo que resta de este año coinciden en un 2022 que continuaría en “cuidados intensivos”, pues el gran golpe que significó dos años de dura pandemia sanitaria, y un 2019 marcado con una caída económica, hacen que las previsiones no sean para nada halagüeñas.

El repunte observado en cierto lapso del 2021 terminó frustrado por el desempeño de los últimos meses, haciendo que los pronósticos preliminares de crecimiento económico para este año terminaran ahogados por lo que los más optimistas dicen que no sería más que de un pobre 0,2%.

Los flojos desempeños de la actividad económica en los cuatro últimos años determinaron un substancial aumento del número de pobres en nuestro país, porque los débiles de hecho son los más vulnerables y absolutamente nada se hizo por revertir la situación.

Se estima para este año que 1 de cada 3 paraguayos podría estar bajo la línea de la pobreza. En el 2018 el porcentaje de pobres era del 24,2% de la población (1.679.000 personas, aproximadamente), incrementándose al 26,9% en el 2021, lo que significa que 1.951.000 individuos tenían ingresos inferiores al costo de una canasta básica, agudizándose aún más con los elevados índices de inflación observados en los últimos meses (uno de los más elevados de la década).

En 4 años y “moneda”, la administración actual ha sido una “verdadera fábrica” de endeudamiento a nuestro país. Una marca poco envidiable con un incremento del 84% vs. el 2018, llevando el déficit fiscal actual vs. PIB al 3,6% lejos de lo que estipula la Ley de Responsabilidad Fiscal (1,5% vs. PIB).

Cada ciudadano tiene actualmente en su haber niveles de endeudamiento por encima de lo observado en los últimos años, con una economía estancada, que amerita que nuestras autoridades arbitren todas las medidas que sean necesarias por revitalizarlas de nuevo aunque a este ritmo las esperanzas están casi derrumbadas.

La tarea primaria de cualquier gobierno es y debe ser aumentar el crecimiento económico, que haya más empleos para la gente y disminuya fuertemente la pobreza, y que por su compromiso las autoridades se esfuercen con toda dedicación a revitalizar la producción, el comercio y la riqueza de la nación. Nada de ello ha acontecido con este gobierno.

Mientras el país vive uno de sus momentos más complicados por la situación económica, en los altos estrados no parecen percatarse del problema, lo que somete a la ciudadanía a una incertidumbre sobre lo que vendrá en el corto y mediano plazos.

Si la actividad económica no puede salir de años de vacas flacas, lo lógico es que el Gobierno a la cabeza, las fuerzas económicas y la ciudadanía en general se concentren en trabajar para la recuperación.

El primer mandatario de la nación tiene la obligación y responsabilidad de dirigir el país y volver a encarrilarlo hacia la normalidad esperada. Si no lo hace como debe ser, pues podría calificarse como de irresponsabilidad política que en la práctica ya lo es y “con creces”.

No debe perder de vista que fue electo para dirigir la administración de nuestro país. Es un servidor público más y como tal se debe a la ciudadanía que confió en él y le votó, y que en su momento había prometido no defraudar su confianza, pero sus continuas mentiras hicieron que le creciera la nariz más que a Pinocho.

Veremos qué nos depara el futuro político en los próximos meses, pues la mayoría de los funcionarios están más preocupados por seguir manteniendo sus posiciones laborales actuales y “la salud de sus bolsillos” antes que lo que pueda acontecer con la gente cada vez más empobrecida, donde la politiquería, el amiguismo, prebendarismo y clientelismo político siguen su curso sin contratiempos y en pleno proceso la “fabricación” de unos 350.000 nuevos pobres.

Si el próximo gobierno no hace lo necesario por la creación de no menos de 500.000 nuevas fuentes de trabajo, un substancial mejoramiento de la paupérrima salud pública, mejoramiento de la mala calidad educativa actual y del índice de delincuencia por la altísima inseguridad, correrá el serio riesgo de ser “más de lo mismo”, y no podemos permitir una nueva frustración de nuestra gente por otros largos 5 años.

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