Nuestro país, a través de los productos que nos genera el agro, con buenos resultados, tanto en volúmenes cosechados, rendimientos promedios por Há y precios promedios en el mercado internacional, nos demuestra que aún siendo el mayor porcentaje de nuestras exportaciones en estado natural, nos permiten el ingreso anual de un importante flujo de divisas, lo que podrá incrementarse mucho más si es que los industrializamos y les damos valor agregado.

Tenemos a la soja en grano, maíz, trigo, sésamo, además del incremento cualitativo y cuantitativo observado en la explotación pecuaria, que siguen generando importantes ingresos por las ventas externas, reflejados en nuestra balanza comercial.

Nuestro problema primario es que nos seguimos concentrando en la producción de grano en estado natural, habiendo sido Paraguay galardonado no hace mucho con la mejor calidad de trigo en grano de Latinoamérica, no yéndole en zaga nuestra producción de soja que no tiene nada que envidiar en calidad a otros países que antes nos superaban de lejos, manteniéndonos como uno de los mayores exportadores.

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Nuestras autoridades económicas, junto con los gremios empresariales, deberán seguir aunando esfuerzos a través de un trabajo profesional y bien coordinado promocionando más activamente nuestros productos en el exterior, de ser posible ya industrializados, lo cual nos podrán permitir niveles de facturaciones muy superiores, pues demanda de alimentos siempre habrá no solo a nivel regional sino en países de extrarregión.

Un buen ejemplo es nuestra carne bovina, constituyéndonos hoy por hoy en uno de los principales exportadores a nivel mundial, captando la demanda de no menos 60 o más mercados foráneos.

La soja en grano en los buenos años de cosecha nos permite una producción no menor a las 10 millones de Tn con rendimientos promedios por Há de 3.000 kg, y actualmente precios por TM que superan los US$ 500, la mayor observada en los últimos años, sin dejar de considerar también a nuestro trigo, sésamo, girasol, maíz, entre otros.

Contamos con plantas industriales procesadoras de aceites y derivados con tecnología de punta, y una muy buena capacidad instalada de producción y almacenamiento, al igual que molinos harineros modernos estratégicamente distribuidos en los principales polos de desarrollo de nuestro país.

Hasta ahora, sin embargo, no son explotados a capacidad plena, lo que podría generarnos ingresos por ventas mucho más remunerativas que vendiéndolos en estado natural.

Nuestros gremios empresariales abogan por el diálogo para construir mecanismos que permitan impulsar dinámicamente la agroindustria nacional, a fin de aprovechar de mejor manera las ventajas comparativas como productor de alimentos para el mundo.

Nuestros molinos harineros, al igual que las plantas procesadoras de aceite de soja, cuentan con capacidad instalada disponible que nos permitirán incrementar la producción de harina en forma sustancial, generando por su valor agregado precios mucho más atractivos.

Uno se pregunta: ¿si es que contamos con toda la infraestructura necesaria como para poder procesarlos y darle un mayor valor agregado que nos pueda generar por su venta a los mercados externos mejores precios, y a la vez la posibilidad potencial de incrementar la cantidad de generación de mano de obra empleada, ¿por qué no apuntamos a ello?

Los países que compran nuestros granos lo hacen para procesarlos y convertirlos en aceites y otros subproductos que siempre tendrán precios mucho más remunerativos que vendiéndolos en estado natural.

Argentina sigue siendo nuestro principal comprador de soja en grano, absorbiendo más del 70% de lo exportado, mezclándolo con su producción local, elevando el nivel cualitativo y procesados en sus industrias aceiteras.

Lo mismo ocurre con Brasil, cuyo trigo lo convierten en harina para su consumo local pudiendo hacerlo nosotros, pues un gigante de más de 200 millones de habitantes siempre tendrá una demanda asegurada.

Miremos para adelante y crezcamos más a través de productos industrializados con mayor valor añadido y mejores precios que contribuyan a potenciar la gestión económica de nuestras empresas, y que más personas puedan trabajar en las mismas.

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