“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

En su reciente informe de “Cuentas Nacionales” el Banco Central del Paraguay (BCP) estimó en una caída del 2% la marcha de la economía paraguaya en el primer trimestre del 2022 versus igual período del año pasado. Malos primeros tres meses. Recordemos que para todo el 2022 el BCP proyecta un avance tipo gateo del 0,2% después del 4,1% en el 2021 (que inicialmente se situó en 5% para ir ajustándose a la baja).

Pero hay un calculador del desempeño económico de corto plazo que usa el BCP llamado el IMAEP (Indicador Mensual de la Actividad Económica del Paraguay) que alumbra el camino de manera preliminar para posteriormente definirse en los cálculos de las “Cuentas Nacionales” (trimestrales). Y como la realidad se impone con más fuerza y verdad que los números que la reflejan sin la exactitud correspondiente, después de la caída en marzo del 4,2% interanual y del 2,7% acumulada, en abril (el peor mes hasta ahora a punto de cerrarse junio) la actividad económica se derrumbó 6,2% interanual con un retroceso del 3,6% acumulado. El consumo cayó 6,1% en abril último.

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El horrible abril que experimentamos estira hacia abajo aún más el descenso de la economía en el 2022. Y como en mayo y junio no se dieron mejoras significativas como para cambiar la tendencia negativa de manera sustancial, con seguridad terminaríamos el presente primer semestre del año con un achicamiento de la economía y el consecuente mayor achicamiento del consumo, por la inflación –¿12% interanual en junio?– que carcome el valor de compra del dinero de la gente, y el desmejoramiento generalizado en los ingresos.

¿Es prematuro e irresponsable adelantar una caída económica para nuestro primer semestre económico? En absoluto. La realidad también tiene capacidad de hablar y muchas veces mejor que los análisis sobre ella realizados. El -2% en enero-marzo es absolutamente imposible que se mueva positivamente en mayo-junio, después del retroceso mayúsculo de abril.

Y con seguridad me atrevo a adelantar también que el avance gateando del 0,2% proyectado por el BCP para todo el 2022 no se cumplirá, irremediablemente, y en el final tendremos otro año negativo, el tercero en el Gobierno de uno de los más incapaces presidentes de la República que hemos tenido en nuestra entera historia política a partir de 1870. La situación está muy difícil, muy delicada, muy complicada, y en especial con esta característica de cuidado: muy dolorosa para mucha gente, demasiada gente. Con optimismo diría “hay que prepararse para lo peor” (en un escenario político electoral en el que el Gobierno romperá todo lo que pueda romper para conservar el poder, aunque ello implique perjudicar a la economía para sumar gente con votos en la guerra colorada). El “todo vale” y sin importar nada ni nadie debería ser incorporado por el BCP en sus nuevos escenarios 2022. Para peor, naturalmente. Por ello, con pesimismo diría “esperemos lo mejor”. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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