“Duele decirlo, pero hay que decirlo”
- POR PABLO ALFREDO HERKEN KRAUER
- ANALISTA DE LA ECONOMÍA
- - EMAIL: PABLOHERKEN@YAHOO.COM
Los XII Juegos Sudamericanos ASU2022 (Odesur) vino a pintarnos una sonrisa a todos, a un país ensombrecido, a una economía debilitada, a atletas angustiados y a una población entristecida. Es ya una fiesta y con una organización esmerada. La inauguración del sábado pasado fue la de “un país de primer mundo”. Aplausos aquí y en el exterior. El turismo global viste sus mejores flores de bienvenida. Tenemos atletas ganadores de medalla a los pocos días. El ánimo de apoyo y alegría se contagia muy rápidamente. Muy pocos hablan mal de los juegos, fruto de su amargura personal y de posiciones ideológicas y pensamientos que solo aceptan lo bueno si “arreglan todos los problemas del país y de la gente, al toque”.
Nuestro país es un todo, desde el punto de vista global, pero también es una unión de muchísimas partes. Organizar y realizar unos juegos internacionales, que nos ponen en el centro de atención de Sudamérica y más, “a los ojos del mundo”, es una parte, aunque con beneficios directos y colaterales difíciles de cuantificar en su justa medida, porque no se agota en darle aire a la economía, ni a las condiciones de vida y competencia a nuestros sufridos atletas, no pocas veces, aislados de apoyo. Esta parte no debe sacrificarse por algunas otras partes que estén mal. Muchos dirán que los 78 millones de dólares invertidos para los juegos se podrían haber colocados en sectores más necesitados y prioritarios. ¿Una competencia deportiva internacional que prueba nuestra capacidad de buenos organizadores y anfitriones, no es útil?
La realización de eventos en Asunción, Paraguay, de todo tipo, es un posicionamiento de Paraguay en el exterior, como una plaza atractiva, generando un circuito de negocios, bien extenso. Se equivocan los que minimizan el mundo de los hoteles, los restaurantes, casas comerciales, porque muy egoístamente creen –realmente, que es lo peor– que “los únicos que ganan son los dueños”, es decir, muy pocos.
La dinámica de estos Juegos Odesur comprueba que genera y sostiene empleo y actividades, brinda ingresos –no espectaculares–, desarrolla talentos en algo que hoy es fundamental, la organización de eventos da un respiro a la economía de servicios, no para hacerla correr a la velocidad del rayo, pero peor que solamente un respiro es no tenerlo. El efecto “retorno” proyectado de la inversión de los 78 millones de dólares se estima con un impacto de 263 millones de dólares, según el análisis hecho por el ex ministro de Hacienda Manuel Ferreira. Es una aproximación con base en metodologías para el caso.
Ante cualquier evento deportivo internacional de envergadura, es recomendable realizar una proyección inicial en cuanto a la inversión y los impactos económicos esperados para tener una guía. Después, pasado el evento, se revisa la proyección y se hacen las correcciones correspondientes. Pero hay muchísimas cosas que no se pueden valorizar, calcular, proyectar. Lo que tenemos para el futuro, si cuidamos nuestras instalaciones y si tenemos una política pública que incentive la cultura y la pasión por las competencias deportivas en escuelas, colegios y universidades. Y no tiene precio, pintarle una sonrisa a un país con muy poca autoestima, aplastada por una desconfianza generalizada. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.