- Por Matías Ordeix
- socio del Club de Ejecutivos.
Hace unas semanas celebré mi medio siglo. En una tierra guaraní que me vio nacer, una adopción charrúa que me vio crecer, y desde hace ya más de veinte años residiendo nuevamente en este hermoso Paraguay. Y cuando uno se pone viejo, reflexiona, se cuestiona.
Cada vez que me preguntan por qué elijo Paraguay como opción de vida laboral/familiar respondo más o menos así: ¡Por el clima de enero no es!, pero sí por la cordialidad de la gente, la fertilidad de la tierra para germinar negocios, la tranquilidad del día a día que nos permite vivir una vida de amigos, asados, encuentros en forma muy seguida. Es un país hermoso para vivir. Pero también es una nación que todavía tiene grandes desafíos que alcanzar, de los cuales me siento parte y responsable para colaborar e intentar superarlos.
Es que, si somos paraguayos, no podemos mirar al costado solo porque nuestros negocios andan bien, vivimos un buen nivel de vida y nuestros chicos van a un buen colegio, suficiente para nuestra comodidad. Y efectivamente, si lo observamos egoístamente, a nosotros nos va bien, ¿pero esto realmente alcanza? Particularmente no duermo tranquilo si tan solo cumplo con mi rol de empresario, ofreciendo trabajo a muchas familias y que terminada la jornada disfruto de la familia.
¿Un país no se construye entre todos acaso? O solo dejamos en mano de las autoridades de turno (en su mayoría deficientes) que hagan la tarea de gobernar, legislar y dictar las normas básicas que deberían regir igual para todos. Siempre les echamos la culpa a los políticos de todo, pero muchos de nosotros no hacemos nada para incidir en la realidad. Hay muchas carencias en salud, educación y alimentación, pero no activamos en ninguna organización que ayude a mitigar la realidad de mucha gente necesitada.
El Paraguay ha mejorado sus números, su imagen, inversiones, entre otros. Sin embargo, tenemos un listado de pendientes sociales, que seguimos aplazando históricamente. La desigualdad social no trabajada puede desembocar en movimientos sociales peligrosos o en gobiernos populistas destructivos. ¿Estamos seguros de querer esto para posteriormente darnos cuenta? O por qué mejor no activamos desde ya, desde donde podamos, en oenegés, fundaciones, cámaras, gremios o en la misma política para acelerar los cambios, ya muchas veces aplazados.
Estimados amigos, es el momento de actuar, de activar. Seamos personas de bien, intentemos dejar huellas en nuestro querido Paraguay, seamos patriotas. Dejemos la crítica y las recetas que creemos saber manifestarlas en un tuit y bajemos a la cancha. El juego se define con los jugadores presentes, activos, de lo contrario seremos eternamente meros espectadores.
Se avecinan elecciones donde hemos visto un muy buen abanico de potenciales legisladores y presidenciables mejorado. Debemos apoyar el cambio porque si seguimos con “los mismos de siempre”, nuestro esfuerzo como personas de bien se verá truncado. Quizás a la Presidencia no llegue quien esperamos, pero tengo la esperanza de que haya cambios en ambas cámaras, y con un tipo de gobierno no tan presidencialista esto puede ser ya muy positivo.