- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
La designación del nuevo precandidato a la Presidencia de la República por el oficialismo no se da precisamente en medio del mejor escenario que el Gobierno podría pedir. Se da con una alta dosis de apremio luego del anuncio del Departamento de Estado de declarar significativamente corrupto al ahora ex precandidato y vicepresidente de la República, Hugo Velázquez. Aún es pronto para medir el impacto real que tendrá esta designación tanto en las filas de Fuerza Republicana como en la imagen de todo el Gobierno. De buenas a primeras, se habla de una profunda huella muy difícil de borrar y sobre todo de contrarrestar en tan poco tiempo que le resta a la campaña de acá a diciembre; sin embargo, aún hay que esperar que baje un poco la polvareda.
Arnoldo Wiens es de las personas de mayor confianza del presidente de la República, su cercanía viene desde las anteriores internas y la misma se consolida haciendo cuerpo en la Cámara de Senadores. Lo que posteriormente hizo que ocupe uno de los ministerios mas valorados como Obras Públicas, donde logró fortalecerse, siendo de hecho uno de los pocos, si no el único, que se mantiene en su cartera desde el inicio de esta administración. Ya al inicio de esta contienda fue su nombre el que sonaba con fuerza para ser el abanderado del Gobierno en esta campaña, justamente por todos estos factores ya mencionados. Si al Presidente lo hubiesen dejado elegir desde un principio, Wiens hubiese sido el candidato ungido. Sin embargo, la tozudez y capacidad de recaudación de Hugo Velázquez hicieron que este se le adelante a todos los demás.
El desafío que tiene el oficialismo enfrente es enorme. Le dedicaron un prolongado período de tiempo posicionando a quien finalmente no fue y les sobra muy poco para lograr hacerlo con quien finalmente es. Los números con los que parte Wiens en las mediciones lo ubican muy por debajo de sitiales competitivos, habrá que ver cómo hacen primero para que el electorado eleve los niveles de conocimiento hacia su figura y posteriormente convertirlo en intención de voto. Realmente muy complejo, será preciso de mucha creatividad e ingenio para lograrlo. Definitivamente, con una campaña tradicional como se está acostumbrado a ver en Paraguay no será suficiente.
Por el lado de Honor Colorado han sabido hacer valer el momento para, por un lado, lanzar un mensaje de brazos abiertos para recibir a todos los oficialistas que quedaron consternados por el escenario y, a la par, recurrir a una línea discursiva de unidad colorada, ya con los ojos puestos en abril del 2023.
La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, siempre nos reserva estos momentos con cierta dosis de azar y mucho de planificación. Y así será hasta el 18 de diciembre de este año, cuando se realicen las internas del Partido Colorado.
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Arnoldo Wiens: de oscuro administrador a tuitero político
- Unidad de Investigación
- Nación Media
Arnoldo Wiens, exministro de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) bajo el gobierno de Mario Abdo Benítez, ha estado en el centro del escrutinio público debido a sus controvertidas gestiones. A pesar de su pasado cargado de denuncias y obras ineficientes, Wiens sigue activo en las redes sociales, destacando avances en infraestructuras viales. Sin embargo, la realidad de su gestión pinta un cuadro muy distinto.
El exministro de Mario Abdo Benítez, el hasta ahora cuestionado Arnoldo Wiens, dejó el Ministerio de Obras Públicas (MOPC) bajo una nube de sospechas. Durante su mandato, se realizaron múltiples denuncias de sobrefacturación en obras públicas, y varios tramos viales quedaron en peor estado del que los había recibido. A pesar de estas críticas, Wiens no ha dejado de ser una figura vocal en el ámbito de la infraestructura, utilizando sus plataformas en redes sociales para compartir actualizaciones y opiniones sobre el avance de diversas obras.
