POR DR. MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ (Dr. Mime)

En estos dos sábados, hablaremos de la importancia del ejercicio en la vida cerebral de las personas. Solo basta entrar en esa mágica puerta que cruzan las personas en sus computadoras llamada Google (lamentablemente muchos pacientes lo hacen en vez de consultar con nosotros o para demostrarnos vaya Dios a saber por qué, que saben más que su médico, pero ese es otro tema…), y al buscar artículos que nos hablen de los buenos hábitos del cerebro, el primero que nos salte sea: “HAGA EJERCICIO”.

Pronto enumeraremos motivos obvios (y no tanto) acerca del beneficio del ejercicio en la vida del ser humano. Pero la pregunta es: ¿por qué tanto énfasis en el ejercicio físico en esta época en la que el esfuerzo mental está presente permanentemente dentro de las costumbres de las personas, mediante tablets, notebooks, smartphones, televisores inteligentes, etc. que solamente exprimen nuestro deseo de mayor conocimiento y lo sacian? Antes no disponíamos de estas “comodidades” y no había tantos males asociados al envejecimiento cerebral, al deterioro del órgano rey. ¿Qué nos pasó como especie? Sencillo.

Antes nos movíamos. Despegábamos el culo de la silla, y caminábamos a todos lados. No había automóviles ni medios de locomoción, y los seres humanos debíamos valernos de nuestros apéndices locomotores para poder desplazarnos. Antes, en la evolución, incluso si no nos movíamos, sencillamente perecíamos, éramos pasto de depredadores que se aprovecharían de nuestro estatismo para hacernos su almuerzo. Y ese movimiento tenía por objetivo buscar nuevos lugares donde el hombre pudiese habitar lejos el rigor del clima y de las adversidades. El hombre crecía en lugares donde ni el pelo ni el color de piel le aseguraban protección a los rigores del clima.

Es por eso que a un cerebro desarrollado para sobrevivir, se sumaba un estado físico envidiable y un cuerpo que acompañaba este desarrollo. Esto explica muchas cosas respecto a la necesidad del ejercicio para una buena salud cerebral. De hecho, hoy lo sabemos aunque tengamos que hacer estudios y estudios y publicarlos en revistas y revistas científicas… cuánto papel y horas de datos y datos nos ahorraríamos si solo miráramos a la evolución de la especie humana para darnos cuenta que uno de los mejores predictores del envejecimiento exitoso, tanto en la época de las cavernas, como en la actualidad, es la presencia o ausencia de una vida sedentaria.

En la antigüedad vivir sedentariamente era morir de hambre o comido por las fieras. En la actualidad vivir sedentariamente es morir de saciedad o comiendo como una fiera. El sedentarismo en la actualidad no siempre asegura una muerte prematura aunque puede predecir una vejez sumamente baja en calidad de vida. La causa fundamental de esto es porque el ejercicio mejora sustancialmente el estado físico cardiovascular, reduciendo de esta manera el riesgo de padecer enfermedades como infartos cardiacos o ataques cerebrales (“strokes”), conocidos como “derrames” de mala manera por el hablar popular.

Sin embargo, el envejecimiento “saludable”, es decir, precedido de actividad física, conlleva también una envidiable tasa de funcionalidad cerebral alta, una alerta mental constante y sumamente destacable. Estudios demuestran que personas con un rango de actividad física constante y razonable (no a niveles competitivos olímpicos, claro), superan ampliamente en pruebas cognitivas a aquellos que han tenido un envejecimiento sedentario. La mejoría se ve en el razonamiento deductivo, el pensamiento abstracto, la improvisación y la resolución de problemas prácticos. Sin embargo, una actividad física constante no asegura todos los parámetros cognitivos. La memoria a corto plazo y las reacciones básicas no se relacionan con la actividad física. Además, el grado de mejoría con el ejercicio varía entre los individuos considerados.

Interesante, ¿no? ¿Seguimos en 7 días DE LA CABEZA?

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