- POR EDUARDO “PIPÓ” DIOS
- Columnista
En los años ‘90, el celebre Carlos Saúl Menem, presidente todopoderoso de la Argentina, del “un peso un dólar”, recibía una Ferrari de regalo de parte de un empresario italiano. Para estrenarla la manejó a casi 300 km/h por la autopista Buenos Aires-La Plata y al llegar, ante la consulta de los periodistas, de si la pensaba donar o iba a quedar como patrimonio del Estado, respondió como un niño enojado y con total desprecio por las leyes, “¿Por qué? si la Feyari es mía mía mía!”.
Ayer veíamos cómo se firmaba el acta o acuerdo de Concertación Opositora (anticolorada) entre una buena parte de los partidos y precandidatos a la Presidencia para el 2023. Presidía todo, con recelosa y rigurosa mirada, el incansable (de presentarse, porque no sabemos que otra cosa hace los últimos 10 años ni de qué vive... aparte de nuestros impuestos vía aportes del Estado al PLRA) Efraín Alegre. La Concertación es de Efraín, todos deben concertar, pero el dueño del circo es él.
Es que lo de circo, se refuerza con la presencia de varios payasos de la política criolla, presidentes de partidos inexistentes más que en los papeles, cascarones vacíos de viejas glorias, como el PRF, que hoy no suma más que un par de miles de votos, con mucha suerte, usurpado por una pandilla de aplaudidores extrapartidarios del tendota Alegre; o el PDP, un partido familiar de sus socios comerciales y cómplices los Masi-Filizzola y sus 4 delincuentes que ocupan o ocupaban ministerios de este triste gobierno, siendo parte de su peor cara, “Arregli”, Fúster el “Destructor de la Industria”, el narco Giuzzio y René “El Ciego” Fernández; entre otros, sumados a ellos Patria Querida, que no sabe todavía si van a buscar alguna vez el poder o seguirán turnándose para ser congresistas en sus minibancadas intrascendentes, el Encuentro Nacional, hoy copado y manejado por Kattya González, que los manda pero astutamente no aparece, y el resto que no vale la pena ni citarlos, por su propia inexistencia.
Decíamos, la Concertación es Efraín, le pertenece, por más que algunos liberales aún crean, en su inocencia o imprudencia, que podrán vencer al dueño de su partido, este simplemente se debate entre quién sera su vice, ya que prefiere a alguien sin fuerza propia, sin aspiraciones, más que las migajas que él decida darle. No aceptará a nadie que le ose mover el piso o imponer condiciones, sin medir si ese vice le sumará muchos o ningún voto.
Es que en su delirio megalómano, Efraín se ve ganador en cualquier escenario, no mira encuestas, solo escucha a sus bufones reales y cree que su frase “Pachia (Patria) o Mafia” hará que la gente, que parecería que para él es bastante idiota, va a elegirlo ciegamente a él y a su florero/a de turno. Es que por más que se haya estrellado dos veces con el mismo circo, él no aprende, porque como buen psicópata, la culpa siempre es de “los demás”, que a veces “no saben votar” y otras le hacen fraudes que jamás puede demostrar.
Este último acto (esperemos que no haya “temporada 4″) del efrainismo volverá a hundir a la oposición por 5 años, o más, y reducirla a triste furgón de cola, donde algunos vivos congresistas se llenarán los bolsillos y conseguirán cargos para la familia y allegados. Pero bueno, al final, si lo hacen siempre así de mal, debe ser que están cómodos o conocen sus limitaciones... ¿quiénes somos para andar metiéndonos?