Un ejemplo reciente es su publicación en redes sociales, realizada un miércoles, donde elogió el progreso de las obras de asfaltado en Puerto Indio, distrito de Mbaracayú. Este tipo de publicaciones ha sido constante, aunque muchos critican la disociación entre sus afirmaciones y la realidad de su gestión anterior.
EL LEGADO DE DEUDA
Uno de los legados más significativos de la gestión de Wiens en el MOPC es la millonaria deuda que el Estado paraguayo debe pagar a constructoras extranjeras. En los últimos meses, la Procuraduría General de la República fue notificada sobre un laudo arbitral internacional relacionado con la demanda de la empresa portuguesa Mota-Engil contra el MOPC. Este fallo determina que la cartera estatal debe abonar USD 13 millones, además de aproximadamente USD 2.400.000 en intereses acumulados.
Esta disputa tiene sus raíces en 2018, cuando el presidente Mario Abdo Benítez y Arnoldo Wiens, como ministro del MOPC, decidieron suspender las obras del metrobús. Esta decisión, tomada apresuradamente y sin explorar alternativas para continuar el proyecto, resultó en un incumplimiento del contrato con Mota-Engil, lo que derivó en la demanda que actualmente enfrenta el Estado paraguayo.
La defensa de esta demanda ya ha costado al Estado paraguayo cerca de USD 2 millones en honorarios de abogados contratados por el gobierno anterior. Sin embargo, los resultados han sido desfavorables, y el Estado se encuentra en una posición financiera comprometida debido a esta controversia.
“Respecto a la responsabilidad, hay que dividir entre la responsabilidad política de quien asume esa decisión (de ejecutar la póliza) y que sabemos fue el presidente de la República (Mario Abdo Benítez), quien públicamente lo ha manifestado; y después está la decisión administrativa, que fue quien firmó la rescisión del contrato, es decir, el ministro de Obras Públicas de ese entonces (Arnoldo Wiens)”, afirmó el procurador González al referirse sobre la condena contra Paraguay sobre metrobús.
UN ACUEDUCTO INOPERANTE
En junio de 2022, Wiens y Abdo Benítez inauguraron con gran fanfarria la tercera etapa del acueducto en el Chaco paraguayo, pese a que ya manejaban fallas. Este proyecto fue presentado como una solución crucial para proveer agua potable a más de 100.000 personas, incluyendo 84 comunidades indígenas del Chaco central. Sin embargo, la realidad en terreno ha sido muy diferente.
Poblaciones de Mariscal Estigarribia, Loma Plata y comunidades indígenas del departamento de Boquerón han denunciado que el acueducto funcionó solo por 15 días después de su inauguración y lleva mucho tiempo sin proveer agua potable. Las fallas en la cañería han interrumpido el servicio, y los habitantes de Loma Plata se han quejado de la falta de agua.
El acueducto del Chaco fue financiado con una donación de USD 60 millones de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), un préstamo de USD 20 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y una contrapartida local de USD 8 millones. A pesar de esta significativa inversión, las fallas persistentes desde su inauguración en setiembre de 2020 han dejado a muchas comunidades sin el servicio esencial prometido.
Ernst Giesbrecht, intendente de Loma Plata, ha denunciado que las familias de la zona sufren por la falta de agua, y la situación se ha agravado por la sequía que afecta al Chaco. Esta ineficiencia ha llevado incluso al grupo mediático Abc Color a emitir editoriales exigiendo la rendición de cuentas ante la justicia de Wiens y otros exfuncionarios.
LA PASARELA DE ORO: UN SÍMBOLO DE CORRUPCIÓN
Uno de los casos más emblemáticos de la administración Wiens es la construcción de la pasarela “ñandutí” en Ñu Guasu, durante la pandemia. Esta obra, popularmente conocida como la “pasarela de oro”, se ha convertido en un símbolo de la corrupción y la mala gestión debido a su millonario sobrecosto.
