- POR EL DR. MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ
- Dr. Mime
- drmime@gmail.com
“No se por qué me canso tanto si yo solo trabajo sentado” es una afirmación común que escucho a diario en el consultorio. Pero nunca algo repetido con tanto convencimiento fue algo tan errado. Pensamos incorrectamente que el trabajo físico es lo que más agota, pero ignoramos que el trabajo mental que exige un sobreesfuerzo del razonamiento, aunque estemos sentados, tampoco se queda atrás. Sentarse a pensar mucho durante horas también hace que uno se sienta agotado. Y tiene una explicación.
Un grupo de investigadores ha encontrado una nueva evidencia fisiológica que está detrás de esa sensación de estar exhausto tras un trabajo intelectual intenso. Los resultados muestran que cuando el trabajo cognitivo enérgico se prolonga durante varias horas, provoca la acumulación de subproductos potencialmente tóxicos en la corteza prefrontal del cerebro. Esto altera el control sobre las decisiones, por lo que se tiende a elegir acciones sencillas que no requieran esfuerzo o espera a medida que se instala la fatiga cognitiva.
Algunas teorías influyentes sugirieron en su momento que la fatiga es una especie de ilusión inventada por el cerebro para que dejemos de hacer lo que estemos haciendo y pasemos a una actividad más gratificante. Pero estos hallazgos muestran que el trabajo cognitivo da como resultado una verdadera alteración funcional, la acumulación de sustancias nocivas, por lo que la fatiga sería una señal que nos hace dejar de trabajar, pero con un propósito diferente: preservar la integridad del funcionamiento del cerebro. La pregunta siempre fue por qué las máquinas pueden calcular continuamente y el cerebro no, entonces se sospechó que el motivo tenía que ver con la necesidad de reciclar sustancias potencialmente tóxicas que surgen de la actividad neuronal. Por medio de una técnica denominada espectroscopía de resonancia magnética pudieron monitorear la química cerebral en el transcurso de un día laboral, observando a dos grupos de personas: los que necesitaban pensar mucho y los que tenían tareas cognitivas relativamente más fáciles. Se hallaron signos de fatiga, incluida la reducción de la dilatación de las pupilas, solo en el grupo que realizaba un trabajo mental. Éstos también mostraron en sus elecciones un cambio hacia opciones que proponían recompensas en poco tiempo y con poco esfuerzo. Además tenían niveles más altos del neurotransmisor glutamato en las sinapsis de la corteza prefrontal del cerebro. Esto sumado a la evidencia anterior, demostró la idea de que la acumulación de glutamato hace que la activación adicional de la corteza prefrontal sea más costosa, de modo que mantener el control cognitivo es más difícil después de un día de trabajo mentalmente duro.
Entonces... ¿hay alguna forma de evitar esta limitación de la capacidad de nuestro cerebro para pensar mucho? La respuesta, lamentablemente, es no, pero una buena receta de toda la vida es descansar y dormir porque hay buena evidencia de que el glutamato se elimina de las sinapsis durante el sueño. Además, se pudo apreciar que el seguimiento de los metabolitos prefrontales podría ayudar a detectar la fatiga mental grave, y esto puede ayudar a ajustar las agendas de trabajo para evitar llegar al agotamiento.
Es muy importante no tomar decisiones importantes cuando se está cansado. Es una cuestión DE LA CABEZA saber también descansar para poder rendir mejor, porque, ahora ya lo sabés, pensar mucho también cansa. Nos leemos en una semana.