Es la observación una herramienta natural para poder comprender los fenómenos que acontecen a nuestro alrededor. Josef Breuer (1842-1925) fue un médico y psicólogo austríaco que según Sigmund Freud fue el primero que empleó el método que le da vida al psicoanálisis y lo hizo durante el tratamiento de una muchacha histérica, en el período abarcado entre los años 1880 y 1882; esta información la brinda el propio Freud durante su primera conferencia, de un ciclo de cinco, que desarrolló en la Clark University, en los Estados Unidos de América, en el año 1909. Para observar hay que dedicar todo interés y toda simpatía, y estas condiciones las tenía el vienés Josef, decía Sigmund. Juntos publicaron “Estudios sobre la histeria”, en que se detallan las prácticas que utilizó el doctor Breuer con su paciente. Cabe destacar que, conforme relata Freud en su exposición, Breuer había observado que la joven de veintiún años tenía estados de ausencia y alteración psíquica, y que durante los mismos solía murmurar algunas palabras, que hacían el efecto de ser fragmentos arrancados de un contexto que ocupaba su pensamiento. Relata Freud: “…el médico se hizo comunicar estas palabras y sumiendo a la enferma en una especie de hipnosis, se las repitió para incitarla a asociar algo a ellas. Así sucedió, en efecto, y la paciente reprodujo ante el médico las creaciones psíquicas que la habían dominado en los estados de ausencia y se habían revelado fragmentariamente en las palabras pronunciadas”.

Hay varias definiciones acerca de la histeria, cuyo origen deriva del francés hystérie y este del griego útero, entre ellas la que la considera una enfermedad nerviosa que se caracteriza por frecuentes cambios psíquicos y alteraciones emocionales que pueden ir acompañados de convulsiones, parálisis y sofocaciones. También la que sostiene que es un estado de intensa excitación nerviosa, provocado por una circunstancia o una situación anómala, en el que se producen reacciones exageradas y que hace que la persona que la padece muestre sus actitudes afectivas llorando o gritando. Otra manifestación de la histeria es la que la enmarca en una actitud que quiere confundir y manipular a su entorno, engañando, generando dolor a los demás. La histeria es un trastorno psicológico enmarcado dentro de las neurosis y de los trastornos de somatización, su afección repercute no solo en la vida de quien la sufre, sino también en la de quienes están a su lado.

La observación del uso del lenguaje puede ser vital para comenzar a conocer a quienes lo utilizan. ¿Es posible que haya intervalos o estados alteradores del equilibrio lingüístico del hablante? ¿Qué murmuro construyen los muros mentales que obstruyen el pensamiento racional? ¿Qué hechos exacerban la paz interior e impactan en su desarrollo? ¿Cuánto tiene que ver para su constante aparición el nivel de estrés con el que convive la masa social? Es indudable que el aporte lúcido, responsable y dispuesto a respetar las voces de los otros se constituye como un elemento clave para generar vínculos sanos, abiertos, valiosos y previsores de problemas evitables. El caso puntual que da curso a la historia de la histeria invita en el presente a innumerables reflexiones individuales y colectivas.

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