La Contraloría General de la República (CGR) reveló que varios ítems de la obra estaban sobrefacturados, especialmente a través de dos adendas que aumentaron los precios, con un incremento indebido de G. 3.142 millones. El informe de la CGR confirmó irregularidades significativas en la ejecución de la obra, que fue adjudicada por el MOPC, bajo la dirección de Arnoldo Wiens, a la empresa Engineering, propiedad de Juan Andrés Campos Cervera.
El monto del contrato original aumentó injustificadamente en G. 3.142.820.246 a través de los convenios modificatorios n.° 1 y n.° 2, violando la Ley n.° 2051/03 de Contrataciones Públicas. Del monto total, G. 1.253.086.010 correspondían a “costos indirectos” añadidos para beneficiar a la contratista. Estos costos indirectos representaron un aumento del 80 % respecto a la oferta original de la empresa, con un incremento del 114 % en el “beneficio” fijado para Engineering.
La CGR también destacó que los costos de transporte (fletes) fueron notablemente sobrefacturados, cotizados en G. 1.485.700.934, cuando el precio de mercado para la cantidad de materiales trasladados era solo G. 486.524.060. Además, se detectaron cambios sin justificación técnica en los precios de varios ítems respecto al contrato original, generando diferencias de G. 430.356.675, y se computaron obras que no coincidían con las verificadas por los auditores, sumando una diferencia de G. 505.113.495.
Asimismo, el MOPC permitió la ejecución de obras sin cumplir con las normas paraguayas para instalaciones eléctricas de baja tensión, exponiéndolas al vandalismo y con riesgo de electrocución. La pasarela, originalmente adjudicada por G. 12.437 millones, vio su precio incrementado a G. 14.121 millones tras los convenios modificatorios, beneficiando a la contratista sin especificaciones técnicas claras.
Finalmente, la Contraloría detectó que el MOPC no controló efectivamente las pólizas de seguros, permitiendo que la pasarela quedara sin cobertura ante eventos no deseados, incumpliendo lo estipulado en el contrato.
MÁS OBRAS DESTRUIDAS
En mayo pasado, el presidente de la República, Santiago Peña, y la ministra de Obras Públicas y Comunicaciones, Claudia Centurión, supervisaron el avance de las obras de mejoramiento vial en la Ruta PY05, tramo urbano de Concepción. Estas obras se están retomando tras quedar prácticamente destruidas durante la gestión anterior de Arnoldo Wiens al frente del MOPC.
Durante la inspección, la ministra Centurión destacó el pésimo estado en el que la administración anterior había dejado la vía, indicando que el tramo pavimentado estaba en peores condiciones que antes. “Este tramo era pavimentado, ellos lo dejaron en peores condiciones de lo que tenían. Es un compromiso poder responder”, lamentó Centurión.
El presidente Peña solicitó celeridad en la finalización de los trabajos, que incluyen la colocación de la base asfáltica a lo largo de los primeros 6 kilómetros desde la cabecera del puente Nanawa hasta la rotonda 2 de Mayo en Concepción. “Con la ministra vinimos varias veces. Esta capital departamental no merecía esto. Los problemas quedaron atrás; ahora, hacia adelante, les pido máxima velocidad”, expresó el mandatario.
Wiens también fue el responsable administrativo de la destrucción de las obras en la zona del metrobús. El exministro decidió demoler las obras sin tratar de buscar alternativas que permitieran poner un paliativo al drama del transporte público en Paraguay.
UNA GESTIÓN LLENA DE CONTROVERSIAS
La gestión de Arnoldo Wiens al frente del MOPC ha dejado una marca imborrable en la infraestructura pública de Paraguay, no por los logros alcanzados, sino por las numerosas controversias, denuncias de corrupción y proyectos fallidos. A pesar de sus intentos por destacar avances en sus publicaciones en redes sociales, el legado de Wiens está empañado por deudas millonarias, obras ineficientes y una gestión que ha costado caro al Estado paraguayo.
