- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Implica elegir. Está al alcance de quien lo detecte, lo haga suyo y lo multiplique junto a los demás. Es decir, que no conoce de segmentaciones, ni de separaciones geográficas, ni de discriminaciones de cualquier tipo. Todos pueden vivirlo. Así es, de eso se trata, de tenerlo presente, una y otra vez, y de incorporarlo durante el transcurrir de los instantes que se viven. Aunque conceptualmente se lo vincula con las cosas de la misma clase o que tienen algo en común, además de considerar a los actos que llevan a tal práctica como una afición. Naciendo esta última de los gustos que pueden provocarla o de los intereses que inducen a una determinada actividad. De alguna manera y con las particularidades de cada historia personal, el ser humano puede coleccionar.
Hay que ocuparse de aquello que permite acumular vivencias que estimulan el crecimiento de quienes participan de las mismas. Vaya mezcla impresionante la de dedicarse a engrosar el contenido de lo que se quiere vivir. Y por sobre todo, de lo que se quiere compartir. Encargarse atentamente del estar junto a alguien o del hacer con otros puede conducir a descubrir lo valioso de cultivar situaciones que favorezcan a la estima.
Se labra en la retina lo que vale que sea recordado y al hacerlo paradójicamente habilita a la fenomenal máquina mental a que aumente su capacidad espacial para los futuros sucesos que acontecerán. Así como la tierra se remueve con el arado, las emociones se reconectan con las experiencias. Por eso los sentimientos no pueden medirse, en ellos abundan las fuentes emotivas que se asocian formando diferentes manifestaciones conductuales.
Al irse juntando una tras otra las anécdotas, aumentan los repertorios que le dan brisas a los ánimos que desean prosperar. Entonces, se aglutinan las ganas de crear episodios que pertenezcan o se enrolen en las corrientes que traen admiración. Ante la fascinante sensación de lo inolvidable fluyen los sentidos a un ritmo capaz de absorber todo lo que está a su paso, permitiendo reflexionar y apreciar la fugaz estadía del tiempo presente. Como así también, fortaleciendo la esperanza de seguir hacia adelante.
Se colecciona lo que se ha decidido contemplar de por vida. De manera que las ideas coleccionadas a través de los años también pueden ser detenidamente observadas; es indispensable ahondar en la biblioteca de los pensamientos. Quizás ahora sea necesario activar precisamente alguna de esas buenas razones que dieron esplendor a una etapa y que adaptándola a las actuales circunstancias tendrán su particular trascendencia.
La sensibilidad es una de las llaves para acceder al planeta de las colecciones. Es que cada estrella humana gira alrededor del Sol y mientras lo hace, agradece lo que vive, dando lugar a una nueva posibilidad de enriquecer su caudal de momentos únicos.