El evangelio de este domingo toca un tema muy delicado y al mismo tiempo esencial en la vida cristiana: la humildad. Cristo es para todos nosotros el ejemplo supremo de humildad, pues siendo Dios no tuvo problema en rebajarse y hacerse uno de nosotros (y además en una familia pobre) asumiendo toda nuestra condición y hasta mismo aceptando ser considerado y condenado como un criminal.

Por esto, el bajarse es la dirección indicada para todos nosotros que queremos ser sus seguidores. Aprovecharse del cristianismo como un modo de promoverse es una gran equivocación. Jesús nos empuja para los últimos lugares. Él nos ofrece su puesto de servidor, de quien esta dispuesto a lavar los pies de los demás con placer.

Una vez más nos encontramos con el Señor que nos propone una actitud no natural en nosotros. Si seguimos nuestra naturaleza, preferimos estar en el primer puesto o ser servidos por los demás. Cada uno de nosotros siempre se siente muy importante y desea que todos reconozcan esto. Es así que nacen muchas decepciones. Cuantas personas se quedan tristes y amargadas porque no se sienten valorizadas, apreciadas y reconocidas en sus capacidades, o nivel, o títulos ...

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Sin embargo, creo que es muy importante hacer algunas distinciones. Al menos por tres motivos una persona puede ocupar el ultimo puesto: porque no le dejaron ir más adelante, o porque vencida por la timidez no tuvo el coraje de colocarse allí aun que los deseaba mucho, o porque por opción se eligió aquel puesto. Cuando al primer caso en que el ultimo puesto viene asignado por motivos externos, este no tiene algún valor evangélico, al contrario puede ser motivo de vergüenza. Cuando al segundo es muy importante no confundir la virtud de la humildad con la timidez. Existen personas que siempre se meten en el último puesto o se esconden por que son tímidas, pero en su interior desean ser diferentes, conviven con una amargura, y se quedan destilando veneno hacia los demás. Ciertamente este último puesto tampoco tiene un valor evangélico, de hecho no es una actitud cristiana, a pesar del gesto ser lo mismo, todavía la motivación es totalmente distinta...

Para que una persona pueda tranquilamente colocarse al último puesto, ella necesita estar muy segura de sí misma. Necesita ser verdaderamente dueña de sí. (Como Cristo, para él no fue un problema hacerse el último). Una persona insegura, al contrario, difícilmente conseguirá colocarse espontáneamente atrás de los demás. Esto será para ella una violencia demasiado fuerte. Tendrá miedo de ser olvidada, o de ser despreciada. Hacer la opción de ubicarse al último puesto, y vivirlo con paz y serenidad esta posición, exige sin dudas una buena autoestima.

Pero ¿de donde puede venir nuestra seguridad? Pienso que cuando nos sentimos verdaderamente amados por Dios, nos sentimos seguros. Insisto en decir “nos sentimos amados”, pues no basta saber que Dios nos ama, es necesario haber experimentado este amor, reconociéndolo sin límites e incondicional. Es este sentirse importante para Dios, precioso a sus ojos, destinatario de su confianza que nos libera de la necesidad de buscar los primeros puestos.

Delante de los demás, sentir que el Señor de todas las cosas tiene una mirada cariñosa hacia nosotros nos hace relativizar cualquier desprecio por parte de los hombres. Cuando sentimos esta seguridad, sabemos que este último puesto es pasajero, no es para siempre. Sabemos que en cualquier momento el Señor, dueño de la fiesta, nos dirá: “Amigo, ven más adelante”.

Por tanto, colocarse al ultimo puesto es una viva expresión de nuestra fe en Dios, Señor de la historia, que exalta los humildes y derrumba los soberbios.

Señor, hazme sentir profundamente tu amor. Sana mis inseguridades. Dame la gracia de tener una profunda confianza en ti, a fin que yo sepa que no necesito promoverme, porque eres tu quien me promoverá si tengo el coraje de bajarme. Convence a mi corazón de que yo no necesito defenderme, porque tú eres mi defensor.

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la paz.

Etiquetas: #humildad#Cristo

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