Todos sabemos qué sucede cuando nos agarramos “una tranca” de aquellas. Huelga referir los efectos del alcohol sobre las personas, pero... ¿qué sucede en realidad en nuestro órgano rey cuando nos embriagamos?

Hoy sabemos mediante estudios que existen receptores en el cerebro que son especialmente sensibles al consumo de alcohol y son los llamados receptores GABA que se encuentran en mayor cantidad en ciertas áreas del cerebro. Para que entendamos mejor, cuando hablamos de GABA nos referimos a un neurotransmisor (como la serotonina o la dopamina) y, por tanto, envía mensajes químicos por el cerebro y el sistema nervioso.

En otras palabras, participa en la comunicación entre neuronas. El rol del GABA es inhibir o reducir la actividad neuronal, y juega un papel importante en el comportamiento o la respuesta del cuerpo frente al estrés. Las investigaciones sugieren que el GABA ayuda a controlar el miedo y la ansiedad cuando las neuronas se sobreexcitan. Entonces, cuando bebemos alcohol, el alcohol toma el lugar de la molécula de GABA y se pega a su receptor, lo que quiere decir que los efectos del alcohol dependen de cuánto bebamos y el área del cerebro que se vea afectada.

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Al entender este mecanismo, podemos comprender mejor qué sucede en los llamados “blackouts” que son episodios de lagunas mentales de los alcohólicos que ocurren cuando el etanol interactúa con los receptores GABA en el hipocampo, región que es responsable de generar y almacenar los recuerdos. Cuando esta región se inhibe se nos hace más difícil recordar dónde dejaste el celular, las llaves o la dignidad al final de la noche. Si alguna vez fuiste caminando y de repente perdiste el equilibrio o te caíste de boca en una noche de fiesta puede ser porque el etanol haya interactuado con los receptores GABA en las neuronas del cerebelo, estructura que se encarga de mantener su coordinación y equilibrio. Cuando el alcohol afecta la corteza cerebral prefrontal, encargada de su juicio, la toma de decisiones es afectada, disminuyen las inhibiciones y aumenta su tolerancia al dolor o las ganas de escribir a tu ex a las 3:00 o mandarle un audio cantándole ese vallenato lloroso.

Pero... ¿qué sucede con las adicciones?, ¿por qué llegamos a la adicción?, ¿qué hace la droga en el cerebro que a mucha gente le gana cualquier impulso racional de dejarla? Todas las drogas (legales o ilegales) activan el sistema de recompensa del cerebro y aumentan el sistema de dopamina (comúnmente conocida como hormona de la felicidad) en el núcleo accumbens. Ya hablamos en otras ocasiones de que el núcleo accumbens se denomina el punto de ansia en el cerebro. ¿Esto qué significa? Pues que todo lo que hacemos los medimos por las consecuencias positivas o negativas que tiene una acción sobre nuestra supervivencia.

La información de muchos núcleos del cerebro se integran en el núcleo accumbens y cuando estamos delante de una situación o sustancia que es buena para nuestra supervivencia (como podría ser la comida, el sexo, la socialización, hacer deporte) lo que sucede es que se activan las neuronas de dopamina y liberan dopamina en el núcleo accumbens. Y entonces entendemos que es bueno para la supervivencia y el cerebro nos incita a seguir haciéndolo. A partir de ahí se generan millones de conexiones y sinapsis de diferentes núcleos cerebrales con dos objetivos, el primero: aprender cómo lo hemos conseguido. Por ejemplo, el comer.

El segundo: poder repetir comer todos los días. Por eso los neurobiólogos llaman a esto refuerzos, porque refuerzan la conducta que te lleva a repetirlo. Lo que sucede con las drogas, todas ellas, es que imitan a estos refuerzos naturales, y aumentan la dopamina de forma artificial. La cocaína, por ejemplo, tapona los sistemas de reciclaje de la dopamina y entonces aumenta estos niveles de manera bestial. Al igual que un refuerzo natural, nuestro cerebro va a aprender que la cocaína es importante para la supervivencia porque está generando mucha dopamina, entonces nos invitará a repetir. Y es cuando esto se convierte en un refuerzo, y para algunas personas este refuerzo se convertirá en el más importante de todos. Más que comer, que socializar, hacer deporte, tener sexo.

Las drogas (recordemos que el alcohol está entre ellas como una “droga social”) actúan sobre varias áreas del cerebro, como, por ejemplo, la corteza prefrontal, o la amígdala, que son áreas del cerebro que nos ayudan a tomar decisiones, a balancear los beneficios y riesgos, a gestionar el estrés, la ansiedad, las emociones. Si la droga modifica la función de estos núcleos, realmente lo que pasa es que nuestra percepción, pensamiento y voluntad al final está sometida a ella, y nos tiene realmente DE LA CABEZA. Nos vemos en una semana.

Etiquetas: #alcohol#cerebro

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