Es de sabios invertir tiempo en definir lo que se espera conseguir con el esfuerzo, en un proceso necesario que se enfrenta. Es de sabios dedicar tiempo en entender y aprender cómo conseguir este objetivo. Y, por último, es de sabios tener la humildad de corregir acciones si nos hemos desviado del objetivo.
Hay una gran ausencia de sabiduría en los contextos que de alguna manera tienen la obligación de pensar en dónde Paraguay debe estar en los próximos años. Expuse tres etapas: definir+construir+ajustar para todo proceso. Estamos inmersos en una total anarquía de la capacidad no solo de fijar un objetivo básico positivo que nos una como nación, sino también caminando a una anarquía en el proceso de debate y de exposición de ideas u objetivos.
El Paraguay requiere que volvamos a la capacidad de construir consensos, unirnos en lo que estamos de acuerdo, trabajar en entender lo que nos separa y trabajar sobre todo en los estamentos que deben ser los arbitrios cuando algo se descontrola. No estamos así hoy en día y la crispación política electoralista indica que iremos a un escenario más complicado aún. La capacidad mediática de instalar opiniones que denigren, ataque a cualquier individuo en Paraguay ha sido usada hasta el abuso en estos últimos meses.
Las justificaciones pueden ser entendibles, pero lo concreto es que esta batalla nos aleja día a día de la capacidad de avanzar hacia una agenda país con un objetivo que nos una. Todos usan al Paraguay como un trapo para justificar sus intereses. ¡Quién no quiere escuchar la palabra “justicia”, “transparencia”, “equidad”, “desarrollo” en el lenguaje público! ¿Pero realmente estamos construyendo espacios que permitan trabajar en marcos de discusión y debate de ideas y no de emociones? Emociones que son respaldas en la mayoría de los casos con “medias verdades”, ajustadas solo para validar una posición y no para construir un hecho positivo o un acuerdo.
Acordar implica muchas veces hacer un esfuerzo intencional de abandonar nuestras propias percepciones. Estamos recorriendo un camino que no hace nada más que llevarnos hacia atrás en la endeble democracia que tenemos actualmente. Un marco donde todos creen que su posición puede ser judicializada. Donde hemos vuelto a la vieja práctica de usar el poder para pisotear a nuestro adversario. Y como sea, aunque el Paraguay sufra las consecuencias de ser un país inseguro.
Hoy debemos rescatar los espacios de construcción dentro del Gobierno. El que aún tiene un año más para dirigir a un país que lucha contra desafíos gigantescos como la pobreza y la falta de capacidad en nuestra fuerza laboral, la que trae una desigualdad galopante y falta de competitividad.
Tenemos desafíos en temas que apeligran la estabilidad económica como los déficits en varias áreas de la gestión del Estado, como por ejemplo el agujero negro de la Caja Fiscal. Tenemos desafíos enormes en contener la corrupción en la estructura del Estado y el sector privado. Paraguay requiere espacios de sabiduría. Más que nunca tenemos que incorporar personas capaces de proyectar ideas y concitar consenso para que todos juntos construyamos un país mejor.