Ya lo digo cada semana: neurociencias existen a cada paso de la vida diaria, en cada acción, cada rincón, cada situación. Incluso en nuestros propios hogares, en lo que se conoce como neuroarquitectura y de la cual ya habláramos hace algún tiempo en esta columna.
Pero hay acciones que se pueden hacer en la cotidianidad de las casas, desde su construcción, en sus arreglos, en el día a día, para que el cerebro se encuentre “en armonía”, aumentando productividad, incrementando efectividad y maximizando el relax y el descanso. No olvidemos que el 90% del tiempo de nuestra vida lo pasamos entre cuatro paredes y que el ser humano ha evolucionado durante toda su historia en entornos abiertos; entonces, es justo y necesario que hagamos que este sea un microambiente neuroagradable ¿Quieren saber qué cosas podemos hacer para que esto suceda? Pues aquí vamos con estos consejos para que las neurociencias “copen” tu casa.
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta la geometría del lugar, ya que el cerebro percibe las formas orgánicas como amables y cercanas. Esto no tiene que ver con que las curvas nos relajen, sino con que las figuras aristadas ponen en alerta el sistema nervioso y son percibidas como potencialmente peligrosas. De la mano de esto vienen los factores que alertan al subconsciente como la decoración que puede trabajar en dicho plano, donde se procesa el 95% de la información que nos llega del entorno inmediato y que incide sobre el sistema nervioso autónomo, modificando la respiración, el ritmo cardiaco o la temperatura corporal. Amén de esto, es necesario desnaturalizar ciertas condiciones ambientales para nada saludables a nivel biológico y neurológico como, por ejemplo, el aire demasiado viciado, la iluminación insuficiente o la contaminación electromagnética, que pueden derivar en severos problemas de alteración del sueño.
Como les contaba hace un tiempo, toda una disciplina emergente en la arquitectura moderna es la llamada neuroarquitectura, la que sumada al interiorismo pueden trabajar los espacios, de manera que incidan directamente sobre el comportamiento de las personas, como una habitación que favorezca al descanso, un living que induzca a la comunicación o un estudio que favorezca a la concentración y la creatividad. Dentro de ese conocimiento adquirido, sobre todo en la pandemia, donde la normalización del teletrabajo bajo el mismo techo en el que se vive y la evitación de salir al exterior para respirar aire libre, aunque sea unos minutos, es indispensable el contacto con los seres vivos, ya sean plantas o animales, siendo ello tan importante como la socialización con otras personas. Esto forma parte de un todo que es, finalmente, la reducción del estrés mediante esas acciones, así como también el contacto con la naturaleza, utilizar estímulos sensoriales no rítmicos o emplear materiales naturales poco industrializados reducen el estrés, la presión sanguínea y la tensión arterial, entre otros indicadores, lo cual, sumado al llamado confort acústico interior que se consigue a través de una buena absorción de los materiales, contribuyen de enorme forma a la edificación de un entorno neuroamigable.
Favorecer la percepción de ligeras variaciones térmicas y de corrientes de aire o introducir la presencia de agua en los espacios habitados tienen un significativo impacto positivo sobre la concentración y restauración de la memoria. Acciones como la conexión con la naturaleza u otras que introducen estímulos frente a la rutina despiertan estados de mayor felicidad, e incluso aceleran la recuperación de enfermedades. Por su parte, el color es una de las herramientas más versátiles que existen en el campo de la neurociencia aplicada, no tanto por el hecho de si un determinado tono gusta más o menos, sino porque un conjunto de tonalidades puede llegar a cambiar el estado emocional en algo que en neurociencias llamamos psicología del color. Y dentro de la ayuda a esos colores en sus matices, va de la mano la gran importancia de la luz natural que permita percibir desde el interior la mayoría de matices que la luz exterior ofrece a lo largo de un día, la temperatura de color y la intensidad. Esto estimulará los sensores biológicos y desencadenará los procesos internos que se suceden en el organismo a lo largo del día.
Como últimos detalles, introducir agua en movimiento en los espacios interiores tiene un impacto positivo en los niveles de reducción de estrés y relajación. El cuidado del sonido también es fundamental, ya que el sonido es energía que viaja por ondas de aire y ejerce presión sobre nuestro organismo, por lo que debemos conseguir el llamado confort acústico interior a través de una buena absorción de los materiales, lo cual se logra mediante la colocación de alfombras, cortinas, almohadones e, incluso, empapelados de cierta rugosidad. Por último, y no menos importante, la disposición del mobiliario es mucho más importante de lo que se cree, ya que puede fomentar una elevada relación social o todo lo contrario. Como dato adicional, el orden y la limpieza de la casa también ayudan a mantenernos más calmados y relajados porque afecta a la calidad del aire.
Hacer de nuestra casa un ambiente neuroamigable es una cuestión DE LA CABEZA. Hoy te di los tips indispensables. ¿Comenzamos a hacerlo? Me lo contás en siete días. Nos leemos.