José, el esposo de María, es una figura fundamental en la historia de la redención, solo que poco se sabe de él en los evangelios. Se menciona en algunos pocos capítulos y nada en el ministerio terrenal de Jesús.
Su primera aparición fue en Mateo 1:19, cuando se enteró del embarazo de María y planeó dejarla. Su última aparición fue cuando Jesús se perdió a los 12 años y fue hallado en el templo, y de ahí ya no se sabe más nada de él. Muy probablemente, murió cuando Jesús tenía entre los 13 y 29 años de edad.
Aunque se escribe poco de él en los evangelios, podemos tener suficiente información de que era un hombre justo, obediente, noble, sensible a Dios y, fundamentalmente, tenía una obediencia a toda prueba.
La Biblia también nos dice que era carpintero o artesano (Mateo 13:55) y enseñó a Jesús el mismo oficio, según Marcos 6:3.
Aunque según Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38 pertenecía a la estirpe del rey David, él era un hombre de condición humilde. Se sabe eso porque solo ofreció “un par de tórtolas o dos palominos” (Lucas 1:24) cuando fue a presentar a Jesús al templo. Esa era una ofrenda que hacían los pobres.
Algo curioso es que no se registra ninguna palabra dicha por José en los evangelios, por lo cual la tradición lo conoce como el Santo Silencioso; pero su silencio nos dice muchas cosas. Casi como que Dios quería usar a José más de ejemplo de vida y santidad práctica que de palabras.
De José, podríamos rescatar su valor de hombre trabajador, esposo responsable, padre y esposo sufrido y protector de su familia, obediente y amoroso.
Vemos que viajó muchos kilómetros para el empadronamiento cuando María estaba embarazada. Buscó refugio para ella en un mesón. Terminó en un establo, asistiendo a su esposa durante el parto. Cuidó de ella en el alumbramiento. Fue con su esposa a presentarlo en el Templo, cuando Jesús cumplió sus 40 días de nacimiento. La llevó a Egipto cuando su familia corría peligro y cuidó de ella.
Volvió a traer a su familia de Egipto a Belén, pero, al ver peligro, fue a radicarse a Nazaret, donde continuó con su oficio de carpintería. Yo veo a José como un hombre sencillo, callado, pero de gran coraje y determinación. Un hombre de carácter débil no podría soportar este ritmo de vida y tamaña responsabilidad y presión. ¡Qué hombre formó Dios para ser padre adoptivo de Jesús!
Todo esto nos habla de un hombre protector, proveedor, amoroso y cuidadoso. Un padre presente en todas las etapas de la vida de su familia ¡Cuánto podríamos aprender de él los hombres de hoy en día!
En Mateo 1:19-20, José es destacado como “justo”, o sea, guardador de la Ley, hombre piadoso; hoy diríamos que era un hombre de iglesia, que estaba involucrado en la congregación y en su casa reflejaba un carácter verdaderamente cristiano. Él se enteró del embarazo de su esposa, sin que ellos hubieran tenido relaciones, y llegó a la conclusión que hubo infidelidad, por lo que decidió dejarla, pero no quería que ella fuese abandonada o castigada por inmoralidad.
¿Qué hace que un hombre actúe así? Una sola palabra: nobleza.
Le habrá dolido muchísimo, se habrá sentido confundido, desencajado y molesto. Un mar de emociones, pero en medio de tantos sentimientos negativos prevalecen la nobleza de corazón, la misericordia, el no querer hacer daño al otro. Demuestra que era manso, misericordioso, limpio de corazón, pacificador. Solo con esto ya mostraba como sus características cuatro de las nueve bienaventuranzas (Mt. 5:5 -9).