- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Nuestro país debe abocarse con seriedad y profesionalismo a la implementación de reformas estructurales, dada la debilidad observada incidiendo negativamente en nuestra macro y microeconomía.
Se hace necesario que nuestras autoridades se decidan de una vez por todas a realizar la depuración cualitativa de los servidores públicos debiendo quedar solo aquellos que demuestren meritocracia, idoneidad, capacidad y patriotismo, pues en plena era de la tecnología no se justifica tener la superpoblación actual.
Macroeconómicamente tampoco estamos bien, evidenciándose a través de los principales indicadores.
Seamos más proactivos, pues nuestra microeconomía también sigue afectada, ya que la pandemia sanitaria nos ha “pegado duro y fuerte”, afectando a la posición económica-financiera-patrimonial de muchas empresas.
Las condiciones climáticas adversas (sequía) se constituyeron este año en otro gran “problemón” golpeando seriamente a nuestra agroexportación de granos, que sigue siendo el rubro generador de mayor flujo de divisas a nivel país.
Para ser competitivos no es suficiente una buena infraestructura física si no contamos con capital humano que demuestre los atributos precedentemente expuestos, además de conocimiento técnico, preparación académica y mucho talento, capacidad innovativa y creativa y actitud positiva ante las coyunturas desfavorables que se presentan, pues los factores incontrolables siempre están presentes.
Debemos poner especial énfasis en investigación y desarrollo, ya que hasta ahora lo que se invierte a nivel país vs el PIB en este rubro es ínfimo, a sabiendas de que se constituye en uno de los principales motores del crecimiento/desarrollo económico.
No contamos con recursos genuinos para financiarlos en un 100% con ingresos generados por el fisco obligando a recurrir a fuentes externas (vía emisión de bonos soberanos y/o préstamos de organismos financieros multilaterales), haciendo que nuestros niveles de endeudamiento se hayan incrementado en más del 84% en los últimos 4 años y el déficit fiscal trepando al 3,6% vs PIB.
Seamos realistas y definamos lo que queremos. Seguir rezagados o ir revirtiendo gradualmente el déficit arrastrado desde hace casi 4 décadas en sectores prioritarios como los son salud pública, calidad educativa e infraestructura física, entre otros.
Urge incrementar los niveles de inversiones, pero no contamos con suficientes recursos económicos, pues el Estado es un mal administrador, por lo que seguimos recurriendo a financiaciones de mediano y largo plazo, pues lo que el fisco recauda continúa orientado en más del 70% a la cobertura de gastos rígidos (pago de salarios y otros beneficios) a los servidores públicos, que muy escaso valor agregado aportan.
La calidad de nuestra salud pública sigue siendo deficiente. Lo mismo ocurre con nuestra calidad educativa a niveles primario, medio y superior, dejando mucho que desear tornando poco halagüeño lo que podríamos lograr dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El año lectivo 2022 está a punto de concluir y seguimos con cientos de instituciones educativas maltrechas en todo el país, con lo que poder lograr niños y jóvenes bien formados se torna en misión casi imposible.
Nuestro mercado laboral sigue siendo ineficiente, marcado por la alta informalidad que se observa en varios segmentos de negocios (principalmente pymes), donde miles de funcionarios tan siquiera pueden acceder al salario mínimo legal.
El sector financiero es uno de los pocos que se salva de las críticas, ya que sigue observando un importante progreso a través de una oferta cada vez más variada de productos y servicios crediticios y no crediticios y un deseo tangible de reinventarse día a día, lo cual es positivo y altamente dinamizador.
Nuestro país está a un peldaño de poder alcanzar el grado de inversión en la calificación de riesgo-país, pero si no nos disponemos en tiempo y forma a realizar toda la reingeniería necesaria seguiremos “en la dulce espera”.
Urge incrementar los niveles de inversiones, pero no contamos con suficientes recursos económicos, pues el Estado es un mal administrador.