- POR MARCELO PEDROZA
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Las emociones hablan durante toda la vida. En una obra magistral titulada “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador”, Donald W. Winnicott (1896-1971), pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, esbozó estudios para una teoría del desarrollo emocional. Sus lecciones exigen conocimientos previos, requieren estudio, abordan temas complejos, están escritas para permanecer en el acervo de las ciencias que las cobijan y desde esos espacios aportar conocimiento acerca de la esencia humana.
En su calidad de psicoanalista, el profesor Winnicott abordó el tema de la culpa “como alguien habituado a pensar en los términos del crecimiento, de la evolución del individuo humano, del individuo como persona, y en relación con el ambiente”. Por eso, escribió: “El estudio del sentimiento de culpa implica para el analista un estudio del desarrollo emocional del individuo. Ese sentimiento, incluso cuando es inconsciente o aparentemente irracional, implica un cierto grado de desarrollo emocional, de salud del yo y de esperanza”.
Cuando hablamos de los orígenes del sentimiento de culpa, presuponemos un desarrollo sano en las primeras etapas de la vida del infante, destacaba el autor. En un momento dado se pregunta a qué edad del desarrollo normal del niño puede decirse que la capacidad para sentir culpa queda establecida, y se responde a sí mismo, indicando que durante el primer año de vida, y destacando sobre todo el período en el que el niño tiene una relación bicorporal claramente humana con la madre. Aunque se encarga de decir que puede verse que a los seis meses el infante tiene una psicología sumamente compleja.
Es brillante el análisis que Winnicott hace acerca de las enseñanzas de Freud y de Melanie Klein sobre el tema en cuestión, dando su punto de vista personal al decir que Klein le ha permitido a la teoría psicoanalítica comenzar a incluir la idea de un valor del individuo, mientras que en el psicoanálisis primitivo se hablaba en términos de salud y mala salud neurótica. El valor está íntimamente ligado con la capacidad de sentir culpa.
Ocupa un lugar central en todo esto la preocupación por el otro, aquí el destino de este escrito. Winnicott lo decía así “… si en las primeras etapas existe un desarrollo satisfactorio, se produce una integración del yo que permite el surgimiento de la capacidad de preocupación por el otro”. A partir del mismo el infante vivirá nuevas experiencias y comenzará el proceso de etapas en donde experimentará emociones, descubrirá sentimientos, sentirá de muchas formas el crecimiento de su ser.
Ese desarrollo inicial de los primeros años de vida está totalmente vinculado con el proceso de madurez del adulto. Por lo tanto, es determinante el concepto del ser íntegro, histórico, único, unido a su cultura, a sus experiencias, a sus enseñanzas, a sus afectos, a todo lo que ha vivido. En ese vivir se adquirió y se desarrolló lo que hoy es.