DESDE MI MUNDO
- Por Carlos Mariano Nin
- Columnista
El paraguayo es genial. Vos le preguntás, “¿que tal?”. Y con una sonrisa te dice: “Tranquilopá”.
Sonríe, pero en el fondo, como cada uno de nosotros, lleva sus propias tormentas.
El 10 de octubre, hace solo unos días, recordamos el Día Mundial de la Salud Mental, precisamente para concienciar acerca de esas tormentas que todos llevamos dentro.
Decir todos es un decir, pero la verdad es que no es muy errado. Las enfermedades mentales se duplicaron en los últimos 30 años, pasando de 53 millones de casos en la década del 90 a 116 millones a hoy.
Y la depresión es el trastorno mental que más afecta a la población y es además una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Aunque es una enfermedad tratable, seis de cada diez personas que la padecen en América Latina y el Caribe no buscan o no reciben el tratamiento que necesitan. La mayoría se hunde en el silencio.
Paraguay se posicionó en el cuarto lugar entre los países con resultados más preocupantes dentro del índice de “vulnerabilidad de la salud mental”. Y estamos en los primeros lugares entre los países de la región con el mayor porcentaje de habitantes con depresión. La ignoramos, pero está entre nosotros. Alguien en nuestras familias la padece y seguimos sin entenderla.
Hace unos años leí un post de Lucía Sapena que me dejó pensando. Más o menos decía que “el dolor es el motor que enciende el fuego de la depresión”. Ese dolor que muchos ignoran, otros le hacen frente y algunos alimentan, pero que todos sentimos. Ese dolor es una enfermedad que debe ser tratada en familia, entre amigos, entre compañeros o con especialistas.
Comentábamos con un amigo que la depresión es como un profundo pozo. Cuando caemos miramos hacia arriba y solo hay personas que simplemente viven sus vidas sin mirar hacia abajo. Y cuando tocamos fondo y miramos a los costados, solo vemos soledad y sentimos miedo. Entonces el pozo se hace más y más profundo. Y lo que uno escucha no es más que el silencio.
No soy psiquiatra, pero creo que si mirásemos hacia abajo veríamos que las personas deprimidas solo quieren “cortar el dolor” como decía Lucía en su post. Y los primeros auxilios serían algo así como escuchar, compartir, mostrarles a esas personas que no están solas y que se puede salir del pozo. Buscar ayuda también es una buena señal.
Mamá siempre me decía que todos llevamos nuestras tormentas por dentro. Hoy recién entendí que era verdad. Si tu tormenta es muy fuerte, buscá refugio. Si ves a alguien bajo la tormenta ofrécele refugio. A veces una palabra, un abrazo, un grito al fondo del pozo… te salva de la tempestad.
Siempre es bueno buscar ayuda. Pero esa… esa es otra historia.