• Por Jorge Torres Romero

El 18 de diciembre se acaban las internas partidarias. El país debe seguir su curso para enfrentar con el nuevo gobierno el descalabro macroeconómico que nos dejará la administración de Mario Abdo Benítez.

El oficialismo en su desesperación por posicionar a su candidato, el vicepresidente Hugo Velázquez, está dispuesto a fulminar algunas instituciones a las que les llevó años consolidarse, como el Banco Central del Paraguay (BCP) o la propia Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad). Está última de cara a la evaluación del Grupo de Acción Financiera Latinoamericana (Gafilat) se vanagloriaba de los avances realizados en el combate al lavado de dinero.

Sin embargo, el BCP se mandó un dictamen jurídico contradictorio para justificar una multa al Banco Nacional de Fomento (BNF) por la flojedad en los controles de dinero que Darío Messer había remesado al Paraguay, desconociendo normas internas que aún no estaban vigentes, pero que igual el entonces director del banco, Carlos Pereira aclara que se hicieron más controles de lo habitual pese a que los fondos remesados provenían de los más prestigiosos bancos del mundo, entre ellos el Citibank de Nueva York. La razón de la sanción al BNF no tenía otro fin más que la de ligar al entonces presidente de ese banco, con el ex ministro de Hacienda, Santiago Peña, en una operación para encubrir la supuesta ilegalidad del origen del dinero remesado. El Tribunal de Cuentas, segunda sala, decidió revocar los actos administrativos y dejar sin efecto la sanción aplicada por el BCP, en un dictamen que tritura las argumentaciones de la matriz.

Ahora nos encontramos con las mal llamadas filtraciones de la Seprelad, cuando en realidad fueron entregas alevosas de documentaciones confidenciales a actores políticos y medios de prensa. Los periodistas nos frotamos las manos cuando recibimos este tipo de documentaciones, por la naturaleza de nuestro oficio no nos vemos obligados a guardar la confidencialidad de estos informes. Al contrario, hacemos un festín con ellos.

Pero, los funcionarios públicos o cualquier otro tercero, sí está obligado a preservar la confidencialidad de la documentación privada y no pueden ser reveladas. Incluso, artículos del Código Penal castiga estas conductas. Lo que pasa es que esas informaciones entregadas por Seprelad, que son de carácter confidencial, la recibieron políticos oficialistas que lo están utilizando en forma sesgada con el único fin de erosionar adversarios políticos.

La Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) nunca revelará los nombres de las empresas investigadas por supuesta evasión porque saben que podrían ir presos si lo hacen, hasta tanto el caso llegue a instancias judiciales y se confirme la evasión. La ley protege a las empresas que podrían estar siendo fiscalizadas pero en esa etapa previa no pueden divulgar sus nombres porque el daño generado podría ser enorme.

A la Seprelad de hoy, a cargo de Carlos Arregui nada de esto le importa porque tienen el guiño del Ejecutivo y la complacencia de cierta prensa que también está en la campaña sucia de derribar actores políticos o destruir grupos empresariales. La propia Seprelad en su informe de Inteligencia Financiera habla de hipótesis y conjeturas, sin embargo, hay sectores que han condenado por lo que podría ser efectivamente solamente una hipótesis o un informe dibujado a medida. Hasta ahora nada concreto ni contundente, solo especulaciones y un absoluto desprecio al conocimiento de cómo funciona el mundo financiero de las grandes empresas.

Lo que no se dan cuenta es que en ese afán desesperado y malintencionado de destruir grupos empresariales que respaldan proyectos políticos, en realidad están destruyendo al Paraguay. Las internas partidarias se acaban el 18 de diciembre, pero las consecuencias del daño generado al bastardear algunas instituciones del Estado para fines oportunistas y ambiciosos, serán determinantes para el país. Nadie mira al futuro, nos pasamos observando el ombligo por causa de la politiquería el único que pierde es el Paraguay. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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