Los ciudadanos y medios de comunicación continúan exigiendo rendición de cuentas y transparencia en las gestiones públicas, esperando que estos episodios no se repitan en futuras administraciones. La vigilancia ciudadana y el control institucional son esenciales para evitar que figuras como Arnoldo Wiens sigan operando sin las debidas responsabilidades y consecuencias.
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Comunicación de Gobierno, esa pata floja de siempre
- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
Se ha extendido la creencia de que la comunicación puede ser manejada sin considerar su estatus de ciencia, despojándola de sus jerarquías epistemológica y metodológica como fundamentos para la reflexión teórica. Así que todos meten las manos en ella con impenitente osadía. Todos son “expertos” en la materia, incluso los más profanos.
Las consecuencias son naturalmente previsibles. Lejos de contribuir a romper los compartimentos estancos que dificultan la comprensión compartida de un mismo hecho, levantan barreras de interpretaciones equívocas, concediendo significados diferentes a una palabra o a un suceso. Esos encontronazos lingüísticos o divergencias semánticas provocan crisis y conflictos que podrían ser evitados con mensajes expresados en forma clara, pulcra y correcta. En los últimos años, mediante investigaciones de campo, la eficacia de los mensajes puede ser medida y cuantificada. Aun así, todavía existen personas que siguen confiando en la simple intuición o la casualidad de un éxito improvisado.
Una campaña construida desde la mala fe, sostenida por falsedades, contra cualquier gobierno, en un plano estrictamente político, puede ser fácilmente desmontada por una buena estrategia comunicacional. Una que reúna en sí los clásicos requisitos de la claridad, la honestidad intelectual, la sencillez y la oportunidad. Y que, al mismo tiempo, evite las agresiones verbales y el lenguaje de la descalificación ad hominem, y, al revés, la ausencia de dicha estrategia puede instalar fácilmente contenidos que desluzcan una gestión eficaz, minimizando o sepultando sus resultados.
La comunicación no es una asignatura más dentro de la administración temporal del Estado. Es la asignatura que une y complementa a todas las demás. De su práctica idónea (que incorpora la ética) dependerá el juicio del futuro. Debe ser siempre la representación veraz de lo bien hecho o de aquello por hacer con signos auspiciosos para la sociedad. El humo puede distraer a algunos por algún tiempo, pero son las obras, culturales y materiales, las que prevalecen en la memoria colectiva.
Vayamos a lo concreto. La creación de la Superintendencia de Jubilaciones y Pensiones es un imperativo constitucional, postergada por más de tres décadas. Pero hubo debilidades en la formulación de una comunicación cooperativa como eje integrador en la dialéctica acuerdo-desacuerdo. Es decir, no pudo evocarse en común un mismo concepto. Mientras desde el Gobierno se anunciaba que con esta normativa se buscaba precautelar los intereses de los trabajadores que cumplieron su ciclo laboral (las diferentes cajas tuvieron un manejo discrecional que ponía en peligro su sostenibilidad), desde la oposición y las corporaciones mediáticas de inocultable aversión hacia las actuales autoridades se instaló la agresiva campaña en contra de la presunta intención de manotear los recursos jubilatorios de parte del Estado. Al final, hubo modificaciones de fondo aportadas por el propio gobierno, situación que satisfizo las expectativas de quienes abogaban por la ley, pero que discrepaban en algunos de sus artículos. A los detractores de oficio ninguna corrección será suficiente.
Los consensos esporádicos o circunstanciales son posibles cuando los actores de los procesos deliberativos son capaces de someterse al peso de los argumentos fundados en la irrebatible razón. Y es ahí donde la comunicación vuelve a jugar un papel crucial, porque, como sostiene el profesor Jacques Gerstlé, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de la Sorbona, “sin ella, la política sería imposible”. La elocuencia no es suficiente cuando el orador no consigue que el auditorio vea lo que sus palabras están describiendo. Esa es una habilidad comunicativa imprescindible para convencer y conmover. Salvo, claro está, que el fanatismo o los rencores se antepongan a las explicaciones con justificaciones lógicas.
