Dentro de este importante segmento de negocios seguimos observando una franja de pobreza importante a nivel país.

Se estima que aproximadamente 250.000 pequeños productores continúan en situación de extrema vulnerabilidad económica concentrados en su mayor parte en los departamentos de Concepción, San Pedro, Caaguazú y Caazapá donde se sitúan los “mayores bolsones de pobreza” dentro de este sector.

Si bien se los asiste a través de la provisión de semillas, fertilizantes y otros insumos, además de maquinarias y equipos varios que les permitan mejorar sus procesos productivos, sigue resultando insuficiente, pues precisan que se los acompañe mucho más de cerca para poder ser más productivos y diversificados en producción cualitativa y cuantitativamente.

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La asistencia técnica-productiva que se los dan los técnicos del MAG no alcanza, pues lo que estos pequeños labriegos precisan es que de ser posible estén todos los días en las fincas de cultivo, mostrándoles de cerca y en términos sencillos y accesibles cómo podrán lograr una mayor diversificación en sus líneas de producción, cómo se encuentra el nivel de fertilidad de sus suelos, cómo poder incrementar mucho más los rindes promedios por ha, cómo hacer para que puedan aglutinarse en pequeñas cooperativas de producción para poder llegar ellos mismos hasta los grandes centros de consumo y obtener precios de venta que realmente se justifiquen y no la migaja que hoy día obtienen por culpa de los “intermediarios” que deberán ser eliminados.

Cuando los políticos visitan esos departamentos “se llenan la boca” de bellas palabras, que al final resultan todos de “labios para afuera”, pues no se observa con certeza y objetividad que estos labriegos salgan y digan, gracias al apoyo del Gobierno recién ahora estamos viendo “la luz al final del túnel”, y empezamos a ser rentables y competitivos.

El objetivo primario de nuestros gobernantes para que estos pequeños productores agrícolas puedan trabajar y tener esperanzas ciertas de lograr sus objetivos y metas que sean consistentes y sustentables en el tiempo a través de ingresos lineales durante todo el año, y no concentrado solo en 2 o 3 meses y el resto “se pasan hablando solos”, sin que ni tan siquiera muchos de ellos puedan tener acceso al sistema financiero formal deberá concentrarse en un acompañamiento técnico-productivo y de comercialización estrecho, que les permitan un mayor fortalecimiento de su posición económica-financiera, que hoy lamentablemente sigue muy distante .

Si los aproximadamente 250.000 pequeños productores lo multiplicamos por 4 integrantes de la familia, tendremos un total de 1.000.000 de personas en el campo que podrían ver reflotada su actual escuálida posición económica-financiera-patrimonial.

Los técnicos “deben vivir” cerca de los mismos. Será la única forma en que puedan superar su estado de pobreza, diversificar sus rubros de producción y generar de una vez por todas la fuente de repago que precisan para cumplir en tiempo y forma con sus obligaciones financieras (pago de capital e intereses devengados).

Nuestro país tiene la bendición de contar en gran parte de su geografía con una tierra fértil, que permite la obtención de una variedad de productos del agro y con buenos rendimientos promedios por ha.

En el caso concreto de los pequeños labriegos seguirá siendo “un mero arbolito de Navidad”, dado que pregonamos “a los 4 vientos” acerca de su importancia estratégica, pero sin embargo siguen descuidados desde hace años, lo cual no les permitirán obviamente superar su estado de extrema pobreza y seguiremos con las eternas manifestaciones y pedidos de condonación de deudas.

Son poquísimos los que conocen los principios básicos de una buena educación financiera, por falta de capacitación, pues de nada valdrá que sean muy buenos agricultores si en contrapartida no tienen las herramientas primarias que podrían coadyuvar para que su esfuerzo productivo les puedan redituar en buenos niveles de ingresos, fortaleciendo su cadena de comercialización que hasta hoy día, salvo honrosas excepciones, siguen muy descuidadas, haciendo que otros “más avispados” sin mucho esfuerzo sigan llevándose la parte más substanciosa “de la torta”, con lo cual los pobres seguirían siendo pobres y los “ricos vivos” cada vez más ricos. Así de simple.

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