De este hecho puntual el gobierno del presidente Santiago Peña podrá extraer lecciones para los días por venir. Ya ha demostrado que no es ajeno a los reclamos ciudadanos, cuando la razón es la guía de dichas acciones. Estoy convencido de que la transformación del país, para dar un salto cualitativo al progreso, precisará de otras leyes de alcance popular.
Dos senadores de la Asociación Nacional Republicana, provenientes del movimiento Honor Colorado, a mi entender, dieron dos pistas clave para escenarios posibles y similares: mayor socialización del tema (Gustavo Leite) y mejor comunicación (Silvio Ovelar). La democracia, hay que repetirlo para que alguna vez quede fijada en la mente de la clase política, es un régimen de opinión pública.
Y como tal, precisa de una comunicación que haga previsible los actos de gobierno, reduzca la tensión social y evite la innecesaria crispación ciudadana. La paz es la última residencia de este modelo de gobierno que hemos elegido para la convivencia pacífica y el destino compartido. Aunque todavía nos cueste asimilarlo. Buen provecho.
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“La paz es siempre el único camino”
El mandatario paraguayo, Santiago Peña, ofreció un discurso ayer ante el pleno de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Washington D.C., ocasión en que conmemoró el centenario de la Convención Gondra y abogó por la paz, la democracia, el respeto a los derechos humanos y una economía sostenible en el continente americano. Al respecto, afirmó que la Convención Gondra es un hito en el derecho público internacional, que desarrolló la solución pacífica de las controversias entre Estados como respuesta a la barbarie. Esta convención, aprobada en 1923, sentó las bases para el Pacto de Bogotá y marcó el compromiso del Paraguay con la paz como valor supremo.
“Es enormemente simbólico que recordemos la Convención Gondra, cuando vemos una vez más que lastimosamente triunfa el odio, la incordia y la violencia: fracasan las instituciones y se enseñorea el fantasma de la guerra, y las imágenes de Oriente Medio nos recuerdan lo peor de la naturaleza humana, eso nos duele y nos quiebra el alma”, puntualizó.
“Nuestro pasado nos indica que la paz, el idealismo, son la única vía en el concierto de las naciones; miremos ese pasado, saquemos fuerza del mismo, y apuntemos a un futuro mejor”, dijo el mandatario.
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¿Cuándo no? Siempre la Embajada
- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
En la primera semana de abril de 1982, Augusto Roa Bastos, el más universal de los paraguayos, ingresaba al país para inscribir en el Registro Civil a su hijo Francisco, de nueve meses. Venía en silencio. Casi en penumbras, apuntamos alguna vez, rehuyendo las estridencias de los reflectores que andan a la caza de estrellas y famosos. Pero llegaba precedido de una polémica generada a partir de su presencia en el Tercer Encuentro Internacional de Escritores que se había desarrollado en ciudad de México entre el 22 y 28 de febrero de ese mismo año.
La razón del escozor en algunos de sus colegas es que una agencia de noticias atribuyó al autor de “Yo el Supremo” que “la única literatura que existe (en Paraguay) es la folletería”. Decide enviar una “carta al director”, solicitando su descargo al periódico (el ya desaparecido Hoy, en su versión impresa), que reaccionó con fuertes críticas por aquella supuesta expresión. Ese mismo día (lunes 12 de abril), Abc Color publica una entrevista –casi biografía– con el título: “Desde hace unos días está en Asunción Augusto Roa Bastos”.
El mundo cultural explota, enviando, colateralmente, fuertes coletazos al régimen político de entonces. La del dictador Alfredo Stroessner. Ya no puede evitar la avalancha de periodistas –muchos de ellos amigos o amigas de él– y monopoliza todas las revistas que incorporan los diarios los fines de semana. Pero, sobre todo, una juventud expectante y ansiosa empieza a organizar encuentros en colegios, universidades y centros culturales. Siempre con la cautelosa presencia de los pyrague o espías del Departamento de Investigaciones que, cámara fotográfica y grabadora en manos, se mimetizaban en hombres de prensa.
La dictadura registraba todas sus actividades buscando un pretexto para adoptar alguna medida represiva: o apresarlo o expulsarlo. Sin embargo, Roa, sereno y sobrio, solo hablaba de lo que más le gusta: una literatura que hunde sus raíces en el infortunio y la tragedia de nuestro pueblo. Nada que apuntara directa y explícitamente al corazón de la dictadura. Entonces, la Embajada de Estados Unidos en Asunción le proveyó los argumentos para fundamentar su segundo exilio (el de Roa). Y la tarde del 30 de abril de 1982, un auto se detiene frente a la casa de su hermana donde estaba residiendo, y sin tiempo para juntar siquiera sus pertenencias, es alzado en el vehículo y tirado al otro lado del río, más precisamente, en Clorinda. En ese trayecto recordaría posteriormente el escritor, “nunca la parquedad paraguaya rayó más alto y al mismo tiempo llena de ‘suspense’”.
El 2 mayo, quien ejercía en aquella época el cargo de ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, declaró escuetamente que “fue expulsado por sus ideas bolcheviques, ultramoscovitas, y por intentar adoctrinar a la juventud del país con dichas ideologías”. El subsecretario de Informaciones y Cultura de la Presidencia de la República, Aníbal Fernández, fue el que se extendió sobre las causas de la expulsión: “Nosotros tenemos que salvaguardar la paz de la Nación, porque sabemos que esos que ahora miran con simpatía al marxismo serán los que golpearán sus cabezas contra el muro de los lamentos si por desgracia alguna vez deben vivir bajo el yugo de ese régimen”. Y remata: “Roa Bastos es un comunista peligroso en la línea de Oscar Creydt”.
Y para demostrar que Roa Bastos era “comunista” alegaron que había viajado a Cuba, en la década de los 60. Tal versión es desmentida por el mismo escritor y en el mismo diario Hoy. Édgar L. Ynsfrán, antecesor de Montanaro, corrobora la defensa de Roa en una carta personal que es publicaba por el semanario católico Sendero, en la cual el firmante asegura que “en el período de 1956-1966, jamás apareciste como afiliado al Partido Comunista Paraguayo; hasta mi retiro del Ministerio del Interior en 1966, no se tenía viaje alguno que hubieras hecho a Cuba”. El encargado de refutar a Ynsfrán fue el subsecretario de dicha cartera de Estado, doctor Miguel Ángel Bestard. Y lo hace exhibiendo (aquí entra la mano del imperio) “una fotocopia correspondiente a una de las hojas de un documento expedido por la Embajada de los Estados Unidos de América, en la cual consta que Augusto Roa Bastos viajó a Cuba en los años 1964 y 1968 y otra fotocopia del periódico Unidad Paraguaya, órgano del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo, donde se publica un artículo relativo a Roa Bastos”.
Como corresponde, Roa Bastos reclama una explicación a la representación diplomática de los Estados Unidos en nuestro país sobre el documento que tenía la inscripción “Secret”. La directora de la Agencia de Comunicación Internacional de la Embajada norteamericana, Donna Oglesby, se limitó a responder: “No hay comentarios que hacer”. La rectificación solicitada por nuestro escritor jamás llegó. El embajador de entonces, Arthur H. Davis, por su lado, declaró que nada tenía que agregar “al informe de Donna Oglesby”. De nuestra parte, solo nos queda repetir la misma respuesta en cuanto a la grosera y sistemática injerencia del país del Norte en cualquier parte del mundo: “Sin comentarios”. Buen provecho.